El día de la ceremonia amaneció luminoso, con un cielo despejado que parecía prometer felicidad. Familiares y amigos llegaron desde distintos rincones del mundo, trayendo consigo risas, abrazos y la calidez de los reencuentros. El lugar elegido, un jardín rodeado de cerezos en flor, estaba decorado con detalles sencillos y elegantes, reflejando el gusto de Hyun y Man-wol.
Mientras los invitados tomaban asiento, Zara y Haru ultimaban detalles en la decoración. Zara ajustaba los lazos de las sillas mientras Haru, con manos hábiles, colocaba pequeños postres en la mesa de dulces.
—¿Nerviosa? —preguntó Haru, acercándose con una sonrisa.
Zara negó con la cabeza, aunque sus mejillas se sonrojaron.
—Más bien emocionada. Todo esto parece un sueño.
Haru le tomó la mano, apretándola suavemente.
—Me alegra estar aquí contigo. Prometo ayudarte a cumplir todos tus sueños, Zara.
Ella le dedicó una sonrisa tímida, sintiendo que el futuro podía ser tan dulce como los pasteles que preparaba Haru.
No muy lejos, Haneul buscaba a Minjun entre la multitud. Cuando lo encontró, él la esperaba con una flor en la solapa y una sonrisa nerviosa.
—¿Lista para bailar después de la ceremonia? —bromeó Minjun.
—Solo si prometes no pisarme los pies —respondió Haneul, riendo.
Minjun le ofreció el brazo, y juntos caminaron hacia el altar improvisado, donde los amigos se reunirían para celebrar el amor en todas sus formas.
La música comenzó a sonar suavemente. Hyun y Man-wol avanzaron juntos, tomados de la mano, rodeados de la gente que los había visto crecer, caer y levantarse. El padre de Hyun, con lágrimas en los ojos, los observó desde la primera fila, orgulloso de la felicidad de su hijo.
El oficiante habló de amor, de segundas oportunidades y de la importancia de elegir el propio destino. Cuando llegó el momento de los votos, Hyun miró a Man-wol con ternura.
—Prometo elegirte cada día, en los momentos fáciles y en los difíciles. Prometo construir contigo un hogar donde siempre seamos libres de ser nosotros mismos.
Man-wol, con la voz temblorosa de emoción, respondió:
—Prometo caminar a tu lado, compartir tus sueños y tus miedos, y recordarte siempre que el amor es nuestro mejor refugio.
El aplauso fue cálido y sincero. Los amigos se abrazaron, y las parejas recién formadas compartieron miradas llenas de promesas.
La fiesta continuó entre risas, música y bailes. Minjun, desde la cabina de DJ, puso la canción favorita de Haneul y la invitó a la pista. Zara y Haru se perdieron entre los cerezos, compartiendo confidencias y sueños bajo la luz dorada del atardecer.
Cuando la noche cayó, Hyun y Man-wol se despidieron de todos, listos para comenzar su luna de miel. Antes de irse, Hyun abrazó a sus amigos y les susurró:
—Gracias por ser mi familia. Nos vemos pronto.
Man-wol tomó su mano y juntos se alejaron, dejando tras de sí una estela de felicidad y esperanza.