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Era una mañana hermosa en el estado de Ānhuī. La gente se levantaba desde muy temprano para aprovechar las primeras horas del día, donde la luz era tenue y no podía lastimarlos tanto, para empezar las labores más pesadas. Entre ellas, era el riego de las cosechas, el acarreo de cultivos a los transportes para su venta y la limpieza de las calles alrededor de las casas y negocios.
Por su parte, Xiāohuàn estaba preparando su pequeña mochila, donde llevaba parte de las cosas más importantes que iba a necesitar por los próximos dos meses antes del Gàokǎo.
Una vez que tenía todo listo, a primera luz del día, abrió las ventanas y puertas de todo el hogar exceptuando la del cuarto de su padre, limpió las afueras, preparó el desayuno, puso la mesa, trajo agua y fue a hablarle al hombre que permanecía dormido.
—爸爸(bàbà)[Papá]. 早安(zǎoān)[Buenos días], ya está la comida lista. Por favor, acompáñame —pidió el joven después de darle algunas palmadas al hombre de edad mayor, mismo que se levantó a duras penas con esfuerzo y tembloroso. Aquel buscaba algo con su mano hasta que el muchacho la tomó y la puso en su rostro con cuidado.
—Zhào Xiāohuàn! Zǎoān, hijo. ¿Qué tal?
—Bien, Bàbà. ¡Vamos! —Dicho esto, el adolescente ayudó al hombre de piel asoleada y pelo cano a ponerse de pie, mismo que no abría sus ojos en ningún momento.
Xiāohuàn guio al señor con cuidado hasta la mesa, donde lo colocó en su lugar para luego pasar al otro lado. Ahí, el adulto encontró sus palillos y tomó hábil su plato sin ver. Agradeció antes por la comida y dio inicio a la ingesta.
Gustoso, Xiāohuàn comió al lado del hombre, y en ocasiones servía de otro plato carne al tazón de su padre. Dicho sabía sobre aquella acción y tomaba directo a su boca lo ofrecido, eso generaba sonidos de gusto al probar dichas ofrendas del joven.
Al terminar, ambos agradecieron por el alimento y Xiāohuàn tomó los platos para salir a lavarlos, mientras que el hombre por sí solo iba a su habitación, se arreglaba y tomaba su bastón para colocarse en la entrada del hogar, paciente.
El joven tomó su mochila, miró una vez más su habitación y suspiró hondo. Luego, sin más preámbulo, caminó por la vieja y humilde casa hasta con su padre, a quien tomó del brazo para acompañarlo a las afueras. Ambos saludaban amables a quien se les atravesara, mismos que regresaban gustosos el saludo, con una enorme sonrisa y deseándoles lo mejor a ambos, sobre todo a Xiāohuàn.
El chico y su padre llegaron hasta un pequeño taller, en donde el joven dejó al hombre. Aquel mayor lo abrazó para despedirse, se dio la vuelta y comenzó a entrar al lugar donde sólo realizaban trabajos manuales. No obstante, poco antes de irse, Xiāohuàn detuvo al hombre.
—Bàbà… Espera… —mencionó el joven y su padre se detuvo unos momentos.
—Lo sé, Zhào Xiāohuàn. Hoy es el día. Tienes que ir a la ciudad para prepararte —dijo el hombre sin voltear, mientras su hijo ponía un rostro duro, pues trataba de no llorar—. No estés triste, hijo. Sé que vas a tener éxito y vas a regresar con tu carrera terminada a este pequeño pueblito. Perdóname si no fui capaz de ayudarte más durante tu estadía aquí de pequeño, pero quiero que sepas que fuiste lo más hermoso que la vida pudo darme. Desde el primer día, te amé como a nadie más en el mundo. —Al terminar de decir esto, Xiāohuàn se lanzó al hombre y lo abrazó fuerte desde atrás, soltando muchas lágrimas.
—Te lo prometo, Bàbà. ¡Voy a regresar para darles a todos una vida mejor! ¡Voy a regresar para que por fin estemos tranquilos tú y yo! ¡Te lo prometo! —decía el chico con mucho dolor en su corazón, a la par que el hombre soltaba una pequeña lágrima.
—万事开头难(wàn shì kāi tóu nán)[El primer paso siempre cuesta]. Duele, pero es para que tengas un mejor futuro.
—我爱你爸爸(Wǒ ài nǐ, bàba)[Te amo, papá].
—我也(Wǒ yě)[Yo también]. —Así, ambos se despidieron, para luego recibir un aplauso de todos los que estaban alrededor.
La gente, al ver irse a Zhào Xiāohuàn con la frente en alto, le gritaban «¡Chong-a!» para animarlo, le daban algunas palmaditas o regalaban cosas para su viaje, ofrendas que recibía muy alegre el muchacho, con el corazón lleno de alegría al ver cómo toda la gente del lugar estaba orgullosa de él.
— ¡Zhào Xiāohuàn! —Antes de subirse a una camioneta de mercancía que llevaría al joven a la ciudad, gritó un chico alto de grandes músculos. Éste se veía en compañía de un montón de jóvenes que parecían molestos—. ¿A dónde demonios crees que vas? —preguntó el muchacho, quien poseía varias cicatrices y se notaba descontento, faz que hizo a Xiāohuàn borrar su sonrisa y verse serio.
—捍烧瘾 (Hàn Shāoyǐn)… —pronunció el nombre del joven la promesa del lugar, para luego aquel lanzarle una bolsa que pronto atraparía Xiāohuàn, misma que capturó extrañado y abrió para impresionarse del contenido.
—Son todos los ahorros de nuestra pandilla. No desperdicies nada, 蚯蚓(qiū yǐng)[Lombriz de tierra]. —Xiāohuàn cerró la bolsa con dinero, se acercó hasta quedar enfrente de Hàn Shāoyǐn e hizo una pequeña reverencia a él en agradecimiento, mas el fortachón se lanzó al adolescente que tenía enfrente para darle un fuerte abrazo que sorprendió a todos en el pueblo.
—No mueras, qiū yǐng. Ya te dije que yo mismo iba a acabar contigo con mis propias manos.
—No lo haré. Cuando regrese, voy a ser yo quien cure tus asquerosos nudillos. —Al final, Shāoyǐn empujó de forma amistosa a Xiāohuàn para alejarse de él y sonreírle.
—Esperaré paciente esa cara confiada tuya. ¡Más te vale poner el nombre de nuestro pueblo en lo más alto de todo Zhōngguó! —Después de ese grito, Xiāohuàn subió a la camioneta y se preparó para irse.
EL muchacho vio con mucha alegría a todo el pueblo desde el espejo retrovisor, cómo el amanecer hizo brillar los hogares y a las personas como nunca, todo a la vez que la imagen se volvía más y más pequeña desde su perspectiva.