Han pasado ya más de veinte años desde aquel día.
Las cosas han cambiado mucho desde entonces. Xiāohuàn no sólo regresó a su pueblo como todo un médico preparado, sino que abrió su propia clínica que se convirtió en un hospital cerca de su pueblo, a donde las personas con bajos recursos recibían atención gratuita y los transportaban del edificio a sus hogares cuando los necesitaban. El bàbà del joven, a sus ya 94 años, está bien acompañado y orgulloso de su hijo.
Ha-Joon consiguió ascender a ser uno de los altos directivos de la empresa que lo patrocinaba, y cuando obtuvo un nombre importante, decidió vender sus acciones y beneficios para invertirlos en un centro de salud de Ānhuī que dirigiría con el hombre que tanto ama y le ha acompañado desde siempre. Mismos que declararon su relación abiertamente al igual que los pioneros de lo mismo.
Héngwǔ se graduó con honores haciendo un doctorado privilegiado de su carrera, al igual que Lìān, los cuales crearon los primeros automóviles que se conducían solos, cosa que fue un rotundo éxito y bajó la taza de accidentes del país a casi nada, pues los algoritmos construidos por Héngwǔ y programados por Lìān hicieron una red perfecta de transportes. Estos, luego de tremendo éxito, declararon su relación de ya 14 años, algo que sorprendió a todos y dio paso a más personas a decir la verdad sin miedo.
Kit consiguió ser el primer lugar nueve años seguidos en la Yuèguāng dàxué, pues el último año se dedicó a su tesis, mismo donde Xiāohuàn se llevó aquel puesto. Con dicho prestigio, la joven dio conferencias por todo el mundo y colaboró con grandes figuras para destrozar tabús, ayudar a las familias y personas de todo el mundo, hasta conseguir el premio de la paz hace apenas dos años, premiación a la que acudieron todos sus amigos de la universidad, entre ellos su asesor de imagen y diseñador famoso Xǔ Yǔxuān, así como la administradora y manager, Yóu Měiméi.
La vida no podía ir mejor para todos, y justo hoy es el día que parece perfecto para retirarnos de este lugar, ¿no es así?
—Definitivamente es tiempo —mencionó el misterioso ayudante de Xiāohuàn, para luego pasar a la habitación de su protegido, mismo que dormía, hasta que vio en sus sueños a quien le acariciaba el cabello tiernamente—. Kuro-kun, es tiempo de que me vaya ya —dijo el hombre observando al médico profesionista en aquel lugar dentro de su mente.
—Al menos déjame despedirme despierto.
—Me temo que es mejor así —explicó el hombre—. Arigatō, me diste un tiempo bastante bueno en este lugar. Siempre te llevaré conmigo hasta donde vaya.
—Xièxiè. Nunca voy a olvidarte, Mweupe-san. —Luego de eso, ambos se dieron un abrazo, y una singular lágrima cayó del rostro del hombre enmascarado, para luego Xiāohuàn despertar, y sentir una pequeña gota de agua en su mano que acercó a su corazón mientras lloraba y veía la luna llena en el cielo.
El mundo sin dudas se convirtió en un lugar pacifico, así como la historia de estos alumnos acabó, muchas otras están a punto de iniciar.