Primera Base , Primer Amor

Capítulo 12: Verdades entre sombras

La noche había caído sobre Oakridge como una manta pesada. El cielo, limpio pero sin luna, parecía guardar silencio para que nadie interrumpiera lo que estaba a punto de ocurrir. Stacy caminaba despacio, con el corazón latiéndole fuerte en el pecho, como si su cuerpo supiera que estaba cruzando una línea invisible.

Mateo la esperaba en el embarcadero del lago. Llevaba un abrigo oscuro y el gesto sereno, pero en sus ojos se notaba el temblor. Cuando Stacy llegó, no se acercó de inmediato. Se quedó a unos pasos, observándolo.

—Gracias por venir —dijo él, rompiendo el silencio.

—Estoy aquí para escucharte —respondió Stacy—. Pero necesito toda la verdad, Mateo. Toda.

Él asintió, bajando un poco la cabeza como quien se prepara para confesar algo doloroso.

—Emma apareció sin aviso. No sabía que estaba invitada. Uno de los patrocinadores la llevó. Salía del salón para buscarte cuando me interceptó. Me abrazó… y me congelé. No supe qué hacer. No fue un momento que yo busqué, ni que quise. Pero tampoco lo detuve a tiempo. Y por eso lo lamento.

—¿Por qué no me dijiste nada en la cena? —preguntó Stacy con voz quebrada—. ¿Después de lo que vivimos juntos esa noche?

—Porque tuve miedo —confesó Mateo—. No quería arruinar lo que estábamos empezando. Pensé que si lo ignoraba, desaparecería. Pero no lo hizo. Y ahora tú estás pagando por un error que ni siquiera te corresponde.

Stacy tragó saliva. Los ojos le brillaban de contención.

—Me sentí expuesta. Como si de pronto toda mi vida estuviera abierta al juicio de extraños. Vi mi cara en páginas que ni conocía. Comentarios sobre mí, sobre ti… Como si no fuéramos reales, Mateo.

Él la miró de frente.

—Lo que vivimos es real. Más real que cualquier escándalo. Y no voy a dejar que se ensucie por una imagen manipulada.

—No quiero promesas. Quiero hechos —dijo ella.

Mateo entonces sacó su celular, lo desbloqueó y se lo tendió.

—Toma. Léelo todo. Mis mensajes, mis fotos. No tengo nada que ocultarte. Pero más que eso… quiero demostrarte con cada gesto, con cada paso, que puedes confiar en mí. No porque soy perfecto. Sino porque te elijo. Y quiero que tú me elijas también.

Stacy dudó, pero no tomó el teléfono. En cambio, dio un paso al frente y lo miró fijamente.

—Una oportunidad. Nada más.

Él asintió, con los ojos llenos de alivio.

—Y todo lo que tengo será para cuidarla.

Y entonces, Stacy apoyó la cabeza en su pecho. No como quien se rinde, sino como quien decide quedarse un rato más.

Al mismo tiempo, en otro rincón del pueblo…

Julie y Marcelo compartían una cena sencilla en la cocina del café. Él había traído flores del campo, y ella había preparado pasta con salsa casera.

—¿Tú crees en las segundas oportunidades? —preguntó ella, removiendo la olla.

—Creo en las primeras que se hacen bien —respondió él—. Pero también en las segundas que sanan lo que la primera no supo cuidar.

Julie sonrió. Él tenía esa forma de hablar que la desarmaba.

—Tal vez tú y yo somos una mezcla de ambas —dijo ella.

Marcelo le tomó la mano con naturalidad.

—O tal vez somos la historia que empieza cuando nadie la espera.

Cami, por su parte, paseaba con Andrew por el sendero del parque. La brisa nocturna era suave, y las hojas crujían bajo sus pasos.

—A veces me da miedo lo rápido que me gustas —dijo ella.

—Entonces vayamos lento. A paso de canción —respondió él.

—¿Y qué ritmo tiene esto? —preguntó ella.

Andrew se detuvo. Se acercó y le acarició el rostro con la yema de los dedos.

—Tiene el ritmo de tu risa. Y tu risa, Cami, es la mejor melodía que he escuchado.

Ella no respondió. Solo cerró los ojos y apoyó su frente contra la de él. Y ahí se quedaron, suspendidos entre la emoción y la promesa.

De vuelta en el lago, Mateo y Stacy estaban sentados en silencio, viendo el reflejo de las luces sobre el agua.

—Aún tengo miedo —admitió ella.

—Y yo también —dijo él—. Pero a veces, el amor es caminar con miedo… y aún así avanzar.

Stacy lo miró de reojo.

—Prométeme que no volverás a dejarme en la oscuridad.

—Lo juro. A partir de ahora, todo será con la luz encendida.

Y así terminó la noche:
Con verdades dichas, con gestos pequeños que valen más que mil palabras…
Y con el comienzo de algo más fuerte que el escándalo:
la reconstrucción del amor.




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