Primera Base , Primer Amor

Capítulo 36: Donde solo existimos tú y yo

La mañana después de la boda amaneció suave y dorada. Stacy abrió los ojos aún entrelazada con Mateo, el cuerpo cubierto apenas por las sábanas de lino, el rostro de él relajado, sereno, con una sonrisa dormida. Aún podía oler el perfume de la noche anterior: velas, flores, vino… y piel.

—Buenos días, señora Rivera —susurró él, despertando con la voz rasposa.

—Nunca me cansaré de escucharlo —respondió ella, acariciando su mejilla—. Y tú, esposo mío, ¿listo para escapar del mundo conmigo?

Mateo la besó con dulzura en el hombro, luego en la clavícula, hasta hacerla reír entre suspiros.

—Ya estoy contigo. El resto… es paisaje.

El avión privado los esperaba en el aeropuerto. La luna de miel era una sorpresa total para Stacy. Mateo le había prometido que se encargaría de todo, y lo cumplió. Aterrizaron horas después en una isla privada del Caribe, rodeada por aguas turquesa y vegetación exótica.

El resort era discreto, lujoso, escondido entre palmeras y arena blanca. Tenían una villa entera solo para ellos, con piscina infinita, vista al mar y una cama con dosel que parecía salida de un sueño.

Cuando Stacy pisó descalza la terraza y vio la vista, se giró hacia él con los ojos brillantes.

—Mateo… esto es demasiado.

—No hay “demasiado” para la mujer que me salvó —dijo él con voz baja—. Aquí no hay cámaras, ni entrevistas, ni agendas. Solo tú y yo. Nuestra libertad.

Esa noche cenaron bajo la luz de las estrellas, a orillas del mar. Langosta, vino blanco, y un postre con el nombre de ambos escrito en chocolate. La brisa jugaba con el vestido suelto de Stacy, y cada vez que Mateo la miraba, era como si la viera por primera vez.

—¿Sabes qué me emociona más? —preguntó ella, alzando la copa.

—¿Qué?

—Pensar que tenemos toda la vida por delante. Esto apenas comienza.

Más tarde, ya en la habitación, con solo la luz tenue de las velas encendidas y el sonido suave del oleaje de fondo, se despojaron lentamente de todo. De la ropa, de las palabras, de las dudas. Lo que quedó fue el deseo, el amor profundo y el fuego que solo ellos sabían cómo encender.

Mateo recorrió su cuerpo con paciencia, como si lo redescubriera, como si cada centímetro fuera sagrado. Stacy le devolvía cada caricia con devoción, sabiendo que en esos momentos no eran solo amantes: eran esposos, unidos para siempre.

Se amaron con una pasión intensa, con movimientos lentos al principio, luego más urgentes. Cada susurro en la piel, cada beso profundo, cada gemido contenido formaban parte de esa sinfonía de placer que se repetía una y otra vez, hasta que el mundo desaparecía por completo.

Durmieron abrazados, exhaustos, pero con el alma en paz.

Los días siguientes fueron un paraíso constante: amaneceres en la cama, desayunos en la terraza, paseos en yate, baños desnudos en el mar, sesiones de masaje en pareja y atardeceres que los encontraba abrazados, en silencio, como si se dijeran todo sin hablar.

Una tarde, mientras Mateo dormía en la hamaca, Stacy lo observó con ternura, el cabello revuelto por el viento, el pecho subiendo y bajando con calma.

—Es mi hogar —pensó—. No importa dónde vayamos, mientras sea con él.

Una noche especial, caminaron descalzos por la playa, iluminados solo por la luna. Se detuvieron en una cabaña abierta que daba al mar, donde una cama colgante los esperaba entre cortinas blancas. Se amaron de nuevo, más lento, más profundo, como si el tiempo ya no importara.

—Te amo más de lo que las palabras alcanzan a decir —murmuró Mateo, acariciando su rostro.

—Y yo a ti. En esta vida y en todas las que vengan —susurró ella.

La luna de miel fue más que un viaje. Fue un reencuentro consigo mismos, una afirmación de que su amor era real, maduro, lleno de pasión y ternura.

Y cuando regresaron a Toronto, con los corazones llenos y los cuerpos todavía vibrando por los días de ensueño, sabían que su historia no era un final feliz. Era un inicio extraordinario.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.