Lia...
La luz del día se filtraba, implacable, iluminando cada rincón de la habitación y, de paso, cada recuerdo de anoche. Me cubrí la cara con la almohada, queriendo ahogar el eco del motor de esa moto y, sobre todo, la imagen de esos ojos gris azulado que no parecían pedir permiso para instalarse en mi cabeza.
Alex Uscategui.
El nombre me quemaba el pensamiento. ¿Quién se creía que era? Llegar, decir esas palabras… “amor a primera vista”, “déjame amarte”… ¿En qué novela vivía? Me forcé a sentarme, negándome a dejar que un tipo con demasiada seguridad y una moto reluciente me volviera la cabeza. No era yo. Yo no me enamoraba en una noche. Y menos de un desconocido que parecía haber salido de un capítulo de Gossip Girl.
El desayuno fue un interrogatorio silencioso. Mamá movía los huevos en la sartén con más fuerza de la necesaria.
—Nos mudaremos, Lia —dijo sin mirarme—. Tu papá compró una casa para los cuatro y cuando tú tía o tu abuela nos visiten, no queda muy lejos de aquí. Podrás visitar a Jane.
-¿Que?- casi me ahogo con el café.
Mudanza? ¿Pero que? así de la noche a la mañana.Un nudo se formó en mi estómago, mezcla de tristeza y… ¿alivio? ¿Alivio de huir de un chico que ya me estaba complicando la vida sin siquiera conocerlo?
- Mamá como es que nos vamos a mudar ¿Y apenas me lo dices?
- Si hija pude comprar una casa no muy lejos de aquí. Es más amplia para que podamos vivir más cómodos.- dicei papá comiendo su desayuno.
- ¿Que pasará con esta casa? ¿Ya la vendieron?- pregunte, se que necesitamos una casa más grande pero... Así de repente?
- Ya la compraron y nos iremos mañana ya hablamos con mary Ludian. Empezamos a empacar hoy mismo para irnos mañana. Me tengo que ir debo hacer algunas cosas.
- Está bien. Si no queda tan lejos de aquí- dije deprimida ¿Porque está mudanza tan repentina? ¡¿Y porque ahora?!
- Entonces nos vamos? No está tan mal, pero ¿que pasará? ¿Seguiremos estudiando en el mismo lugar? - preguntaron ambos.
- Pueden que tengan razón tal vez sea bueno además no nos vamos a ir muy lejos ustedes seguirán estudiando en el mismo lugar. En cuanto a Lia ella está esperando las inscripciones de la universidad.
Empecemos a empacar todo entonces.
Mi teléfono no paraba de vibrar. El grupo de chat de Mad& Marvelous estaba en llamas. Mi teléfono IVA a explotar.
Angela: ¡¿Y bien?! ¡¿Vamos a hablar del Adonis que se te llamo ayer para "hablar" contigo?!
Mari:JURÉ que te había secuestrado. Esas películas de Lifetime me tienen mal.
Vicky:Detalles, Lia. ¿Nombre? ¿Edad? ¿Signo zodiacal? ¿Vive aquí o es turista?
Mis dedos volaron sobre la pantalla, mentiras fáciles y fluidas.
- Jajaja, relájense, drama queens. No era nadie. Solo me estaba preguntando algo sin importancia.
Mentira.
- Ni sé su nombre. Así que dejen de presionar, hablamos luego estoy ocupada.
Cerré el chat sintiendo una punzada de culpa. No eran mentiras completas, pero tampoco era la verdad. La verdad era demasiado absurda para contarla. “Sí, chicas, un chico random me dijo que me amaba a primera vista y me llevó en su moto”. Me hubieran internado.
No les puedo decir que me voy a mudar en estos momentos.
Decidí concentrarme en lo importante: empacar. Abrí mi closet y empecé a sacar ropa, enfocándome en el tacto de las telas, en el olor a naftalina de los suéteres viejos, en cualquier cosa que no fuera el recuerdo de Alex.
Fue en uno de esos momentos de distracción, con una pila de playeras viejas en los brazos, que mi teléfono volvió a vibrar. Una notificación de Instagram.
Nueva solicitud de seguimiento de: alex.uscat
La pila de playeras se me cayó de las manos al suelo. Mi corazón dio un vuelco salvaje, traicionero. ¿Cómo…? ¿Cómo me encontró? Claro, mi perfil era público, mi usuario era @liafuller… ¡Estúpida! Respiré hondo. No iba a entrar en pánico. Era solo una solicitud.
Su foto de perfil era una selfie de el vistiendo un traje negro. Era una foto de espaldas, en lo que parecía un mirador, mirando un atardecer sobre una ciudad que no era Carutal. Se veía… pensativo. Lejano. Nada que ver con el chico intenso de anoche. La curiosidad pudo más que la prudencia. Después de unas horas acepté la solicitud.
Casi inmediatamente, aparecieron los tres puntos de que estaba escribiendo. Me quedé paralizada, mirando la pantalla.
- Pequeña.
- Pensé que ibas a ignorar mi solicitud.
¿Pequeña? Otra vez eso. Apreté los dientes.
- ¿Quien eres?
- Sabes quien soy Pequeña.
- No me llames así.
- ¿Por qué? Es lo que eres.
- ¿Y tú quién eres para decidir lo que soy? No te conozco.
Ahí estaba. Poniendo el muro. Recordándoselo a él y recordándomelo a mí.
Hubo una pausa larga. Tan larga que pensé que se había aburrido. Hasta que llegó su respuesta.
- Tienes razón. No me conoces.
- Y yo sólo sé que te vi jugar fútbol y que subiste a mi moto sin matarme.
- No es mucho para empezar.Pero quiero que nos conozcamos.
Lo leí una, dos, tres veces. Era más vulnerable de lo que esperaba. Menos seguro. Mi pared se agrietó un milímetro.
- ¿Por qué?
- Porque no creo en las casualidades. Y porque, aunque pienses que es una locura, algo pasó anoche. Al menos para mi.--Lia no soy el tipo de persona que muestre lo que siente eso es solo una debilidad. Pero no sé que coño me hiciste. Desde ese día no dejo de pensar en ti ni un segundo.
Sentí un calor subiéndome por el cuello. Él no soltaba. Era persistente.
- Alex.
- No me digas que no ahora. Sólo déjame intentar conquistarte. De verdad. No con frases hechas. Con hechos.
“Conquistarte”. La palabra sonó distinta en el chat. Menos a drama y más a… promesa.
- ¿Una cita? Una real. Con comida y conversación. Nada de acorralarte.
Sonreí a pesar de mí misma. Estaba usando mis palabras en mi contra. Era irritantemente inteligente.
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Editado: 23.09.2025