Alex...
La pantalla del móvil se que quedó en negro. Lo deje sobre la mesa del estudio, junto a los planos de la nueva adquisición hotelera de mi padre, que me suplicaban a gritos que los revisara. No podía concentrarme. Ni en eso, ni en mañana ya que iremos a Margarita. No me concentro en nada joder.
Solo podía concentrarme en un nombre: Lia Fuller.
Dos días. Exactamente cuarenta y ocho horas sin responder. Para cualquier otro, ese silencio sería una sentencia. Para mí, es un problema que no puedo ignorar, ni dejar pasar. Y aunque no pueda permitirme mostrárselo, lo tengo claro... no voy a dar un paso atrás.
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El aire cálido y húmedo de Margarita cargaba el salitre del mar y el murmullo constante de la familia en una villa. Mi padre, en la terraza, hablaba de inversiones en vos alta con uno de sus socios. Mi madre planificaba alguna excursión para Katherine Apollo y ella.
Y yo,en medio de todo completamente aislado.
¿Qué clase de comida?
Una sonrisa instintiva se dibujo en mis labios. No había dicho que si,pero tampoco había dicho que no. Era una rendija. Una mínima abertura en ese muro de prudencia que había levantado a mi alrededor. Y yo era experto en colarme por rendijas.
"Pequeña", repetí mentalmente, saboreando la irritación que le causaba. Era tan... Tangible . Esa chica se había subido a mi motocicleta con una mezcla de terror y valentía que me dejó sin aire. Y ahora del otro lado del mar, se convertía en una obsesión.
- Alex,¿Vas a venir? ¡Apollo quiere hacer jet ski!- la voz de Katherine interrumpe desde la silla de playa en la que estaba acostado.
- Luego- murmuré, sin apartar los ojos de la pantalla-. Tengo algo que resolver.
- ¿Qué? Hermano,se supone que estamos de vacaciones.
- Dije que luego Katherine- espete, con un tono que no admitía discusión. Se fue refunfuñando.
Voy a estar ocupada en casa así que no podré salir.
El mensaje resonó de nuevo. Mi instinto, el que me ha salvado de mil negociaciones, se puso en alerta. No era un rechazo. Era una evasiva. ¿Ocupada? ¿Con qué? Una punzada de...¿Celos? Yo Alex Uscategui¿Celoso?¿Desconfianza?...me recorrió. ¿Había alguien más? ¿Ese "ocupada" era un código?
El puño se me cerró sin querer. La posesión fue instantánea, irracional. No. No era así.
El tiempo que sea necesario Pequeña.
Lo había escrito. Y lo mantendría. La paciencia nunca había sido mi virtud, pero por ella... Por ella aprendería.
De repente, el intercomunicador de la villa sonó. Era la recepción.
- Sr. Uscategui hay un mensajero para usted. Un paquete.
- Que lo suba- dije, con fastidio que apenas disimulaba mi curiosidad. No esperaba nada.
Minutos después, un joven con uniforme me entrego una caja plana y rectangular.No tenía remitente. La abrí con desconfianza que pronto se convertiría en fría ira.
Dentro había una sola foto. Era de esa noche. Una imagen granulada, tomada desde lejos con un teleobjetivo. Yo, apoyado en mi motocicleta. Lia, frente a mí,con los brazos cruzados y esa expresión entre desconfianza y fascinada que me vuelve loco.
Escrita en la parte posterior, con una letra pulcra e impersonal, una sola frase:
"¿Tu padre sabe en qué estás invirtiendo tu tiempo ahora?"
El aire se helo en mis pulmones. Una fría ira me recorrió las venas. No era una amenaza directa. Era un recordatorio. Un aviso. Alguien me estaba vigilando. Al igual que Lia.
Mire la foto de nuevo,a Lia. Su inocencia, la que yo mismo quiero corromper,su mundo, chocando de frente con la mierda que quiere joderme.
Cogí el teléfono, la tensión convirtiendo cada movimiento en algo brusco. Marqué el número de mi mano derecha, Rían.
- Rastrea todo. Ahora- espete sin preámbulos-. Y aumenta la discreción en el perímetro. Objetivo prioritario: Protegerla. Sin que se note.
- Entendido.Señor, la señorita se mudo de casa. Tenía que informarle.
- ¿Se mudo? Eso era...nuevo.-De acuerdo. Mantenme al tanto de todo. Regreso en dos días.
Quién dice que frialdad y calculo no pueden ir de la mano con un deseo silencioso... Simplemente no conoce a Alex Uscategui.
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Editado: 23.09.2025