Primeras veces: Cuando el amor es tu mayor miedo

Capítulo 12: Devuelve lo que robaste

―Ya te dije que estoy acostumbrada a bañarme en piscinas con trajes de baños muy cortos ―volví a tirar piedritas al agua.

―Ahora no estás en una piscina, Cris, estás en un río, semidesnuda y sola conmigo.

―Y ya he estado otras veces, en este mismo río, semidesnuda y sola contigo. ¿Qué te pasa? ―Esta vez sí lo miré. Él también me miró.

No estaba tranquilo, eso se le notaba de lejos y él me lo confirmó cuando se puso de pie muy rápido.

―Vámonos, ¿si? ―dijo casi en una súplica.

Me puse de pie también.

―¿Qué te pasa? Estás muy extraño hoy.

―Estoy normal.

―Claro que no. Estás más callado, distante y pareces, ¿incómodo? ―se pasó la mano por el pelo ―¿es por el beso?

Me miró los labios y apartó la vista muy rápido como alguien al mirar el sol directamente.

―De verdad, te agradecería mucho que te vistieras.

Solté un suspiro.

―Está bien, pero no creas que olvidaré la pregunta que te hice.

Busqué la ropa que estaba sobre una piedra y me vestí bajo sus ojos, aunque siendo bastante consciente de que me estaba observando y como eso volvía mis movimientos un tanto torpes.

―¿Mejor? ―pregunté en broma y él me miró mal ―bien, ahora responde la pregunta que te hice.

―¿Por qué cambiaste de idea y no te fuiste?

Tomaré ese desvío de tema como un “sí, Cris, estoy así por el beso”.

―Hablé con mi tía y me convenció de durar dos semanas más y decidir después si aún quiero irme.

―¿Y si en dos semanas quieres irte que pasará?

―Volveré a vivir con ella, hasta que se case en unos meses ―Probablemente mi tía no querrá que me marche, pero lo voy a hacer igual.

―¿Y si quieres quedarte? ―otra vez, sentí que quería que no me fuera.

―Pues, imagino que pasaré aquí las vacaciones y después me iré a la universidad ―estábamos de pie el uno frente al otro con el sonido del agua y la brisa de fondo.

―¿Así que te vas a ir igual?

―Técnicamente sí, pero si decido irme antes de las dos semanas, no pienso volver para este lugar. Igual... no pensemos en eso ahora, lo importante es que estoy aquí y estamos juntos, ¿no?

Me sonrió.

―Tienes razón, estamos juntos.

Miré sus labios y el recuerdo del día anterior volvió a mi mente. No sabía cuántas veces lo había revivido, pero sí sabía algo: quería volver a experimentarlo.

―¿Sabes? ―me empecé a acercar a Anthony despacio ―tú me robaste algo y quiero que me lo devuelvas ―lo atraje hacia mí y lo besé torpemente.

Él tardó unos pocos segundos en reaccionar y cuando lo hizo fue intenso, nada parecido al beso lento y delicado que me había dado el día anterior, se aferró a mi cintura como si fuera su salvavidas, mientras yo enterraba mis dedos en su pelo. Las sensaciones esta vez fueron más intensas, había una fiesta de emociones en mi cuerpo y no quería que acabara.

Nos separamos lentamente.

Anthony seguía con sus manos en mi cintura y, cuando nuestras miradas coincidieron, vi un brillo diferente en sus ojos o tal vez estaba delirando porque seguía bajo los efectos del beso.

Le sonreí y él hizo lo mismo.

―Creo que ya podemos irnos ―dije mirando a nuestro alrededor. Seguía siendo el mismo día soleado, el río no había cambiado su cauce y la brisa seguía moviendo las hojas y acariciando mi piel con ternura, pero aún así parecía que todo hubiese cambiado.

―También lo creo ―soltó mi cintura y empezamos a caminar.

El regreso era silencioso, tanto que, si no pudiera escuchar las hojas secas que íbamos pisando, pensaría que Anthony se había quedado atrás, sin embargo, cada vez que volvía la vista para verlo él me estaba mirando y eso por alguna razón me quemaba el pecho.

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¿Sentiste mariposas? Cuéntamelo 🦋💖.




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