Era temprano por la mañana, Lily salió de compras con su mamá, y los chicos tenían sus propias cosas que hacer, por lo tanto, no me quedó más opción que salir a caminar solo.
Pude haberme quedado en casa para leer algo, pero ya leí todos los libros de mi casa, y no tengo la energía para releer ahora.
—Vaya… —comenté para mí mismo— He pasado tanto tiempo junto a Lily, que no recordaba lo aburrido que es caminar solo por la calle y sin nada que hacer. Al menos ella hacía alguna broma para matar el silencio.
"Creo que iré al parque, no se me ocurre otra cosa."
—… —voltee hacia atrás ante una extraña sensación.
"Que extraño, desde hace cinco minutos que tengo la sensación de que alguien me observa. ¿De qué se tratará?"
………
……
…
Continué caminando hasta que finalmente llegué al parque. Se veía como cualquier parque, ya saben, árboles, bancas, césped, un camino para las personas, y el ocasional hombre mayor que alimenta a las aves.
—Bien. ¿Y ahora qué hago? —pregunté mirando alrededor— No parece haber nada interesante por aquí.
*crujido*
—¿Eh? ¿Qué fue eso? —pregunté volteando hacia atrás.
"Sonó como si hubieran pisado una rama, pero no hay nadie a mi alrededor, no entiendo lo que sucede. Evitaré pensar en ello, no quiero terminar paranoico."
Me senté en una de las bancas de madera para descansar y relajarme.
—Es refrescante estar sentado bajo la sombra de un árbol… —comenté para mi mismo.
—¿Por qué le agradas tanto? —preguntó una voz misteriosa.
—¡Aah! —grité levantándome de la banca.
—… —la extraña se quedó mirándome de manera amenazante.
Había una chica parada al lado del árbol que me brindaba una sombra en la banca donde estuve sentado. Bastante rara por cierto.
"¿Quién es ella?, nunca la había visto antes. Su cabello cubre su ojo derecho y tiene las puntas de color morado, además lleva algo en sus manos, eso es… ¿un conejo de peluche?, ¿quien rayos es ella?"
—Eres bastante cobarde. —comentó la extraña.
—¡Oye, no soy ningún cobarde!, además, ni siquiera sé quién eres.
—No me importas lo suficiente como para decirte mi nombre.
—Eres irritante ¿lo sabías?
—Eres libre de creer lo que quieras, no me importa.
—Hmm… tú eres la que me estaba siguiendo, ¿no es así? —pregunté a la extraña mirándola con sospecha.
—…
—Responde.
—*suspiro* Si, yo te estaba siguiendo.
—¿Puedo saber el motivo? —pregunté.
—No.
"Esta chica enserio está empezando a irritarme, ni siquiera Leo es tan molesto."
—No se a que estarás jugando, —dije mirándola directamente— pero no me divierte para nada, y te recomiendo que dejes de seguirme, porque alguien que hace lo mismo que tú, no puede estar bien de la cabeza.
—No lo entiendo…
—¿Qué es lo que no entiendes? —pregunté.
—¿Por qué le agradas tanto? —repitió la pregunta.
"¿'Agradarle tanto'?, ¿de quién está hablando?"
—No sé de quién hablas. —respondí.
—Pensé que la chica sería un problema, pero el que más le agrada eres tú. —murmuró la extraña para sí misma.
"No termino de entender nada, ¿esta chica estará bien de la cabeza?"
—No sé a lo que te refieres, pero yo me largo de aquí. —dije volteándome de lado.
—Yo también me iré.
"Esa chica es muy extraña, y al mismo tiempo siento que me asusta, además, ¿porque lleva ese peluche consigo? Bueno, no es que me importe realmente."
Una rafaga de viento apareció de repente, haciendo bailar las hojas de los árboles.
Con el rabillo del ojo, pude ver que algo salió volando de la chica extraña y caía al suelo junto a mí.
"¿Uh? ¿Qué es esto?"
—Es una carta. —dije levantando el objeto— ¡Oye tú, se te cayó esto!
—¿Eh…? ¡No lo leas! —dijo la extraña alzando la voz.
"Tiene una etiqueta en forma de corazón, y dice… ¡¿Para… Alexis Mercier?!"
"No puede ser… ¡Esto es una carta de…!"
—¡Suéltala! —grito la chica extraña quitándome la carta de las manos.
—…
—¿La leíste? —preguntó la chica mirándome de manera amenazante.
—¿Eh? Yo… no, descuida, no leí nada, enserio.
—Lo sabía. Si lo leíste. —dijo la chica guardando nuevamente su carta.
—¿Eh? Bueno si, pero solo lo de encima, no abrí el sobre ni nada parecido, te lo juro.
—¿Se lo vas a decir? —preguntó la chica.
—¿Decir qué…?
—Sabes de lo que hablo, ¿se lo vas a decir? —repitió la pregunta.
—No lo haré, lo prometo. Y también… lamento haber leído el nombre que decía en el sobre, no lo hice con mala intención.
—No te creo nada. —comentó la chica encogiéndose de hombros.
—¿Qué…? Pero ya te dije que yo no…
—No te creo nada de eso. Sé que te ganará la malicia y le terminarás contando todo a él.
"Esta chica ya me daba algo de miedo desde el principio, pero en este momento luce realmente furiosa. Una vez mi padre dijo, 'si me dieran a elegir entre luchar con leones, o enfrentar toda la ira de una mujer, siempre elegiría a los leones', y en esta ocasión, siento que dijo la verdad. Vaya… se siente raro darle la razón a mi papá en algo."
—Te estoy diciendo la verdad, no le contaré nada, además, no conseguiría nada haciéndolo.
—¿Por qué alguien como tú, puede estar tan cerca de él…? —preguntó la extraña.
—No comprendo a dónde quieres llegar con esto.
—¿Qué vio él en ti para que te permitiera ser su amigo? —continuó preguntando la extraña.
"Ahora que lo pienso, esa es una muy buena pregunta. Él es muy listo, demasiado diría yo, y hace espectáculos de magia para todos los que quieran verlo. Es una persona que sabe escuchar, y sabe dar los mejores consejos del mundo, eso lo tengo claro, pero fue él quien se acercó a mí. ¿Por qué?"
—No sabría como responder a eso. —respondí.
La chica misteriosa caminó hacia la banca en donde yo estaba, y se sentó abrazando con fuerza a su "conejo".
—¿Estás bien? —pregunté mientras caminaba hacia ella.