Primero loco que cuerdo Vol.3

Capítulo 4: Un megáfono en silencio

Luego de mi "revelación sentimental", decidí visitar a los otros grupos para ver cuánto han progresado en sus estudios. Y también para despejar mi mente, ya que en este momento mi cabeza es un desastre y no me puedo concentrar en nada sin que me salte la imagen de Lily riéndose por algo…

Es incómodo no poder sacar a alguien de tu cabeza, aunque por extraño que parezca, no soy capaz de recordar la apariencia de la Lily adulta, es como si mi mente hubiera bloqueado esa imagen a propósito. Quizás mi subconsciente está tratando de preservar esa imagen para el futuro, no lo sé.

Justo ahora estoy en la biblioteca, ya que revisaré cómo les ha ido a Erika y a Leo. Por esa razón, me acerqué a la bibliotecaria, que también es la tía de Érika, para preguntarle por su paradero.

Ella estaba muy concentrada en un libro de apuntes, mientras que una mano sostenía una taza de café, y la otra escribía nombres y números en una hoja de papel. Me pareció que estaba demasiado ocupada, pero aun así decidí interrumpirla, entre más rápido me vaya más rápido podrá volver a sus asuntos.

—Disculpe, soy amigo de su sobrina Érika. —le hablé— Se supone que ella debería de estar estudiando con otro amigo, ¿me podría decir si ellos están aquí?

—Oh, —reaccionó sorprendida ante mis palabras y me sonrió— no te imaginas lo feliz que me hace escucharte decir eso.

—¿Eh?, ¿decir que? —pregunté confundido.

—Que eres amigo de Érika. —respondió la tía dejando la taza de café a un lado— Ella nunca había tenido uno, o al menos nunca he sabido de uno. Pero ahora no solo trajo a uno para estudiar, incluso tiene a otro más que viene a buscarla, es bellísimo…

—Bueno, le alegrará saber que somos un grupo de seis amigos, no solo nosotros tres. —comenté con intención de alegrarla.

—¡¿En serio?, la amistad juvenil es tan hermosa! —exclamó la bibliotecaria limpiándose una pequeña lágrima.

"Oiga, no debería llorar por algo así, solo dígame si ellos están aquí o no."

—Bueno, ¿ellos están aquí? —pregunté volviendo al tema principal.

—Sí, ellos están aquí. —respondió suspirando con decepción— Me alegra que mi sobrina traiga a sus amigos, pero… ¿por qué tienen que ser tan ruidosos…? Ya perdí la cuenta de las veces en la que les pedí que bajaran la voz…

"Supuse que pasaría algo como esto. Leo y las bibliotecas no van bien juntos. Es como un toro violento en una tienda de cerámica, un caos absoluto."

—Descuide, yo me encargo. —afirmé.

Dejando con eso a la bibliotecaria, me dispuse a buscarlos por mi cuenta.

………

……

Me tardé cerca de treinta minutos, caminé pasillo tras pasillo, pero no lograba encontrarlos. Pensé en regresar para preguntarle a la bibliotecaria en donde se encontraban, hasta que ellos mismos revelaron su ubicación.

—¡Pero ¿por qué?! —gritó Leo evidentemente irritado— ¡¿Por qué las matemáticas deben tener tantos números?! ¡¿Acaso no saben lo complicados que son?!

"En este momento me doy cuenta de que Leo jamás podría ganar el juego de las escondidas."

Me acerqué hacia el origen del grito, y ahí estaban.

Leo estaba de pie a punto de agarrarse a golpes contra un libro de matemáticas, y Érika hacía todo lo posible para tratar de detenerlo. Ambos estaban en un área neutral con mesas y sillas de madera, donde uno puede sentarse a leer tranquilo, estudiar, o hacer sus tareas. Pero creo que este no es el caso, y no me sorprende que ellos sean los únicos aquí, nadie debe de querer acercarse con tanto ruido.

"Supongo que tendré que intervenir."

—¿Qué están haciendo ustedes dos? —pregunté haciendo presencia en escena.

—¡¿Eh?! ¡Oh, hermano! ¡Ven aquí hermano, ayúdame con esto, este libro trata de jugar con mi mente! —exclamó Leo alzando los puños como si fuera a luchar contra el libro frente a él.

"Es imposible hablar con él en este momento, tendré que preguntarle a la voz de la razón."

—Érika, ¿qué está pasando aquí? —repetí la pregunta.

—Yo… He tratado de enseñarle distintos temas… pero todos terminan así. —respondió Érika dando un suspiro de decepción.

—Hm… ¿Quieres que te ayude? —pregunté.

—Sí, por favor vicepresidente, —respondió preocupada— a este paso, mi tía no nos dejará volver a estudiar aquí.

"Sé que le acabo de ofrecerle mi ayuda, pero siendo sincero, no se me ocurre nada que pueda hacer, ni siquiera los maestros son capaces de hacer que se calle, ¿cuál sería la solución a esto?"

"Si Alex estuviera aquí, quizás pensaría en algo, él siempre está ideando planes malévol- digo, complicados. Pero él está ocupado ahora, es mi deber arreglar esto. Soy el vicepresidente de nuestro club después de todo, si la presidenta no está, soy yo quien debe poner el orden."

—Oye Leo, ¿podrías tratar de no gritar mientras estás aquí? —pregunté.

—¡¿Eh?, ¿por qué?! —preguntó Leo volteando a verme.

"Ya se me ocurrió algo."

—Porque le estás ocasionando problemas a Érika con su tía, y no creo que tú, quieras ser el responsable de una pelea familiar de otros, ¿no es así? —lo miré entrecerrando los ojos imponiendo mi autoridad.

—… —Leo se paralizó con una expresión de preocupación.

"¿Habrá funcionado? No creo que ocurra lo de la pelea familiar, pero sí les está causando problemas, tarde o temprano lo tenía que entender."

—L-Lo siento Erika, no sabía que te estaba dando problemas, pero es que este libro… —comentó Leo mirando al libro de matemáticas con absoluto rencor.

"Vaya, parece que lo entendió bastante rápido, aunque se sigue quejando del libro, pero al menos es un avance."

Me quedé en silencio pensando en las posibles oportunidades en las que Leo literalmente se peleó con un libro, y mi mente no pudo evitar imaginar a este tipo sobre un ring de box, pisando un gran libro alzando un cinturón de lucha libre mientras se ríe a carcajadas.

—...

"¿Qué demonios estoy imaginando…?"

—Oye Erika, ¿de qué forma tratas de enseñarle a Leo? —pregunté.



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En el texto hay: recuentos de la vida, drama, romance y humor

Editado: 23.07.2022

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