Hoy es seis de diciembre, hay nieve por todos lados, y apenas ayer regresamos a la escuela.
El día escolar apenas acaba de empezar, y todos los miembros del Club de los Amigos están en sus respectivas aulas. Todos habíamos acordado encontrarnos durante la hora del receso, donde aparentemente, Leo nos iba a dar "una gran noticia". Ninguno estaba enterado del contenido de aquella noticia, así que no nos importó mucho el tener que esperar.
Siendo sinceros, "el fortachón" se veía muy animado y es más, a veces hasta temblaba de la emoción desde su asiento. El profesor Éduard notó esto, pero al ver que se trataba de Leo simplemente decidió ignorarlo.
Los murmullos entre los demás estudiantes en el aula no se hicieron esperar, rápidamente todo el mundo comenzó a sacar sus propias teorías sobre el porqué de esas reacciones.
Algunos estaban preocupados.
—¿Estará enfermo?
—Quizás se está resfriando, a veces te provoca escalofríos.
—Tal vez no esté acostumbrado al frío, digo, no cae nieve en todos lados.
—Rayos, debí haber traído el abrigo extra que compró mi mamá, podría habérselo prestado para que no sienta tanto frío. Pobre chico.
Otros estaban criticando al profesor.
—¿Qué le pasa a ese tipo? ¿Acaso no se da cuenta que el chico de enfrente está temblando de frío?
—Estoy cansada de la indiferencia de este sujeto, ¿por qué se hizo profesor en primer lugar?
—¿Cómo puede estar sin hacer nada para ayudarlo? ¡Hmph! En este momento me alegro de que la profesora Elizabeth no te haga caso.
Y por supuesto, no faltó el ocasional comentario payaso.
—Heh… Creo que lo dejaron en modo vibrador.
"Parece que Leo se llevó la atención de todos en la clase, nadie le presta atención al profesor. Bueno, tampoco es que sea algo nuevo."
Lily, que estaba sentada a mi lado, también comenzó a preocuparse un poco por Leo. Sin mencionar que la curiosidad la carcomía por dentro.
—Timy… ¿Cuánto falta para el receso? —me preguntó en voz baja.
Miré el reloj colgado sobre la cabeza del profesor antes de responder.
—Casi dos horas.
—Mm… ¿No puedes hacer algo para que el tiempo avance más rápido?
"Si pudiera hacer eso, me hubiera saltado la clase cada vez que el maestro nos contaba su vida de adolescente para darnos una lección."
—Solo busca algo con que distraerte, no nos queda otra opción. —respondí y agregué— Yo también siento cierta curiosidad por saber, pero solo nos queda ser pacientes.
Lily continuó quejándose en silencio y haciendo pucheros mientras veía el reloj, quizás piensa que de esa forma irá más rápido, pero dejaré que se de cuenta por si sola.
Los murmullos del salón continuaron por unos minutos, hasta que de pronto alguien interrumpió nuestra tranquilidad.
La puerta del salón fue abierta de golpe, y todos se giraron inmediatamente hacia ella, algunos estaban tranquilos como yo, mientras que otros habían saltado del susto, como Lily.
—...
Esperamos unos cuantos segundos, pero nadie entraba.
—...
Y seguían sin entrar.
—...
En fin, nadie se acercaba. Parecía que aquella persona había huido, aunque no faltó el paranoico que afirmó que era un fantasma.
Justo cuando estaba apunto de ignorar lo sucedido y continuar esperando, el profesor Éduard llamó aparentemente a la nada.
—¿Vas a entrar o no?
Todos miraron expectantes a la puerta del aula, pero nadie se acercaba.
"¿Finalmente se habrá vuelto loco? Vaya, por fin sucedió, y después de que le dijeron que no tomara tanto café."
Me lamenté por la aparente locura que estaba desarrollando mi profesor, hasta que una pequeña sombra comenzó a asomarse por la puerta. Mi atención fue nuevamente dirigida a la entrada del aula, y en ello, ella apareció.
Una niña ingresó a nuestro salón. Caminaba de forma elegante y digna, como una chica de la alta sociedad; mantenía sus ojos cerrados mientras llevaba un pequeño libro entre sus manos, reflejando su absoluta tranquilidad.
Se detuvo en frente de todos, se giró en nuestra dirección, e inmediatamente abrió los ojos.
Era una niña bastante curiosa. Su estatura era bastante baja, quizás alrededor de 1,40; casi parecía una chica de secundaria pese a llevar nuestro uniforme.
Sus redondos y grandes ojos cafés le daban cierto aire infantil a su aspecto, que se mezclaba a la perfección con el aura de madurez que emanaba de ella.
Su cabello era bastante curioso. Uno pensaría que el cabello verdoso de Érika sería extraño, pero no es nada comparado con el cabello plateado de esta chica, un tono plateado que casi se asemejaba al blanco; este era largo, y lo llevaba sujeto en una elegante cola de caballo.
La niña paseó sus ojos por los rostros de todos, casi como si nos estuviera examinando, y una vez terminó decidió hablar. Aclaró su garganta de forma sutil y elegante, y comenzó con su enunciado.
—Buenos días. Como ya sabrán, mi nombre es Rin White, y soy la vicepresidenta del consejo estudiantil. Los miembros del consejo estamos entrando salón por salón con la intención de informarles que hay una vacante con nosotros.
"¿Una vacante? Espera, ¿tenemos consejo estudiantil? ¿Cuándo fueron las elecciones, y porqué me entero hasta ahora?"
—Todos los cargos en el consejo están ocupados, —continuó Rin— a excepción de uno. Un contador. Teníamos uno con nosotros, pero tuvo que dejar el cargo por motivos de salud, y de ahí el puesto libre.
"Contador, eh. No suena mal, yo podría hacerlo si quisiera, he ayudado con las cuentas de mi papá cada vez que él se equivoca. Digamos que tengo experiencia laboral, pero sinceramente no quiero postular para el cargo, sería un fastidio."
—La participación es libre, por supuesto, pero basándonos en sus calificaciones, hemos destacado a algunos de ustedes con la cantidad de habilidades necesarias para ejecutar esta labor.
Rin abrió tranquilamente el pequeño cuaderno entre sus manos, luego pasó algunas páginas, hasta que finalmente halló lo que buscaba.