Pese a lo sucedido anteriormente, el infierno que me tocó vivir dentro de mi casa se desvaneció casi tan rápido como inició.
Lily y Emilia parecían haber hecho las paces al fin, ya que luego del tercer día bajo el mismo techo, eran capaces de tener una charla normal lejos de toda clase de pelea, discusión o debate.
De hecho, fue tan increíble que no sólo me sorprendieron a mi, sino que a mis padres también, ya que ellos fueron testigos de sus continuas discusiones.
Los tíos de Emilia llamaban a diferentes horas del día para saber si su sobrina se hallaba bien.
Ocasionalmente hacían preguntas sobre si había comido de manera apropiada, si le era difícil conciliar el sueño en una casa extraña, si se había llegado a sentir enferma, o cualquier otro tema en particular.
Era evidente que sus tíos se preocupaban mucho por ella, lo que demostraba el gran aprecio que le tenían, sumado a la linda y deslumbrante sonrisa que se formaba en el rostro de Emilia cuando estos llamaban a mi casa.
Sin lugar a dudas estaba empezando a disfrutar de esta sensación de paz. Pero como todo en esta vida, nada es eterno.
………
……
…
Ya por el cuarto día, me había acostado sobre el sofá luego de ayudar a mi papá con un trabajo, el cual nos dejó extremadamente agotados a ambos.
Él fue hasta su habitación donde trataría de dormir un poco, mientras que yo tomaría una pequeña siesta en la sala.
Fiera apareció en la escena y se acostó a mi lado mientras ronroneaba, lo que me pareció tan adorable, que no pude hacer más que acariciar su cabeza hasta quedarme dormido.
Sin embargo, ya cuando me hallaba en el mundo de los sueños, una extraña sensación me hace querer abrir los ojos.
Era como si algo pesado hubiese caído sobre mí, o como si me hubieran cubierto por varias sábanas, lo que me daba cierta sensación de pesadez y calor.
Fue entonces cuando un aroma bastante dulce me hizo cosquillas en la nariz, a la par de una extraña suavidad que rozaba mis manos. Una sensación misteriosa, pero a la vez muy nostálgica.
Cuando finalmente tomé la decisión de abrir los ojos, lo primero que vi fue algo de color azul oscuro, que yacía bastante cerca de mi rostro.
Solo me tomó un segundo descubrir que se trataba de cabello, y la única persona que yo conocía con ese color de cabello era… Lily.
Y sí, cuando observé el entorno con más detalle, pude ver que Lily yacía acostada junto a mí, durmiendo plácidamente mientras se acurrucaba en mi pecho con ternura.
También pude ver que mis brazos estaban envueltos a su alrededor, dando la impresión de que estábamos durmiendo abrazados como una pareja felíz.
Aquello no me molestaba en lo absoluto, de hecho, me hacía sentir feliz cuando Lily me daba esta clase de sorpresas, y sintiéndome conmovido por su dulzura, comencé a acariciar su cabello con una de mis manos, tal y como a ella le gusta.
Era un momento realmente placentero, y unos segundos después, Lily se despertó, guiando sus cansados ojos hacia mí.
Una tierna sonrisa se dibujó en sus labios al verme, y comenzó a acercarse aún más a mí, sintiéndose a gusto con mi tacto.
No podría cambiar estos momentos con ella por nada en el mundo.
Podrían ofrecerme la fortuna de Leo, la inteligencia de Érika, las habilidades marciales de Alicia o el ingenio de Álex, pero todo eso palidece contra la posibilidad de tener a Lily entre mis brazos, y poder observar esos hermosos ojos.
Sin duda alguna, una obra maestra hecha mujer.
Ni siquiera sé en qué momento sucedió, pero cuando volví a mis sentidos, mis labios se habían fundido con los de Lily, donde fui capaz de sentir su extrema dulzura, y aquella calidez que la identifica.
Momentos así es lo que le daban un sentido a mi vida, y apreciaba todos y cada uno de ellos por igual.
—¡¿Qué están haciendo en mitad de la sala, par de calentones?!
Lily y yo dimos un salto del susto, solo para encontrar a Emilia frente al sofá, quien sostenía un libro entre sus manos, y nos miraba con absoluta desaprobación.
Sin embargo, pese a que yo intenté decirle a Emilia que esto era natural entre nosotros, Lily se me adelantó, y terminó diciendo otra de sus provocaciones de guerra.
—¿Celosa?
—¡¡...!!
“Ay, no… lo que faltaba…”
*Nota: Pobre Tomas, él solo quiere vivir en paz.*
—¡¡Nunca podría estar celosa de ti, niñita llorona!!
—¡Sí no lo estás, entonces ve a otro lado y déjanos continuar demostrarnos nuestro amor! —respondió Lily, alzando la voz frente a Emilia.
—¡¡Háganlo en una habitación cerrada, y no a la vista de todos, parecen conejos en primavera!! —se quejó Emilia, totalmente indignada.
—OK.
Tan rápido como empezó la discusión, así de rápido se terminó, con Lily tirando de mi brazo, guiándome lejos del sofá en el que estábamos.
—O-Oye, ¿a dónde me llevas? —pregunté, tratando de comprender las acciones de Lily.
—A tu cuarto —respondió, mostrando una sonrisa pícara—. Allí nadie podrá decirnos nada sin importar cuántos besitos nos demos, jiji.♡
Me sonrojé como un tomate antes de darme cuenta, mientras dejábamos a Emilia en la sala, quien se seguía quejando de la actitud de Lily.
—¡¡NO ESTOY CELOSAAAAAAAAAAAAAA!!
………
……
…
Esta era la primera vez que pasaba.
Lily y yo nunca habíamos requerido de un lugar oculto para actuar como una pareja, y sin embargo, solo mírennos ahora.
Estábamos en mi habitación, acostados sobre mi cama mientras continuábamos con la sesión de afecto que quedó inconclusa en la sala.
Esto no era raro para nosotros, pero aún así se podía percibir cierta emoción al tener que hacerlo a escondidas del resto. Como aquel sentimiento de adrenalina cuando te enfrentas al peligro de ser descubierto.
Aunque eso no fue lo único que cambió, la actitud de Lily también lo hizo, ya que había empezado a besarme de una forma más… ¿provocativa? ¿Apasionada, quizás?