Primero loco que cuerdo Vol.7

Capítulo 3: Las chicas también tienen deseos

La semana se esfumó en un instante, o al menos así fue como se sintió para nosotros, ya que nos divertimos en exceso.

Durante todo ese tiempo, jugamos en el mar, hicimos obras de arte en la arena, reforzamos nuestros lazos de amistad, y también nuestros lazos con nuestras respectivas parejas.

Esto último sucedió de una forma extraña, ya que era Ema quien les daba algunos consejos a nuestro grupo, y terminaban teniendo una revelación como nos pasó a Lily y a mí.

También trató de hacer algo con Leo y Érika, pero luego de que hablara con ellos, esos dos comenzaron a distanciarse.

Al principio pensé que había cometido un error y que eso terminó arruinando su confusa relación, pero Ema me aseguró que no era así, y que ese espacio entre ambos era lo que ese par necesitaba para alcanzar una clara resolución.

No sabía si eso era verdad o no, pero siendo ella la “gran experta, la doctora Krokus”, no me quedó más opción que dejar que pasara el tiempo.

Mi relación con Lily también ha tenido ciertos cambios, sobre todo cuando comenzamos a ejecutar los consejos de Ema.

Lily es más egoísta que antes, siempre haciendo lo que se le antoja, y buscando cualquier excusa para meterse entre mis brazos. Mientras que yo me he vuelto más libre con mis actos e ideas, siguiendo el egoísmo de Lily, pero sin sacar demasiado provecho de ello al punto de hacerla sentir mal.

Y aunque no lo creí, ambos nos sentimos más agusto que antes, probando la efectividad en los consejos de “la gran consejera”.

Otros que se vieron beneficiados con los consejos de Ema, fueron nuestros queridos maestros, Éduard y Elizabeth.

Ellos no tuvieron un progreso notorio, o al menos no fue uno que se pudiera ver a simple vista, pero según la misma Ema, su relación estaba avanzando bien, incluso sin su ayuda.

Nosotros quedamos sorprendidos al oír eso, pero nuevamente, decidimos confiar en la palabra de Ema.

Fue una semana divertida y emocionante, y estaba seguro de que los demás pensaban lo mismo. Lo que nos deja justo en el día de hoy, el último de nuestras vacaciones playeras.

Mañana por la mañana volveremos a casa, y estaba seguro de que este viaje quedará como un lindo recuerdo para todos.

Sin embargo, este último día terminaron pasando muchas cosas, causando un cambio en la mayoría de nuestro grupo.

No lo habíamos notado, pero el profesor Éduard no se lamentó durante la noche anterior, y las chicas tampoco pudieron platicar por la noche con la maestra Elizabeth como lo habían estado haciendo hasta ahora.

Aquello fue extraño, y siendo la hora del desayuno, decidimos buscarlos en sus respectivas tiendas de acampar, ya que ninguno salía al exterior.

La tienda de la maestra estaba vacía, lo que nos preocupó en un principio, pero cuando revisamos la tienda del profesor….

—¡...!

Todos nos quedamos en shock, ¿y porqué no lo estaríamos? Si tenemos esta “escena” sucediendo frente a nosotros.

El profesor Éduard sí estaba en su tienda, pero la maestra Elizabeth estaba con él. Ambos aún vestían sus trajes de baño mientras dormían abrazados, muy agusto por cierto.

Ema estuvo apunto de tomar una foto, pero Diego la detuvo, sabiendo que no deberían estar viendo esto en primer lugar.

Todos nos alejamos de ahí, y comenzamos a dialogar sobre lo que vimos, de forma tranquila, serena, y formal.

—¿Cuántas veces lo habrán hecho durante la noche? —preguntó Ema, sonriendo con malicia—. Yo digo que dos, ¿quién apuesta por más?

“Nadie te va a seguir el jueg…”

—¡¡Yo apuesto tres!!

“¡¿Leo?!”

—No puedo creer que ya hayan llegado tan lejos —comentó Rin, recordando a esos dos—. Hasta ayer el profesor Éduard parecía deprimido por no lograr ningún avance, y de un momento a otro comenzaron a dormir juntos. ¿No es extraño?

—Muy extraño —estuvo de acuerdo Emilia.

Justo en ese momento, alguien de nuestro grupo actuó con extremo nerviosismo, atrayendo la atención de todos.

Se trataba de Érika, quien al verse atrapada, no tuvo más opción que confesar.

—Y-Yo vi lo que pasó… anoche….

—¡¡Cuenta el chisme hermana, cuenta, cuenta!! —exigió Ema, explotando de la emoción.

*Nota: Ema nos representa.*

Resulta que la maestra Elizabeth salió durante la noche a dar su caminata por la playa como siempre ha hecho desde que llegamos.

Ella disfruta de los lugares naturales, donde la mano del hombre aún no ha modificado nada, y está playa no era la excepción.

Nada de esto era fuera de lo común, si no fuera porque la maestra Elizabeth se terminaría encontrando con otra persona en mitad de la noche, el profesor Eduard.

Él se acercó con total naturalidad, y ella lo recibió con un lindo saludo, como si su encuentro ya hubiera sido decidido desde antes.

Caminaron juntos por un rato, hasta que finalmente tomaron la decisión de regresar.

En medio de todo eso, hubo unos minutos en donde se perdieron de la vista de Érika, y cuando regresaron, lo hicieron misteriosamente tomados de la mano.

Ni siquiera ella sabe lo que pasó, pero lo que sí pudo ver, fue que ellos se iban a despedir cuando volvieron, dispuestos a ir cada uno a su propia tienda.

Pero entonces el profesor Éduard reaccionó, tomando de la muñeca a la maestra Elizabeth, frenando su avance de golpe.

Ella se giró hacia él con asombro, antes de que este le dijera algunas palabras que Érika no logró escuchar, y finalmente caminó junto a él, entrando juntos a la tienda del profesor Éduard, vigilando que nadie los estuviera mirando.

Y no volvieron a salir de ahí en toda la noche, dejándonos con la duda de qué fue lo que pasó en esos minutos que Érika no los pudo ver.

—¡¡Al diablo con todo, les voy a preguntar directamente!! —exclamó Ema, intentando volver a la tienda del profesor.

Diego, Leo y Emilia la tuvieron que detener estando juntos, ya que Ema estaba siendo más persistente de lo que imaginamos.




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