Annabeth se sostuvo fuerte en la cintura de Percy, descansando su mejilla en la espalda de él, tomando su calidez. Estaba nerviosa, pero agradecida de que finalmente estaba por recibir algunas respuestas. Toda esa escena en el parque hizo que perdiera su cabeza. Ella no podía hacer que tuviera sentido lo que esos tipos le dijeron a Percy o viceversa.
La única referencia que sabía para el término "Alfa" tenía que ver con perros o lobos. ¿Y quiénes eran ellos para decirle a Percy que él tenía que irse y a qué se refería que ella ya tenía pareja? Las preguntas se movieron alrededor en su cerebro una y otra vez, pero ella pudo encontrar ninguna explicación.
Luna, ¿te encuentras bien? Preguntó preocupado Percy.
Sonrió, no pudiendo evitar gustarle el hecho de que él estaba preocupado por ella. Se sintió bien que se preocupen por ella, no era que otros chicos se preocuparan por ella, pero se sintió bien viniendo de él.
Supongo que me encuentro tan bien como se puede esperar. No te alarmes si me vuelvo loca, o me desmayo, se pasará. Dijo con una pequeña dosis de broma en su voz. La verdad era que ella ya estaba en la línea de pánico. Cuando esos tipos le dijeron a Percy que tenía que irse, la mera idea de que él se fuera le causó dolor, ¿qué lío era ese?
Annabeth cerró sus ojos y se concentró en su respiración. Dentro y fuera, dentro y fuera, se dijo a sí misma. Sea lo que sea, cualquier cosa que te diga, no te vas a acobardar en la esquina y temblar como una cachorra asustada, se dijo firmemente. No, pero no prometo que no voy desmayarme de shock, no hay vergüenza en desmayarse, es simplemente la manera que el cerebro aguanta todo, necesito procesar todo este lío. Annabeth sonrió a su monólogo, preguntándose si otras personas se hablan a sí mismos de la misma manera. Probablemente no, pero todos tiene algo, ¿verdad?
Percy tiró en su calzada y mientras el apagaba el motor, todo pareció muy silencioso. Annabeth se bajó de su moto, sacándose el casco y sacudió su cabello. Levantó la vista para encontrase que Percy la estaba observando.
¿Qué? Le preguntó ella.
Para sorpresa de Annabeth, ¡Percy se sonrojó! Movió su cabeza lejos de ella y ella vio la pequeña sonrisa que había aparecido.
Perdón, es que, um, bueno, te viste atractiva sacudiendo tu cabello. Tartamudeó Percy. Annabeth realmente trató de no reírse pero falló totalmente. Lo miró, y vio que estaba avergonzado.
Percy, cómo puede ser posible que estés avergonzado de pensar que soy ardiente. Prácticamente babeo encima tuyo cada vez que te veo. Yo soy la que debería estar avergonzada Le confesó.
¿Lo estás? Preguntó Percy.
Supongo que debería, pero tírame un hueso, eres súper ardiente. No puedo cambiarlo así que lo acepto. Percy rió entre dientes cuando escuchó eso y le dijo, me sorprendes, Luna. Verdaderamente lo haces.
Era el turno de Annabeth de sonrojarse. Gracias Era todo lo que pudo pensar para decir. Percy tomó su mano mientras estaban caminando hacia la puerta principal; ella sintió calidez esparciéndose en su brazo y a través de todo su cuerpo solamente por estar sosteniendo su mano. Cuando Annabeth abrió la puerta, vio al hombre que había sido el conductor de la limosina cuando Percy llegó hace tres noches, parado en su sala de estar. Annabeth se congeló, no estando realmente segura de qué hacer.
Percy caminó alrededor de ella y fue hacia el hombre y lo abrazó justo como habían hecho en la noche que él llegó. Ok, pensó Annabeth, me estoy arreglando para tener un momento de nena de dos años.
¡MAMÁ! Gritó Annabeth ¡EN EL NOMBRE DEL REY ARTURO, ¿QUIÉN ES ESTE HOMBRE EN NUESTRA CASA, QUÉ MIERDA SABES QUE NO ME ESTAS DICIENDO, Y POR EL AMOR A TODAS LAS COSAS QUE NOS MANTIENEN SANAS, QUÉ DEMONIOS ESTÁ PASANDO?¡
En la cocina Atenea Chase cerró sus ojos y respiró profundo. Es hora, pensó para sí misma. Tenía la esperanza que este día nunca llegara, que Annabeth creciera y tuviera una vida normal, nunca afectada por tener la sangre de su padre. Aparentemente, fue mucho esperar. Atenea entró en la sala de estar.
Creo que es momento de decirte la verdad acerca de tu padre. Le dijo a su hija.
¿Por qué tuviste que esperar tanto para decirme algo, cualquiera que fuera la cosa que me estás por decir? Preguntó Annabeth, evidentemente dolida.
Atenea se sentó en el sofá, con las manos agarradas en su regazo, y sus ojos enfocados en el piso.
En realidad no, no tenía planeado decirte nada mientras nunca te afectara. Pensé que no había ninguna razón para añadir confusión al dolor a la partida de tu padre. Dijo Atenea
¡¿Alguna vez pensaste que esa no era tu decisión?! Annabeth estaba gritando ahora, estaba tan enojada y, sin embargo, sabía que su enojo era ilógico en la situación.
Annabeth, cálmate, ella sólo quería protegerte, no ocultarte cosas.Dijo Percy
Annabeth oyó la suave y confortante voz de Percy. Desafortunadamente, sólo sirvió para que se enojase más. Annabeth se volteó hacia él.
¡No me digas que me calme! ¡Todos en esta habitación parecen saber algo sobre mi vida que yo no, y, francamente, me saca de quicio, así que, apártate! Dijo Annabeth
Percy levantó sus manos en señal de rendición, y tomó asiento, en el apoyabrazos. Grover se sentó en la silla fea, dejándole a Annabeth el asiento que quedaba. No estaba lista para sentarse así que empezó a caminar alrededor de la habitación.
Lo siento, amor, es que veo que te duele y todo lo que quiero es consolarte, es MI trabajo consolarte, por favor aguanta esto conmigo un rato. Siéntate al lado mío, calma el animal dentro tuyo, por favor. El pensamiento de Percy era tan emocional que Annabeth se encontró caminando y sentándose al lado de él.