La respiración de Annabeth se quedó atrapada cuando Percy volteo a verla y vio sus ojos brillando, como cuando ves a un animal en la noche y la luz golpea sus ojos. Lucían de esa forma. Extraño, pensó ella.
Annabeth se dio cuenta, una vez que superó la conmoción por sus ojos, de que Percy estaba a punto de perder el control. No estaba segura de que podría pasar si él no recuperaba el control, y podía decir que estaba luchando lo más fuerte que podía por conseguirlo. No sabía qué hacer, ¿cómo podría ayudarlo?
Annabeth estaba demasiado ocupada mirando a Percy para darse cuenta que Thalia había caminado a su lado.
Te necesita para domar a la bestia que está rugiendo dentro de él por matar algo. Ve con él susurró Thalia y después la empujó hacia Percy.
Annabeth miró a Thalia y luego a Piper. Ella no podía creer que algo tan profundo había salido de la boca de Thalia.
Piper se encogió de hombros. ¿Quién lo hubiera sabido? dijo respondiendo a la pregunta no hecha de Annabeth. Annabeth volvió su atención a Percy mientras caminaba hacia él.
Estaba tan cerca que podía sentir su aliento en su rostro. Se acercó y alzó su mano hacia su mejilla; él cerró sus ojos y se inclinó hacia ella como un perro rogando ser acariciado. Annabeth se encontró sonriendo, pero después sintió su rabia, miedo y celos fluyendo hacia ella. Los ojos de Percy se abrieron de golpe y se quedó mirándola fijamente sin pestañear.
No tenía intención de asustarte. Diría que mi lobo es el que esta fuera de control, pero eso sería una mentira. En este momento el hombre está tan fuera de control como el lobo y eso me hace muy peligroso, Percy compartió sus pensamientos con ella.
Tú nunca me lastimarías, le dijo Annabeth con completa confianza.
No, es imposible para un Gris lastimar a su compañera. Pero otros sin embargo, inocentes o no, no pueden tener esa garantía. Me tengo que ir Annabeth, los lobos de Bryce pueden estar aquí en cualquier minuto y en el estado en que estoy no puedo garantizar ser civilizado con ellos, le dijo Percy.
Annabeth estaba sacudiendo la cabeza antes de que él incluso hubiera terminado de hablar.
No quiero que te vayas susurró ella.
Percy tiró de ella hacia un lado y se volteó para de esa forma dar la espalda a los demás y así ella estuviera oculta de su vista. El apartó el cabello de su cuello y la besó en el mismo lugar en que lo había hecho antes, el lugar donde dejaría su marca. Es mejor que sea su marca, Annabeth pensó.
Te amo, Luna le dijo Percy.
¿Qué significa Luna? le preguntó ella.
Te lo diré pronto, pero ahora no es el momento. Debo irme antes de que los otros lobos estén aquí Él la sostuvo por un momento más y luego se apartó.
Annabeth tomó su mano antes de que llegara muy lejos y lo jaló hacia ella. Ella lo miró a los ojos, aun viendo al lobo brillando allí.
Te amo, pero si dejas que ese Alfa me tome como su compañera, moriré para así poder ir y patear tú real trasero rumano, ¿entendido? le preguntó Annabeth.
Dilo de nuevo le dijo Percy.
¿Qué voy a patear tu real trasero rumano? empezó Annabeth.
No amor, di la primera parte dijo Percy con adoración.
Annabeth se dio cuenta de lo que él estaba tratando de decir y esto la hizo sonreír. Se inclinó más cerca de él, y susurró, Te-a-mo.
Gracias ella oyó decir a Percy tan suavemente que casi se lo pierde. Él la beso en la frente y volteó hacia los otros. Él miró a Grover, quien dio un paso al frente y expuso su cuello de nuevo.
Tú la protegerás con tu vida o la perderás dijo Percy en una voz que Annabeth nunca le había oído usar.
Grover se hundió en sus rodillas, no se veía como si él hubiera querido hacerlo; era como si alguien lo hubiera obligado. Oyó un gimoteo viniendo de Grover y luego Percy caminó hacia él y puso una mano sobre su cabeza. Él dijo algo en rumano y luego camino hacia la puerta de enfrente. Annabeth se apresuró a seguirlo mientras él abría la puerta y salía. Justo cuando ella salía un auto se detuvo en frente de su casa y dos hombres se bajaron. Annabeth le agarró el brazo a Percy, no por miedo por sí misma, sino por miedo por él. Percy instintivamente tomó la mano de ella sin pensar en el hecho de que Bryce había dicho que no quería que sus lobos vieran a Percy tocarla. Tan pronto como la tocó los otros lobos empezaron a gruñir, mostrando sus dientes, con sus ojos brillando. La respiración de Annabeth aumentó y su mano apretó la de Percy.
Percy se volteó hacia ella.
Tienes que dejarme ir amor, ellos están gruñendo porque te estoy tocando. Dijo Percy
Me importa un saco volador de mierda que a ellos no les guste que me toques. Tocaré a quien quiera. Me vincularé con quien quiera, ¡Y no tendré a ningún perro callejero sarnoso gruñendo en mi patio! Annabeth estaba gritando, había dejado ir la mano de Percy y caminaba con intención hacia los lobos.
Percy estaba tan sorprendido por ella que apenas la alcanzó cuando se encaró con uno de los lobos. Ella tenía su dedo en el rostro del lobo y estaba gritando cada improperio conocido por el hombre, y algunos no conocidos para el caso. Annabeth nunca se había sentido tan furiosa, cómo se atrevía este Bryce quien quiera que sea a tratar de decirle que hacer, dictar a quien podía tocar, o desafiar a su compañero. El lobo al que le estaba gritando se inclinaba hacia atrás lo más lejos que podía para mantenerse alejado de su toque. Ya no era consciente de lo que la rodeaba, tenía una visión de túnel y lo único que podía ver era al lobo enfrente de ella que se había atrevido a entrar en su territorio. No se detuvo a pensar acerca del hecho de que había llamado a su patio su territorio; lo archivaría para más tarde.