Princesa de los lobos

Capítulo 07

Unos molestos rayos del sol me llegan justó en mi cara haciendo que suelte un pequeño gruñido de molestia.

—¡Erin levántate! — la voz de Marta se escucha cerca de mí — vamos, tenemos que salir hoy y tenemos que irnos temprano — me zarandea de un lado a otro.

—Ya, ya — gruñó.

Me levantó de malas ganas y caminó hacía la ducha, si Marta me pudo lavar mi pelo yo también podre.

—¡Si necesitas ayuda con algo solo me avisas! — oigo que grita antes de que salga de mi cuarto.

Hago que el agua empiece a caer y yo me deshago de toda mi ropa. Algo tímida me meto debajo del agua y suelto un chillido muy fuerte al darme cuenta que está muy helada, muevo un poco la palanca esa, a donde hay un dibujo de color rojo. El agua se empieza a calentar y yo me meto debajo de esta, no alcanzó ni a estar tres segundos cuándo salgo hecha una bala ya qué el agua a salido demasiado caliente y me a quemado todo mi ¡trasero! Hago un nuevo y último intento, a hora dejo la palanquita un poco cerca del dibujo azul pero en el dibujo caliente todavía.

—¡Lo he logrado! — canturreo.

Me meto al agua y a hora si me empiezo a bañar, lo primero que hago es lavarme mi cuerpo con lo que use ayer. Luego me coloco un gel en mi cabello y me doy pequeños masajes en éste, otra vez me pongo debajo del agua y hago que esta recorra todo mi cuerpo mientras yo sigo dándome pequeños masajes en mi pelo.

Ya lista salgo del agua y me envuelvo en una cómoda toalla. Encima de mi cama se encuentra una muda de ropa.

Unos pantalones ajustados azules, unas botas igual a las blancas pero estas son de color celeste, una polera muy corta color blanco con unas letras en color negro y por último una chaqueta de color celeste claro.

Me colocó primero mi ropa interior y luego me colocó la muda de ropa. Busco el cepillo de pelo que uso ayer Marta y con cuidado me dedicó a sacar esos nudos molestos que tiene mi pelo. Ya lista miro el cepilló y mis ojos se abren mucho.

—¡Ah! — no evito soltar un grito.

A los pocos segundos después todos están a mi habitación con rostros asustados.

—¿Qué pasa pequeña? — mi tío me acaricia la espalda suavemente.

—¡¡Estoy quedando calva!! — le muestro el cepillo lleno de mi cabello.

Su expresión cambia de asustada y burlista. Todos los presentes estallan en carcajadas dejándome nuevamente sola, malditos traicioneros.

(...)

Después del pequeño accidente con la peineta de pelo comimos todos juntos. Ahora voy en una cosa extraña que se mueve y hace un ruido muy feo.

Unos cuantos segundos después ya estamos dejando la montaña atrás y nos adentramos a un camino donde está lleno de gente adentro de esta misma cosa en la que vamos nosotros pero de diferentes colores.

—Amo esta canción — Marta le da la vuelta a una pelotita que hay ahí y la "música" se escucha más fuerte.

Yo por mi parte me empiezo a desesperar por estar aquí encerrada.

—¿Cuándo podremos bajar? — pregunto de forma impaciente.

—Ya casi.

Miro por la ventana de esta extraña cosa y me dedicó a ver el paisaje. Cuándo pasamos por al frente de unos árboles veo a tres chicos que me sonríen ampliamente.

— La hemos encontrado — me habla uno de ellos por la mente.

Me pongo tensa y cuándo ya no se puede ver más en esa dirección miro al pequeño Ian que va a mi lado jugando tranquilamente, mientras las chicas van hablando de no sé qué cosa.

¿Quiénes podrían haber sido esos chicos?

(...)

Al fin llegamos al lugar donde las chicas me querían traer y no es la gran cosa para mí, el lugar o "tienda" como le dicen ellas, está lleno de ropa de diferentes formas y colores.

Mientras ellas van de allá para acá yo solo me siento en un cómodo banco y las miró atentamente.

— Te ves muy aburrida pequeña Erin — una voz diferente se escucha en mi cabeza.

Miro para todas partes y no encuentro a nadie que me llame la atención o que me éste mirando fijamente y a si saber que es la persona que me está hablando.

— Nunca me encontraras así — vuelve a sonar esa voz en mi cabeza.

— ¿Tú quién eres?

— Pronto lo sabrás — responde a mi pregunta.

No vuelvo a escuchar ninguna voz más en mi cabeza y eso me tranquiliza un poco, pero no tanto, no puedo dejar de golpear mis pies con el frío suelo. Ian me mira atentamente y yo frunzo mi ceño.

—¿Pasa algo?

Él parece reaccionar al escuchar mi voz y mira nuevamente su cuaderno de dibujó.

—No nada, no se preocupe — me mira y me dedica una linda sonrisa.

Busco a las chicas con la mirada y las encuentro viendo unos lindos vestidos.

—¿Muy aburrida? — Mi tío se acerca a mi.

—Sep — le sonrió algo tímida.

—¿Quieres ir a comer algo?

—Si — ahora le sonrió más ampliamente — ¿Quieres ir a comer algo Ian?




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