Princesa de los lobos

Capítulo 17

— ¡Na la lastimes! ¡Te lo ruego! — grito desesperada cuando veo como el hombre delante de mis finos ojos agarra de una manera nada suave a la pobre mujer.

— ¡Todo lo malo que le está pasando a tu madre es tu culpa! ¡Tú eres la responsable del sufrimiento de ella! — la señala mientras me devuelve el grito.

— ¡No entiendo! ¿¡Por qué me dices eso!? ¿¡Qué tengo que ver yo con lo que le haces a mi madre!? ¿¡Qué problema tienes contra mí!?

Lágrimas no tardan en salir por mis ojos, al notarlas deja a mi madre casi inconsciente en el suelo y se acerca a mí.

—¡¡Tú tienes la culpa de que tu madre este así!! — Me toma con violencia mi cabello, reprimo un quejido de dolor — ¡¡No llores maldita sea, por más que llores no lograras nada!! — El tacto de su mano en mi mejilla hace que me mantenga en silencio, él me golpeara aún más fuerte si emito sonido alguno — ¡Eres una inútil! — ríe mientras me suelta — no sabes ni defenderte.

Abro mis ojos con violencia a la misma vez que me siento en la cama. Mi corazón late deprisa, mi respiración es agitada y siento mi cuerpo bañado en sudor. Solo fue una pesadilla. Un mal recuerdo.

Tras segundos de angustia, me comienzo a tranquilizar. Giro mi cabeza en dirección a la ventana y que se encuentra a mi lado, el sol ya está saliendo. Faltan solo dos días para la luna llena. Los chicos ayer ya terminaron de construir dos cabañas más, la madera que mi padre mando sirvió de mucho y hoy se supone que tienen que llegar dos camiones llenos de madera.

Me levanto de la cama y camino hasta el baño, me saco toda mi ropa mientras prendo la regadera, una vez que está ya se encuentra con su agua perfecta, me meto debajo de ella.

Cuando salgo de la ducha me colocó mi ropa interior, luego un vestido azul con tiritas y suelto abajo, un poleron delgado azul y unas lindas botitas azules con unos muy monos pomponsitos. Ya lista me desenredo mi cabello y agarro mi libro.

Estoy segura que algo le hizo la maldita anciana ayer, ya que no quiso dormir solo y tuvimos que dormir juntos, aparte de que no me soltó en toda la noche, tenía sus tentáculos entrelazados en mis muñecas y no quería soltarme.

Ayer también vino un docto a ver al pequeño Gael, le dieron unas "pastillas", le vendaron las partes lastimadas y le dijeron que tenía que descansar lo que más pudiera.

Bajo las escaleras y entro a la cocina, la pobre de Marta ya se encuentra aquí, luce desastrosa.

— ¿Te encuentras bien? — pregunto. La tomo de sorpresa haciendo que pegue un brinco en su sitio, al notar que solo soy yo, se relaja.

— Lo estoy, no te preocupes.

— No me mientas, es obvio que no te encuentras bien. — Tomo bien al libro y hago que la mire — ¿Sabes que es lo que le pasa?

El libro pone uno de sus tentáculos en la frente de Marta y la retira enseguida, busca algo con la mirada y yo lo sigo, me apunta un cuaderno y un lápiz. Sin nada más que decir se las acerco, empieza a escribir algo y después me pasa la hoja

Tiene fiebre

Es lo único que dice.

—¿Fiebre? — levanto una de mis cejas confundida — ¿Y que puedo hacer para que se mejore? — el vuelve a tomar el lápiz y empieza a escribir en la misma hoja.

Tiene que acostarse, mientras en la frente hay que ponerle un paño húmedo y eso hará que se le baje un poco.

Leo en voz alta. Marta gruñe por la idea.

—Erin estoy bien, no te preocupes — habla en un susurro. Me giro molesta en su dirección.

— No estás bien y lo sabes. Ahora has lo que el libro ha ordenado. Ya iré yo.

De mala gana hace lo que he dicho y se va de la cocina dejándome sola. Comienzo a buscar un paño, una vez que lo encuentro lo sumerjo en agua fría, tras estrujarlo, tomo el libro en mis manos y salgo rumbo a la habitación de la joven bruja. Esta se encuentra ya tendida en su cama, tiene las colchas cubriéndola entera, hago que se destape la cara y le coloco el húmedo paño en la frente, me siento a su lado acompañándola.

— ¿Sabes? No moriré si te vas. No es necesario que te quedes aquí — susurra con voz adormilada.

— Lo sé. — sonrió de medio lado —. No tengo nada que hacer y me aburro, asique no es una tortura quedarme contigo. — respondo.

Me quedo a su lado por alrededor de unos diez minutos. Alguien me llama asique algo molesta me levanto de la cama.

— ¿Marta?

— ¿Qué pasa?

—¿Te puedes quedar con el libro?

—¿Por qué no lo dejas en tu cuarto? — pregunta confundida.

— Está asustado, no quiere quedarse solo y no quiero andar de un lado a otro con él. — explico.

—Bien, pues déjalo entonces — responde.

—Ya vengo.

Me encaminó rápidamente a la salida, una vez ya en el pasillo bajo corriendo las escaleras. Busco con mi olfato a Luke, pues él a sido el que me ha llamado, su olor me llega desde el living y rápidamente me dirijo en esa dirección.




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