Princesa de los lobos

Capítulo 27

La joven chica toma un pequeño respiro, causando así que todo nervio que corría por su cuerpo se esfumara, o por lo menos gran parte de él. Cierra sus ojos y comienza a contar hasta diez, una vez que llega hasta aquel número abre sus ojos. Estos se encuentran de un color amarillo intenso, mucho más amarillo de lo normal.

El primer aullido que dejó salir de su garganta fue tan fuerte que sus acompañantes tuvieron que retroceder algunos pasos a la misma vez que se tapaban sus oídos con las palmas de sus manos.

Muchos de aquellos animales que esperaban aquel aullido, el cual claramente no se esperaban, quedaron en estado de shock. Después de tanto tiempo ¿Aquel aullido es el real?

Para el segundo aullido todos reaccionaron y comenzaron a correr en dirección a dónde provenía aquel penetrante llamado. Muchos de ellos se toparon con otros grupos de animales.

Para el tercer aullido muchos ya se habían juntado corriendo todos en la misma dirección. Para cualquier persona que viera aquello, creería que aquellos animales escapan del fuego que se encuentra en el bosque, puede ver a tantos diferentes tipos de animales es raro de ver. Habían ardillas que se trepaban a los enormes lomos de grandes osos, algunos ratones lo hacían en los lomos de zorros, lobos, tigres, guepardos, halcones, águilas y hasta en enormes leones.

El cuarto aullido se hizo presente y ya la gran mayoría de ellos se encontraban cerca de Erin y los demás. Cada uno de aquellos animales, se le podía notar la felicidad reflejada en sus rostros. Solo esperaban que no sea una trampa.

Para el quinto aullido, muchas ya habían llegado al lugar donde la hermosa loba se encuentra. Algunos la miraban con asombro, otros solo lloraban por tanta felicidad. Marck y los demás se encuentran sorprendidos de la cantidad de animales que han llegado, y eso que sólo han sido cinco aullidos. Erin aún no se ha percatado de todas las personas que la observan con emoción.

Son muchos — pensaba Marck mientras los miraba de reojo.

¿Cómo alimentaremos a tantas personas? — se preguntaba Axlin.

Debimos haber hecho más cabañas — Luke niega con la cabeza.

¡Ya quiero ver la cara de Erin cuando vea a todas estas personas! — chilla con emoción Marta.

Tus abuelos estarían muy orgullosos de ti pequeña — piensa con cariño su tío — sé que están mirando ahora y lo están, al igual que yo.

Erin sigue aullando, ignorando a todos los que se encuentran aun observándola con tanta admiración. Es como si estuvieran al frente de un dios.

Con casa aullido que daba uno que otro anciano dejaba que lágrimas bajarán por sus mejillas. Los más jóvenes, niños sobre todo, miraban a la princesa con emoción ¿Cómo es que podía aullar de aquella manera? Se preguntaban.

Y así pasaron los ocho aullidos. Erin en ningún momento se dio cuenta de los espectadores que tenía. De hecho ella aún creía que solo estaban sus amigos mirándola. Nadie borro su sonrisa en ningún momento.

En un lugar aún más alejado de los territorios de la manada Luna blanca, una hermosa mujer observa la luna desde su ventana. Lágrimas se apoderan de sus hermosos ojos cuando escucha el último aullido.

— Lo has logrado hija mía — susurra la mujer con la vista en el cielo y lágrimas bajando por sus mejillas — pronto estaremos juntas pequeña mía, lo prometo.

Pov's Erin.

Cada aullido que dejaba salir de mi garganta lo hacía sonar aún más fuerte que el anterior, pues de esa manera los integrantes de mi manada podrían oírme sin problema alguno.

Al momento que termino de aullar el último llamado, el aullido de otro lobo sé escucha de lejos. Este proviene de un lobo que claramente conozco y muy bien de hecho. Mi madre es la que me decía desde las lejanas "Suerte pequeña hija mía", dejó de aullar y me centro en solo mirar el cielo. Suelto un suspiro y me transformó en humana, miro por última vez la luna y me doy la vuelta.

Siento como mi boca se abre llena de asombro, al igual que mis ojos. Muchas personas se encuentran delante de mí, cada uno de ellos con un extraño brillo en sus miradas. Todos tienen enormes sonrisas en sus labios e incluso algunos ancianos lágrimas en sus ojos.

Tomo una gran bocanada de aire y me arreglo un poco el vestido. Levanto la frente bien en alto y tras aclárame la garganta hablo;

— ¡Bienvenidos a la manada Luna Blanca! ¡Yo soy Erin, su alfa!




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.