Princesa de los lobos

Capítulo 29

— Los chicos ya han terminado de arreglar la casa — Luis se me acerca con una sonrisa en sus labios — es ahí donde se celebrará la bienvenida, las chicas ya tienen todo listo.

— Gracias — susurro mientras le doy una leve sonrisa.

Miro a todos los miembros de la manada que, aunque parezca extrañó, aún no han borrado esa enorme sonrisa de sus labios.

— Lo más probable es que todos estén con hambre — todos ríen por ello — asique los invito a que me sigan al interior de la cabaña y así de ese modo juntos podamos disgustar la exquisita comida que han preparado para todos ustedes.

Señaló la cabaña con mis manos y todos dan dos pasos hacia delante, señal clara de que me seguirán. Con una sonrisa en mis labios me encaminó hasta la entrada principal con todos detrás de mí. La cabaña es enorme, costa de cinco pisos, perfecta para que todos los recién llegados, o por lo menos la gran mayoría de ellos, entren en perfecta condiciones.

Cuando sus ojos se enfocan en el enorme lugar al que los guio abren sus ojos sorprendidos. La casa tiene cuarenta y cinco habitaciones, todas con baño incluido, dos enormes comedores, una oficina donde se harán las reuniones, una biblioteca enorme, dos cocinas, una habitación donde las madres pueden dejar a sus pequeños cuando ellas necesitan un tiempo de calma, seis baños apartes, tres salas de estar y por último un sótano de tres pisos para abajo que es donde nos refugiaremos cuando algo malo ocurra. En el subterráneo hay enormes habitaciones donde caben más o menos veinte personas, un enorme comedor donde entran perfectamente cien personas, una cocina, una sala de estar y al igual que en el piso de arriba, una habitación para dejar a los niños más pequeños.

Puede que muchos piensen; "¿No estás exagerando con todo esto?", Pero claramente yo les digo que no, ya que según los Lovamp todo es realmente necesario y al igual que ellos, también lo creo.

— Espero que se sientan en verdadero gusto en esta casa — sonrío mientras señalo todo.

— Es hermosa — susurran algunas personas.

— ¡Es enorme! — oigo que mencionan otras.

— Es realmente hermosa — sonríen a coro unos ancianos que se han tomado la molestia de acercarse a mí.

— Todos aquí presente merecen lo mejor — admito y ellos sonríe — y es eso lo que yo quiero; darles lo mejor.

— ¡La cena ya está servida! — anuncia Aldam desde un amplio pasillo que lleva directamente al comedor.

— Ya han oído — río — es hora de comer.

Camino por el pasillo hasta llegar al comedor, no somos tantas personas, seguro entramos todos en este comedor. Pues ya dije que habían dos.

En la enorme mesa hay de todo para comer. Un pollo al horno con verduras a sus lados, fideos con salsa que tú más prefieras, pizza de todo el sabor que desees, tres latadas con riquísima lasaña, carne de cerdo al horno y miles de cosas más. Debo admitir que mis ojos irradian felicidad en estos precisos momentos.

— Tomen asiento — señalo los lugares y todos hacen lo que he dicho — ¡Tengan un buen provecho!

— ¡Muchas gracias alfa! — hablan todos a coro mientras que comienzan a sacar diferentes cosas para comer.

Cómo es de esperarse, tomo asiento justo en la punta de la mesa y a mis lados se sientan Marta, Luke, Luis, Marck, Franck, Axlin, Sean, Ian Aldam, Dana, Lis, Gael y mi tío.

— Has hecho un magnífico trabajo en la cocina Aldam — la felicita Luke.

— Dana también me ha ayudado, sin ella no hubiera acabado nunca — sonríe resta.

— Pues entonces... — las miro a ambas — felicidades a las dos. — les sonrío y ellas me devuelven la sonrisa.

Todos nos dedicamos a comer felices de la vida. Algunas personas de la manada se me han acercado a hablar un poco conmigo, lo cual a mí me parece perfecto.

— ¿Cómo lo haremos con las habitaciones y las cabañas? — Luke se sienta a mi lado cuando un par de ancianas se alejan de mí.

Hasta ahora no me había acordado de aquello. Esta más que claro que no todos podrán tener sus propios hogares, no por ahora. Creo que lo más correcto sería dejarle las cabañas a las familias que tengan niños pequeños h a los ancianos que ya no pueden andar subiendo y bajando escalones.

— Las familias con niños vivirán si o si en las cabañas, al igual que los ancianos y puede que algunas personas con un alto rango. — ordenó y por los rostros que me dan, sé qué les ha parecido bien la idea.

— ¿Y eso lo arreglaremos...? — Sean deja la pregunta inconclusa para que sea yo la que continúe.

— Lo mejor será ver todo aquello mañana, ya es tarde o no podemos tomar esa decisión ahora. Por ahora solo disfrutemos de esta gran comida — sonrío con claro agotamiento, ellos solo asienten con la cabeza.

Giro mi cabeza en dirección a los miembros de mi manada, todos lucen felices, tranquilos, es como si todos y cada uno de ellos se conocieran de toda la jodida vida. Cómo si lo que pasó años atrás jamás hubiera ocurrido. Claramente están felices de volver a su hogar y yo me siento bien al saber que gracias a mi regreso todos se encuentran de esta forma; felices.




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