Princesa de los lobos

Capítulo 36

Puedo sentir claramente el nerviosismo de Itzel en mi interior, yo por otra parte estoy molesta, la rabia que alguna vez que se había ido ha regresado, causando aún más enojo en mi interior, estoy segura que esta vez no se irá tan rápido como antes.

— ¡Erin tienes que tranquilizarte! — grita mi hermano de ojos grises.

Le muestro mis dientes, pues ya me he convertido nuevamente en loba, y miro a los chicos, los cuales me devolvieron la mirada de manera preocupada, aunque no lo hacían notar.

— Princesa, tiene que calmarse — habla por mi mente Javiera, la cual se encuentra lejos de mí.

— ¡Erin! — la penetrante voz de Marta me llega a mis oídos — ¡No cometas ninguna tontería por favor!

Ignoro todos los gritos que me han dado los chicos en modo de advertencia y me tiró arriba de los vampiros que me habían estado rodeando, le arrancó la cabeza rápidamente a dos de ellos y corro por el tercero.

Itzel está tan molesta e inquieta que ni aunque quisiera, la podría calmar, pero admito que también me encuentro molesta y no me importa en lo absoluto en intentar calmarla. Lo único que tengo en mi mente es matarlos a todos, dejarlos sin vida alguna. Es el único pensamiento que tengo en estos momentos.

— ¡Erin! ¡Ya basta, tranquilízate! — grita molesta Axlin.

La ignoro y simplemente me abalanzo hacia él chico que me dijo que el joven de ojos grises es mi hermano, pero antes de que pudiera hacer cualquier cosa, me congelo en pleno aire, rápidamente giro mi cabeza en dirección a dónde está Axlin con su mano estirada en mi dirección, ¿Ha usado magia en mí?

— Creo que ya es hora de irnos - habla el imbécil con una sonrisa en sus labios — supongo que ustedes... — nos señala a nosotros - tienen muchas cosas de las que hablar.

¡Maldito muerto! No te vayas y asume tu castigo por hablar estupideces.

Itzel está cabreada, la entiendo, yo también lo estoy.

— Adiós querida Erin, ya nos volveremos a ver nosotros dos, eso tenlo por seguro — sonríe con malicia.

Una vez que ya no se encuentran, Axlin me deja al fin en el suelo, me convierto en humana y paso ambas de mis manos por mi cabello, con clara señal de frustración.

— Erin yo... — habla mi hermano mientras intenta acercarse a mí.

— Tú nada — mi voz sale quebrada, me siento confundida — tú no eres nada mío y jamás lo serás — susurro, tras dejar que aquellas dolorosas palabras salgan de mis labios, me convierto en loba una vez más.

— Necesito estar sola — hablo en dirección a Sean. Frank claramente sabía que este chico era de mi sangre, pues me ha pedido que confíe en él, pero no sé si ahora lo puedo hacer. Tengo un enorme deseo de matar a alguien, a quien sea.

Corriendo me dirijo en dirección al extenso bosque a un costado de la carretera, escucho los gritos de Axlin, pero la ignoro igual que antes, realmente necesito estar sola, solo de ese modo me pide calmar y ordenar mis pensamientos. No quiero a nadie junto a mí en estos momentos.

Mis patas han comenzado a dolerme de la velocidad en la que me encuentro corriendo, pero no quiero parar, pues mi hermano viene siguiéndome desde más atrás, realmente encuentro extraño que aún no me haya alcanzado, aunque mejor que sea así. Molesta comienzo a correr aún más rápido a como lo estaba haciendo.

¿Por qué todos nos mienten? pregunta Itzel, claramente está dolida.

No lo sé Itzel, no lo sé - respondo.

Seguimos corriendo tan rápido como antes, el chico no me ha alcanzado y me alegra que haya sido así, el olor de mi manada me llega a mis fosas nasales, eso significa que claramente estoy cerca de casa. Antes de llegar a la frontera me detengo y me dejó caer en la fría nieve, aún no estoy del todo calmada y no quiero llegar así donde ellos. Tomo una gran bocanada de aire y dejo que mis ojos se cierren.

Tras unos segundos con mis ojos cerrados, decido abrirlos. Me doy la vuelta y me encaminó hasta el lago congelado que se encuentra más o menos cerca de aquí. Ese lugar realmente me relajo la vez pasada, espero que lo logre esta vez.

Una vez ya en la orilla, me siento nuevamente en la fría nieve y miro fijamente el paisaje delante de mis amarillos ojos. Realmente es hermosa.

El cielo cada vez comienza a ponerse más y más oscuro, tal vez deben ser más o menos las siete de la tarde, es normal que en invierno el sol se oculte más temprano que en otras estaciones.

Me acurruco igual que un perro cuando tiene frío y aún con mi mirada fija en la laguna, ciento como mi cuerpo y mi ser se van calmando. Sabía que venir a aquí me serviría mucho. No sé por qué, pero este lugar me relaja mucho, supongo que ya sé dónde vendré cuando me sienta estresada.

Mi respiración se ha calmado tanto que pareciera que estuviera durmiendo. Itzel también está más tranquila, causando que ya no se mueva inquieta dentro de mí y de esa forma también me relaja a mí.

El frío a comenzado a aumentar, pero realmente no me importa en lo absoluto, me siento muy cómoda aquí y eso el frío invierno no me lo quitará. Tengo claro que en cualquier momento tendré que volver a la manada, y será entonces cuando tenga que enfrentar al chico de ojos grises. También tengo claro que apenas mis ojos conecten con los de él, me volveré a alterar. Es por eso que tengo que disfrutar aún más estar aquí, pues más tarde no podré venir.




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