Princesa de los lobos

Capítulo 59

—Hace mucho tiempo que no me sentía tan idiota... — bufo mientras me acomodo en el asiento trasero del vehículo — no quiero volver nunca más aquí.

—Tranquila Erin — Axlin se adentra también al vehículo, pero en la parte de adelante —. Y lamento ser yo la que te de esta noticia, pero tendrás que venir muchas veces más aquí.

Todos ya están dentro del auto y cada uno tiene una sonrisa llena de burla en el rostro.

—No le veo la gracia a todo esto — me cruzo de brazos mientras los miro.

— ¡Vamos Erin! — Ríe mi tío — no seas tan gruñona, vas a quedar toda arrugada como una anciana.

Le lanzó una mirada que deja en claro que no me ha causado nada de gracia lo que ha dicho, pero él solo me ignora y pone el vehículo en marcha.

Lo bueno de todo esto, es que aún me quedan varios meses por cumplir los diecisiete años.

El camino de regreso a casa se me hace eterno y aburridos, el hombre que se encuentra manejando, también el mismo que se hace llamar mi tío, se pasa gran parte del trayecto estacionándose, dando de escusa que el vehículo está malo y necesita reposar unos segundos; una gran idiotez.

Más de una hora y media es la que tardamos en al fin llegar a la manada. Apenas el motor deja de funcionar, abro la puerta y de forma desesperada bajo de este. No me gusta estar en los autos, me siento extrañamente encerrada.

¡Tengo mucha hambre! — gime Atka mientras camina a mi lado.

—Ya somos dos... — le susurro.

Justos caminamos hasta la casa, pero el algo me impide con violencia seguir caminando. Un olor. Es un aroma muy parecido al de Rhys, pero un poco más débil, no es tan fuerte como el de él ¿Quién será? Confundida y muy aturdida, me doy la vuelta para pasar a caminar rápidamente hasta la cabaña más grande, es de ahí que sale aquel olor. Dentro, apenas miro a las personas que se me cruzan, todos notan mi claro interés en llegar rápidamente a la oficina.

Me quedan diez pasos para poder llegar a la puerta, antes de que pueda llegar a ella, se abre de forma lenta, de la habitación sale Luke, el cual se me queda mirando unos segundos hasta que da los diez pasos para llegar al frente mío.

—Te necesitan ahí dentro — susurra de mala forma y se pasa una de sus manos por su cabello.

— ¿Quién es? — mi voz sale ronca, lo cual hace que carraspeo un poco para que para la próxima vez que tenga que hablar, salgo bien.

Aquel extraño olor de alguna forma me excita, no es como la fragancia de Rhys, la de él es más fuerte, pero no causa lo que me está causando la de la personas que está dentro de la oficina.

Luke no me responde, solo se hace a un lado para que yo pueda dar aquellos diez pasos. Sin perder tiempo, los doy. Abro la puerta, entró a la habitación con Luke detrás de mí y lo primero que veo es la espalda ancha de un joven de castaño cabello. Se encuentra mirando la ventana. Al notar mi presencia, se gira lentamente quedando al fin de cara a mí. Unas ganas enormes de lanzarme arriba de él inundan cada diminuto espacio de mi cuerpo. Los ojos del joven son azules, muy parecidos a los de Rhys, debe ser un poco más alto que yo. Se parece mucho a mi mate, pero no es él.

—Luke... — esta vez, mi voz sale un poco más decente que anteriormente — déjame a solas con él.

— ¿Estás segura? — da un paso al frente y noto el destello de preocupación en su voz.

—Sí, no te preocupes, estará todo bien — camino de forma lenta hasta mi puesto detrás de escritorio — que nadie nos moleste, gracias.

Oigo la puerta siendo cerrada detrás de mí. Al momento de pasar por al lado del joven, mi cuerpo arde de una forma inexplicable ¿Pero qué es lo que se supone me está pasando?

— ¿Quién se supone que eres? — me siento y lo miro fijamente a los ojos, lucho internamente para que mi voz salga bien.

Sus ojos brillan, igual que un pequeño niño que está apunto de soltar un gran llanto.

—Hola... — sonríe de medio lado, su voz es ronca — mi nombre es Roberto.

Su voz... es perfecta, cautivadora... ¿Pero qué? ¿Cómo puedo estar pensando en estas cosas en un momento como este?

—Yo... yo... — su voz sale entrecortada — ¡Mierda! — Se pasa una de sus manos por su cabello y sonríe nervioso — supongo que también estás sintiendo está extraña sensación que tengo dentro de mí... ¿Verdad? — habla con un toque de burla, pero se le ve molesto, cabreado.

¿Cómo, él también las siente? ¿El igual se siente como me siento yo? ¿Pero, por qué?

Roberto sin previo aviso rodea todo mi escritorio y se acerca peligrosamente a mí. Al parecer su movimiento también lo ha sorprendido, ya que su mirada me lo demuestra.

Erin, aléjalo... — se desespera mi loba.
No puedo Itzel...
Tienes que hacerlo, recuerda a Rhys ¡Nuestro mate! — chilla en mi interior.
¿Tú no te sientes extrañamente atraída hacia él?
Cómo los mil demonios, pero sé que está mal.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.