Princesa de los lobos

Capítulo 65

Estoy tan aburrida que llevo más de media hora tendida en mi cama sin nada que hacer. Podría salir, pero no quiero ver ni a Rhys ni a Roberto. Aunque por la nieve, hoy no es un buen día para salir... ando indispuesta, o como algunos otros le dicen, regla, menstruación. Mi madre me explico todo esto cuando aún estaba en el calabozo, me dijo que es lo que tenía que hacer cuando está me llega y lo que no tengo que hacer.

Erin miro a mi compañero lobuno y este tiene la cabeza un poco de lado — tienes un olor extraño ¿Estás bien?

—Si — mis mejillas se tiñen de un color rosa — no pasa nada, no te preocupes.

¿Cómo es posible que Atka, un lobo, se haya dado cuenta de que ando en mis días de mujer? Esto es tan vergonzoso, enserio.

— ¿Erin? — la puerta se abre y me deja ver a Aldam.

Luce enserio confundida, da pasos lentos hasta que toma asiento a mi lado en la cama.

— ¿Qué es lo que pasa? — me siento en la cama y se me queda viendo.

— ¿Te encuentras bien? — Su mirada está fija en la mía — es que tienes un olor diferente... — perfecto, ahora todos saben.

—Vaya... — me tiró para atrás en la cama y me tapo la cara con mi almohada — no te preocupes, todo está bien.

No sé qué es lo que está haciendo, o como me está mirando, aún tengo la cara cubierta.

— ¿Te llegó, verdad? — murmura.

—Si... — le devuelvo el susurro.

—¿Necesitas algo o tienes todo? ¿Te duele alguna cosa?

—No... — Me muerdo mi labio nerviosa — tengo todo, no te preocupes — respondo rápidamente a sus preguntas.

— ¿Muy segura?

—Enserio — muevo un poco mi almohada y la miro fijamente a los ojos.

—Bien — ella asiente con la cabeza y se levanta de la cama — entonces me voy, ya sabes que cualquier cosa que necesites me lo puedes pedir — me guiña un ojo y camina hasta la puerta de mi habitación

— ¡Espera! — La llamo y me siento en la cama rápidamente, ella se gira en mi dirección para poder verme — si alguien pregunta por mí, dile que no estoy en condiciones para hablar con nadie, no estoy de humor para ello.

—No te preocupes, yo les diré — abre la puerta y se la queda mirando — ¿Quieres que la cierre con llave?

Levantó mi pulgar en modo de afirmación. Una vez las me quedo sola en la habitación sin saber que hacer... el sueño me comienza a ganar, asique me acomodo en la cama para poder descansar un rato. Lo bueno es que hoy no tengo deberes que hacer, lo cual me permite estar de vaga por el día. Cierro lentamente mis ojos y sin previo aviso, de forma instantánea, me quedo profundamente dormida.

(...)

—Hola Erin... — una mujer se aparece delante de mí, usa una capucha lo cual no me permite verle el rostro.

— ¿Y tú quién eres? — Pregunto alterada — ¿Dónde estoy? — miro en todas mis direcciones, todo es negro.

—Eso no es lo que más importancia tiene ahora — responde ella y gira su cabeza hacia un lado, asegurándose de algo — la que sí la tiene es que debes saber que debes tener más cuidado con las personas que te rodean, en cualquier momento te darán la espalda y querrán quitarte a toda costa tu cargo.

—Yo... no entiendo — admito — no se de lo que estás hablando.

La mujer comienza a desvanecerse poco a poco, causando que dé un paso para atrás por el miedo, es como si ella se estuviera quemando y lo único que va quedando es una pequeña ruma de cenizas.

—Recuerda Erin... no confíes en todos — su voz suena lejana y como un eco que retumba en las paredes de oscuridad — no todos son lo que aparentan...

Me siento en mi cama agitada, miro en todas las direcciones posibles y al notar que estoy en la seguridad de mi habitación, me calmo.

—Solo fue una pesadilla... — me susurro a mí misma — solo eso.

Alguien golpea la puerta de mi habitación, levanto la mirada y dudo unos segundos en ir abrir, vuelven a golpearla asique con pocas ganas me quito las cobijas para poder ir a ver quién es.

— ¿Coel? — levanto una de mis cejas mientras ella me da una sonrisa encantadora.

—Hola hermanita — me besa la frente y entra a la habitación — te he traído algo para que comas tú, también he traído bichos para el libro — deja un frasco en mi velador, a su lado también deja un plato con tostadas bañadas en mermelada.




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