Princesa Fugaz (libro 1) (terminado)

Capítulo 7

—Dime que no estuviste todo este tiempo en la biblioteca en lugar de arreglarte —dice Suki sentada en el banco frente al tocador cuando entro en mi habitación. Su habitual pelo desordenado lleno de rizos y ropa deportiva a desaparecido, dando lugar a una melena lacia.

—Quería terminar de hacer mis deberes para mañana.

—Podrías venir conmigo y visitar los distintos festivales que hay en la ciudad; ya sabes por el otoño —dice mientras le da un retoque a su maquillaje.

—No, tenía planeado terminar de leer un libro —digo encogiéndome de hombros.

Suki se gira y pone de pie, el vestido de seda negro entallado permite entrever su envidiable figura llena de curvas.

—Si te hace feliz quedarte en la biblioteca, no te lo impediré.

Una canción de rock inunda el ambiente; es la melodía del móvil de Suki. Ella se apresura en contestar.

—¿Padre? ¿ya estás aquí? —dice contenta—. Ya voy para allá —cuelga y se dirige a mí—. Perdona, no podre arreglarte —dice entre apenada y emocionada.

—¿Acaso no tengo manos? —digo sonriendo—. No te preocupes ya lo hago yo sola.

—La próxima ocasión yo misma me encargare de vestirte y maquillarte no creas que te has librado de mí —dice dándome un beso en la mejilla y saliendo de prisa—. Además, Crystal está pensando seriamente en conseguirte un novio.

—¿Qué? —pregunto desconcertada.

—¡Nos vemos en la ceremonia! —grita ya fuera de mi habitación.

Me meto en el vestido crema de seda forrado con encaje y con mangas tres cuartos; a pesar que la mancha de vino casi ya no se nota sigue haciendo que el vestido se vea sucio.

Me peino con la indispensable coleta alta, defino un poco mis ondas y me aplico un poco de maquillaje, unos aretes pegados a la oreja con piedras blancas y unos zapatos de tacón cremas.

Suena mi teléfono y un escalofrió recorre mi cuerpo: ya se quién es.

—Te estoy esperando —dice con voz gélida—. Espero que no me hagas quedar en ridículo.

—Ya voy —contesto.

Camino lentamente mirando el cielo sin estrellas y repleto de nubes negras, me detengo cuando llego a las escaleras que llevan a la entrada del Gran Salón. Los lujosos autos ya han sido estacionados mientras que sus ocupantes pasean por las escaleras cubiertas con una alfombra roja y se reúnen con sus hijos dentro.

Escucho pasos detrás de mí, se quién es cuando el aroma de whisky inunda mis fosas nasales.

—Ya estás aquí —dice despectivamente apareciendo por mi espalda. Veo algunas de sus canas por el brillo de las lámparas

—Padre —logro articular

—¿Ese era el único vestido que tenías? Te ves patética —dice asqueado mientras sube por las escaleras. Aprieto los manos tanto que mis uñas, que son cortas, se clavan en la palma de mis manos y sigo sus pasos

Los asistentes hacen una reverencia cuando ven al rey para luego tomar asiento en sus respectivas mesas. Los periodistas ubicados en el fondo de la sala se apresuran a tomar fotos a todo el lugar.

Veo de reojo a mi padre que bebe ávidamente más y más copas de whisky. Giro nuevamente para ver al rey y poner atención a su discurso sobre lo importante que somos los jóvenes para el país.

—Mis hijos, jóvenes igual que ustedes, estarán felices de tenerlos a su lado para gobernar este país —dice el rey Sorem, pero se oyen susurros desde el fondo como: «¡Díganos quien es el príncipe!», «¡Ni siquiera sabemos si existe un príncipe!» o «¿Son dos?».

Observo como mi padre se burla por lo bajini y mira con tirria al rey.

—Presentare pronto a mis hijos — dice el rey levantando la voz un poco para que los murmullos cesen, cosa que logra—. Mis dos príncipes, han tenido que vivir la amarga experiencia de vivir escondidos por la amenaza latente que hay con aquellos insurgentes que buscan debilitar la corona y en su momento lo lograron, cuando el Rey George, mi padre, murió en sus manos. Escuchen, a pesar que creen que el país se debilita no tienen idea de que el país se fortalece — aspira aire y continua—. Con la premisa de hacer al país cada vez más fuerte se ha llegado a la conclusión de casar a los príncipes. Espero presentarles a la familia real el día de mi cumpleaños.

El lugar se queda en silencio unos segundos, pero luego estalla en gritos y murmullos.

—¡Díganos el nombre de las futuras princesas! —los periodistas enloquecen y se acercan al estrado donde está el rey.

El rey apenas se despide y desaparece resguardado por su seguridad, mientras la directora se hace cargo de la ceremonia.

Hago algunos cálculos, desde que se anunció que nació el príncipe que ahora eran príncipes, el mayor de ellos debía de tener mi edad, o al menos eso se creó, y ya pensaban casarlo, era increíble lo que se pensaba hacer, sentía una pena, aunque minúscula por el príncipe heredero y su hermano.

 

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Mi padre al igual que yo nos mantenemos en silencio: el bebiendo y yo observando alrededor. Todos lucen esmóquines elegantes y vestidos que bien podrían dar de comer a orfanatos enteros con lo costosos que son.



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En el texto hay: principes, primer amor, insituto

Editado: 31.12.2022

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