Observo mi figura en el espejo, el vestido celeste pastel y con tul blanco se ajusta en la parte superior, los hombros caídos tienen colgados de ellos tul suelto que cubre ligeramente mis brazos y la falda se va ampliando hasta llegar al piso. Me siento maravillada por lo que veo, por una apariencia en la que no creía tener nunca,
Los estilistas decidieron que mi pelo ondeado era poco elegante así que lo lacearon y ahora está amarrado en una media coleta suave que deja escapar algunos mechones. A pesar que las marcas de mi espalda están cubierta con maquillaje la señora Donovan a ordenado que mi pelo ayude a taparlas.
Mi madre y padre aparecen en el reflejo, me giro para verlos de frente.
—Querida te vez hermosa —exclama mi madre abrazándome.
Sonrió, mi madre va vestida tan elegante, enfundada en un traje violeta y con el pelo recogido,
Después de un mes sin verla, me reconforta tenla a mi lado.
—Esta es la vida que nos merecemos —dice mi padre observando a su alrededor, esta vida llena de lujos. Iré a conocer gente, a partir de hoy podre decir que soy el suegro del rey —dice y se va sonriendo
—Estos días a estado repitiendo lo mismo —ríe mi madre.
Claro, como él no tiene que vivir con estas personas, el simplemente me vendió para obtener lo que quiere.
—El hará lo que sea para ser feliz —susurro.
—Y donde está el... tu ... ya sabes.
—Ohhhh ¿Holder? —ella asiente con la mirada—, lo más probable es que este con su hermano preparándose para la ceremonia.
Mi madre toma mi mano y acaricia el anillo de compromiso que llevo en mi dedo.
—Es muy bonito
Observo el anillo
—Cuando lo escogí me dijeron que era de la hermana de la reina. Esta echo de diamante…
—¿Es De Mary?
—¿La conocías?
—Fue amiga mía en la universidad, también tu padre la conocía.
—Señorita Anwen —se acerca la señora Donovan—. Perdone que la interrumpa, pero se ha ordenado que su familia debe ubicarse en sus respectivos lugares.
—Todo ira bien querida —me abraza mi madre—. Espero que cuando estes casada descubras que tu marido es más maravilloso que el chico que conoces y te enamores aún más.
Desaparece por la puerta.
«Enamorarme», esa palabra retumba en mi cabeza, ¿enamorarme de Holder?, no lo creía, ambos empezamos mal nuestra relación, a pesar de lo que había echo ayer en la cena, no puedo olvidar las humillaciones a las que me ha expuesto.
—El día de hoy millones de personas verán su rostro y quedara marcada para siempre, dejara de ser alguien invisible para ser una las caras del país —dice la señora Donovan—. No puede darse el lujo de fallar.
Unos ligeros golpes en la puerta nos interrumpen.
—Señorita, su majestad ya ha llegado, es oportuno que se presente en la sala de prensa al lado de su alteza real el príncipe Holder.
—Es hora —dice la señora Donovan, sale de la habitación y yo le sigo.
Oigo el sonido de mis zapatos de cristal. Hoy mi vida cambiara para bien o para mal, pero desde el fondo de mi corazón espero que mi vida cambie para el bien de mi familia.
∗⋅✧⋅∗ ━━━━━━ ∗⋅♛⋅∗ ━━━━━━ ∗⋅✧⋅∗
Holder
—Su alteza —El hombre inclina el cabeza seguido por dos hombres más.
—Dije que no quería que nadie me molestase —me apresuro a colocarme la chaqueta negra. Andrew acababa de salir por la puerta y ya tengo a alguien más molestando—. ¿Creen que necesito que alguien me vista? Desaparezcan de aquí —ordeno.
—Perdone, Su Majestad ya está próximo a llegar, es oportuno que se presente junto a su Alteza Real Andrew para la presentación.
Miro al espejo para acomodar la banda azul que debo llevar y ponerme las medallas de honor, medallas que no tenía idea de cómo las había ganado. No creo que con apenas unos meses en el ejército me haga merecedor de tantas.
—Puedes retirarte.
—Pero su alteza ya debe de ir...
—Dije que te retiraras. En un momento estoy ahí.
El hombre hace una pequeña reverencia y se aleja.
Enciendo el televisor que está transmitiendo cada uno de los incidentes de un día tan importante para el país.
La gente en grandes cantidades se encuentra alrededor del palacio dejando espacio para que el auto que trajo al rey pueda pasar. Agitan banderas en miniatura del país y gritan a viva voz: ¡Viva el rey y la reina! ¡Vivan los príncipes! La periodista se acerca a una de las jóvenes.
—¿Qué esperas de esta noche? —pregunta casi a gritos.
—Espero que los príncipes sean aptos para las funciones que el país necesita y sobre todo guapo —contesta gritando y se echa a reír.