—Ya casi llegamos señorita Anwen, despierte —dice secamente la señora Donovan.
—Estas babeando —dice Holder, levanto la cabeza inmediatamente y me limpio los labios— mi uniforme tiene baba, debes limpiarlo.
Abro mejor los ojos y busco en su hombro.
—¿En serio? no suelo babear.
Sigo buscando desesperadamente.
Holder ríe.
—Era una broma.
Frunzo el ceño y le doy un pequeño golpe en el hombro.
Holder vuelve a a reír con más fuerza.
—Señorita Anwen, nunca vuelva a tratar de esa manera a Su Alteza, no es adecuado —gruñe la señora Donovan desde el asiento del copiloto.
—Me ofende que crea que un conejo me pueda hacer daño.
Miro a Holder fastidiada. Puedo ver como la comitiva de Andrew entra al instituto.
—El centro de atención son el Príncipe Andrew y la señorita Evangeline, los periodistas se deben de centrar en ellos, por lo que cuando ustedes desciendan del auto solo se deben limitar a saludar a las periodistas, no hacer algo que llame la atención —nos recuera el señor Baan mientras conduce el auto —. Recuerden las muestras de cariño no son necesarias, no están bien vistas por parte de la familia real.
—Y no contesten preguntas —agrega la señora Donovan un poco nerviosa.
—Espero que lo hagamos bien —susurro ansiosa.
—No se te hará difícil fingir estar enamorada de mí —comenta Holder con su típica sonrisa de lado.
Nuestro auto entra al instituto seguido de otros autos que son nuestra seguridad. Nos acercamos a el edifico principal y el bullicio aparece.
Analizo el anillo de compromiso que llevo en el dedo anular de la mano izquierda y veo que Holder también lleva el suyo. Espero que la gente crea que de verdad estamos enamorados.
El auto rodea la fuente que se ubica frente al edificio de administración del Instituto y se detiene al igual que el resto de autos que nos acompañan.
Una gran cantidad de periodistas están en la puerta, a un lado de las escaleras.
Los agentes de seguridad que iban delante de nosotros ya han formado un cordón de seguridad ante los camarógrafos que intentan sacar fotografías exclusivas de la llegada de los príncipes a su lugar de estudios. Además, hay miradas curiosas de algunos alumnos del instituto que se han colocado en los alrededores.
—Es hora —dice Holder y desciende del auto.
Agita la mano saludando a nuestros compañeros y a los periodistas.
—¿Dónde escaparon esta madruga? —pregunta un periodista.
—Compórtese como se le ha indicado, recuerde que ya no es cualquier persona: es la prometida y futura princesa —recalca la señora Donovan.
Aspiro aire lentamente y acomodo los pliegues de mi falda.
El señor Baan rodea el auto y me ayuda a descender. Los flashes de las cámaras hacen su presencia y la voz de los camarógrafos pidiendo que pose para ellos.
Miro a mi alrededor; a unos metros Andrew y Evangeline también ya han descendido de su auto y sonríen posando para las cámaras.
Siento la presencia de Holder a mi lado.
—Tomare la responsabilidad —susurra y se gira para verme—, de ahora en adelante me hare cargo para que esto se haga creíble. Hagamos esto creíble —susurra con determinación y extiende la mano para que yo la tome.
La atención de las cámaras se centra en nosotros y se oyen más flashes y unos cuantos gritos de emoción. Miro el rostro de Holder con detenimiento, una sonrisa se asoma en sus labios, observó su mano, mi corazón se derrite. «¿Por qué?», siento mi cara arder. Miro nuevamente a Holder que ahora muestra una sonrisa divertida. Extiendo mi mano lentamente hasta que mis dedos palpan su piel, Holder aprieta mi mano con delicadeza y me guía por el camino habilitado por la seguridad.
Subimos las escaleras, al frente nos esperan algunos profesores y la directora.
—Bienvenidos
La directora le hace una reverencia a Holder y me estrecha la mano.
—Señorita Clive es un honor tenerla en nuestra institución, lo que les haga falta por favor infórmenoslos.
Dice sonriente, no se parece en nada a la directora que me trato mal.
Nos guían hacia una sala donde están los profesores, nos presentan a cada uno y los elogios y felicitaciones no se hacen esperar.
—Son hipócritas, ¿no?
Susurra Holder.
Asiento, el ríe y me contagia.
—Señorita Anwen, compórtese de acuerdo a su rango —dice la señora Donovan y se va.
Lo mismo hace el señor Baan.
Las cámaras de los periodistas no nos pueden seguir dentro del Instituto, pero las cámaras y los ojos de nuestros compañeros lo hacen.
Holder vuelve a tomarme de la mano.
Todos dejan de hacer lo que están haciendo y se nos quedan viendo, adelanto a Holder y me suelto de su mano. Entro al edificio donde se encuentra mi salón de clases.