Le miro mientras el maestro explica. Tiene pestañas largas y unos labios que te apetece tocar, una mandíbula bien marcada que quiero acariciar, sonrío con solo verle, mientras sigo su mirada él está viendo a Evangeline, a la chica que ama.
Cuando la clase termina salgo disparada a la biblioteca para luego encerrarme en mi habitación y evitar verlo.
—¿Qué haces aquí? —digo dejando mis cosas en el escritorio, me acerco a el balcón para cerrar la ventana por que entra un aire frio y para evitar que él vuelva a entrar.
—¿Escaparas de mí también aquí?
Evito mirarle, no quiero sentir lo que siento.
—¿Sigues molesta por el día que te deje plantada? Tenia que ayudar a Evie…, ella me necesita ahora.
Su voz es más dulce cuando habla de ella.
—Lo sé, sé que su abuela tenía una enfermedad terminal y que falleció hace poco, sé que su padre está siendo acusado, pero… también sé que te espere el día antes de tu cumpleaños muchas horas, también que te espere el día de nuestro aniversario y me quede ahí parada en medio de todos, siendo el centro de atención mientras todos susurraban a mi alrededor.
—Ese aniversario es falso, no creí que te importara si faltaba…
—Sé que la amas —le miro de frente y directo a sus ojos— que querías protegerla y estar a su lado, pero al menos hubiese esperado que como tu amiga…—mi voz se quiebra cuando digo amiga— no me hubieses dejado esperando a que aparezcas. Y yo, ya no quiero ser la que sobra en su relación, si vas a regresar con ella quiero que me lo digas, para que yo…
—¿Puedas ir con Andrew? —parece molesto.
Suena su móvil, él lo mira.
—¿Es Evie?, ve con ella debe de estar necesitándote —digo y hojeo una de mis libretas.
—Tenemos que terminar de conversar, ¿qué es lo que quieres decir?, ¿quieres terminar nuestro compromiso?
—Si. Puedes ser feliz con Evangeline, mañana por la mañana iré a hacer la petición al rey y reina.
—No será necesario —dice con rabia y se acerca a mi—, iré a hacérlo ahora mismo, no quiero que te detengas con Andrew, pareces ansiosa.
Así de fácil nuestra historia terminaba.
No sé qué decir, me quedo en silencio. Su cercanía nubla mi juicio, sus labios están tan cerca que quizá pueda probarlos una única vez.
—Su Alteza —la señora Donovan hace una reverencia—. No sabía que se encontraba aquí.
Me alejo de Holder de un brinco.
—Ya se va —digo seria.
—Ya terminé aquí. Sean felices Andrew y tú.
—¡Seré feliz con quien yo quiera! —le grito mientras él se dirige a la salida de mi habitación.
—Ve preparando tus maletas, porque ya no estarás al servicio de Anwen —dice Holder a la señora Donovan y sale de la habitación.
—¿Por qué dice eso? ¿Qué le hiciste niña?
La señora Donovan me toma del brazo fuertemente.
—Corregimos las cosas—me suelto de ella y me siento en mi escritorio a hacer mis deberes.
No, nunca me iría con Andrew, si Holder quería pensar aquello yo no lo sacaría de su error, me muerdo los labios para no estallar en llanto. Si a él no le importaba nada la ruptura de nuestro compromiso, yo tampoco le daría importancia.
Comienzo a leer el texto del libro con los ojos llorosos.
No, nunca lloraría por alguien al igual que mi madre.
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—Llévense esto también —oigo entre sueños decir a la señora Donovan.
Me froto los ojos y apenas logro abrirlos.
—Oh despertó, buenos días Señorita Clive —dice con una sonrisa la señora Donovan, parece más feliz que de costumbre—. Por favor esos vestidos llévenlos con sumo cuidado, no podemos permitir que se maltraten, la tela es sumamente valiosa —regaña a uno de las doncellas que saca alguno de los vestidos que hay en mi armario.
—¿Este vestido? —pregunta la doncella. Muestra el vestido celeste y blanco que use cuando baile con Holder en el mirador1
—Todos los usados no, esos déjalos, ¡¿cuántas vece te lo tengo que repetir?!
La doncella obedece y lo deja.
—¿Porque están haciendo esto?
—Felicidades, tus deseos se cumplieron —dice dando unos aplausos con emoción—. El compromiso se ha roto, ahora podrás volver a la pobreza de tu casa y vida que extrañabas.
Holder, a cumplido su palabra… ha roto nuestro compromiso. Esta tan desesperado de deshacerse de mí que el día de ayer corrió con sus altezas a regárselos.
—¿Dónde está Holder? —me pongo de pie y me pongo mis pantuflas de conejo
Debo felicitar a Holder por su prontitud.
—El esta con la señorita Evangeline. Toma, esto te pertenece —la señora Donovan me tira el móvil a botones que me partencia sobre la cama—. Bienvenida a tu mundo de pobreza feliz.