Abro los ojos y lo primero que veo es a Andrew con los ojos cerrados Su respiración es tan calmada, que nadie pudiese imaginar el dolor que debe de estar sintiendo. A de haber estado tan cansado como para rendirse así, intento acariciarle el rostro, pero me detengo antes de hacerlo….
Lo que siento no es nada romántico, es un instinto de protección.
Alguien carraspea en la habitación.
Me giro rápido, Andrew se despierta al notar mi movimiento.
—Alteza, princip…, Magestad debe de dar un discurso. Su alteza la reina madre está preocupada por usted.
Vuelvo a mirar a Andrew, es cierto ya no es el príncipe, ahora era el rey
—¿Dónde está mi secretario? —pregunta Andrew poniéndose de pie.
El señor Baan le extiende una tableta.
—Además, su secretario no puede estar aquí porque esta arreglando los papeles para su ascensión, me pidieron que venga por usted.
Tomo la chaqueta de Andrew que yace en un sofá y se la paso.
—Te estaré apoyando desde aquí.
Andrew asiente con una leve sonrisa.
—Si no fuese por ti no hubiese podido descansar. Gracias —dice y me abraza—. Gracias.
Me suelta lentamente y sale seguido del señor Baan.
Mientras lo veo alejarse recuerdo al pequeño niño rubio risueño que me prometió que sería su esposa, ¿Cómo era ahora el rey?
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—¿Has sabido algo de Holder? —le pregunto algo angustiada a Alston.
—Debe de estar bastante ocupado como para darse el maldito tiempo de pensar en ti —dice con desagrado dejando a un lado el libro que está leyendo.
Asiento e intento regresar a mi asiento.
—¿Por qué te preocupas tanto por él?
Me giro lentamente, ¿qué respondería? que estaba locamente enamorada de alguien que no me quería.
—Alston, cariño —Crystal se abraza del cuello de Alston— te invito a almorzar.
—No hagas que te lo repita —Alston se suelta del abrazo de Crystal—. Me equivoque contigo, aléjate, ¿quieres que te ropita mil veces más?
Alston se pone de pie y sale del salón.
Crystal le sigue rogándole, algo que se había hecho común, algo del día a día.
Salgo del salón de clases, dejaría mis cosas en mi casillero y luego iría por mi almuerzo.
—Miren, la zorrita con cara de yo no fui —dice Lane cuando me toma del hombro y no me permite bajar las escaleras.
—¡Esto es tu culpa! —grita una de sus acompañantes y me tira del flequillo de la frente.
—Por tu bien vete de este instituto —dice Lane con los ojos abiertos como platos.
—¿Por qué habría de irme de un instituto en el que necesito estudiar?
—¿Creías que ya no te molestábamos porque nos caías bien? Fue Holder, estamos amenazadas por él para tratarte bien, pero viendo de lo que eres capaz ¿Cómo pudiste traicionarlo así?
Intento recordar que de malo e hecho y lo recuerdo, para ellas lo malo que yo había hecho es existir.
Intento abrirme paso.
—No necesito su amistad —digo con seguridad.
—Necesitaras más que eso para sobrevivir aquí —dice Lane.
Siento una fuerte palmada en la espalda además de unas carcajadas, pierdo completamente el equilibrio y ruedo, hasta tocar el piso plano.
Intento apoyarme en mi muñeca, pero me duele la palma, miro a mi alrededor, nadie se acerca ayudarme.
El dolor me saca algunas lágrimas.
—Recuérdate de mí cuando estes muerta —dice Lane, suelta otra risa y se va seguida de sus cómplices.
Me pongo de pie lentamente y me alejo, mi mejilla sangra.
—Esto no se quedará así —digo.
Ya no puedo seguir siendo la chica que necesita que la protejan, no me importa si me expulsan del instituto, necesito saber que puedo defenderme sola.
Camino hasta la dirección
Varios de los maestros me observan llegar al despacho de la directora.
—Qué bueno que este aquí —dice la secretaria de la directora—, iba a mandarla llamar, pero parece que me lee la mente —dice con una sonrisa fingida.
Tomo la manecilla de la oficina y entro.
—Ya no callare más. En este instituto hay bulling, y usted debería de hacer algo, ya no pienso quedarme callada.
—Tome asiento por favor —dice, la directora como si no hubiese oído lo que le acabo de decir.
No obedezco.
Se quita las gafas y junta sus manos en el escritorio.
—Tras el reciente escándalo, su benefactora a decidido prescindir de su beca. Debe de abandonar el instituto, buscar otro en el plazo de una semana.