Holder
—¡Anwen!, ¡Anwen!
No oigo ninguna respuesta.
Si la escoria de su padre, si la ha tocado.
El semáforo no cambia y parece que el embotellamiento da para más.
Bajo de mi motocicleta.
Corro, corro para poder llegar junto a ella.
Anwen es mi vida ¿qué haría si le pasa algo malo?
Esquivo a las personas no me importaba nadie más que Anwen, solo ella.
—Estere en cinco minutos, lo prometo.
Miro a través de las calles y la veo a lo lejos.
—Si no dices nada la respuesta debe de ser un si —dice un tipo mientras la carga.
—¡Imbécil!, ¡suéltala! —grito mientras me acerco.
—¡Si, claro!, ¿y quién eres tú? La chica es de quien la vio primero.
—Aléjate, o te va a pesar.
Los tipos comienzan a susurrar entre ellos.
—Si, es él —dice uno de ellos examinándome.
Otro de los tipos toma el rostro de Anwen y le acomoda el flequillo.
—Y ella… es la princesa fugaz.
Se miran y salen corriendo, dejando a Anwen sobre la nieve.
Llego a ella.
—Bonita —le susurro con angustia.
—Holder, ven por favor…
—Aquí estoy —le digo tomándola entre mis brazos.
Su rostro esta sangrando. Ese maldito se atrevió a tocarla a pesar que se lo advertí, ahora recibiría lo que le había dicho.
La cubro con mi cazadora de cuero y le pongo mi bufanda.
—Estarás bien, estoy aquí.
Le repito y la cargo, busco el centro de atención más cercano.
—Me gusta tu pelo y ojos —susurra.
—Muy bien, mantente despierta.
Sonrío, incluso cuando está en ese modo es dulce.
Llegamos a un centro médico.
—Ayúdenla, estuvo en la nieve no sé por cuanto tiempo.
Las enfermeras me ayudan a colocarla en una camilla.
—Está ardiendo —dice una de ellas y manda a otra para que le pongan un paño húmedo en la frente.
—¿Quién eres tú?, ¿eres un familiar?, ¿novio?
—Su novio.
—¡Alteza!, ¿cómo no pude notar que era usted? —dice y hace una reverencia.
—Alteza salga, debemos de bajar la fiebre, no puede estar aquí —dice otra de las enfermeras. Veo de reojo que han comenzado a desvestir a Anwen, me giro y salgo de la habitación seguido de una de ellas.
—¿Estará bien? No puedo perderla.
—Cálmese, por ahora debemos de atender su fiebre y luego veremos los moretones de su cara.
—No le diga a la prensa que estamos aquí —ruego.
— Alteza ella estará bien. Estuve ese día que ayudaron en el orfanato, no creo que sea como la pintan en los medios. No creemos en los rumores, sabemos que lo que se ve por fuera no es necesariamente lo que sucede realmente.
—Gracias.
—No hay que agradecer, se ve que es alguien frágil, la prensa debe de estar haciéndole daño, cada día siendo la comidilla de la crítica y de las personas.
—Anwen es fuerte.
Antes lo hubiese dudado, pero ahora estoy seguro, Anwen a soportado las críticas, a su padre y a podido permanecer en la corona. A pesar de todo ella es fuerte y ahora no dejare que nadie la dañe, así tenga que enfrentarme a mi familia. Recuerdo a Andrew, me a dado su permiso, me a hecho abrir los ojos con respecto a Anwen. Si tengo al rey de mi lado, mi madre no podrá hacer nada por sepáranos.
—Todo su cuerpo está lleno de moretones ¿quién le hizo eso? —dice una enfermera que acaba de salir de la habitación. Ella me mira a mi—. Puede que sea un caso de violencia doméstica.
—Lo que pasa qui es su padre, su padre es un maldito alcohólico que…
Me quedo en silencio, tal vez Anwen no quiere que su padre vaya a la cárcel.
—Alteza ya puede pasar. Estará dormida toda la noche.
Entro en la habitación, su cara tiene incluso más moretones que los que yo creía, lo más probable es que ella los haya cubierto con maquillaje.
¿Cómo no me di cuenta? ¿Como no note lo que le pasaba?
Me siento en el sofá que está a su lado y le acaricio el pelo.
¿Por qué te cortarte el flequillo? ¿Fue porque la prensa de verdad te acosaba tanto? El destino a sido cruel contigo, pero te prometo que te protegeré, te lo prometí antes, pero antes estaba confundido, ahora sé que te amo y no dejare que nadie te vuelva a hacer daño no dejare que te vuelvan a lastimar
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