Capítulo 38

Corro como nunca antes e hecho, me quito los tacones y bajo los escalones, un auto se detiene frente a mí, las lágrimas no me permiten distinguir muy bien.

Las campanas de una catedral cercana dan la media noche.

—Señorita Anwen, la Reina me pidió que la lleve a su casa.

El señor Baan desciende y me abre la puerta.

Siento la vibración de mi móvil en mi bolso, se quién es.

No hago preguntas me subo en ese auto.

Quiero escapar de aquí, desaparecer.

—Se lo advertí, usted no quiso escuchar —dice el señor Baan.

No escucho sus palabras solo lloro, me muerdo el labio para no gritar ahí.

Las pistas estaban ahí ¿cómo no las vi?

Apago mi celular, mañana iría a cambiar de número, desaparecería.

Nos detenemos frente a mi casa y salgo disparada.

—Cariño, ¿qué haces aquí?, estaba viendo una peli romántica. ¿Por qué estas tan arreglada?

—¿Él no está aquí?

—Salió a festejar la noche buena con sus amigos.

Subo a mi habitación y me cambio, pongo el vestido y joyas en una bolsa, se lo entrego al señor Baan.

—No quiero tener esto, dígale a la reina que intentare no mostrarme frente a ustedes.

Regreso a casa.

—¿Que sucede?

—Mamá vámonos de aquí, vayamos a otra ciudad —digo limpiándome las lágrimas, tomo de las manos a mi madre.

—No —me suelta las manos—, si quieres puedes irte tú, yo no puedo dejar a tu padre.

—Ese monstruo.

—¡No te atrevas a llamarlo así, le debes la vida!

—¡No! —grito—, él me quito lo único que me hacía feliz, ya no lo tengo y es su culpa.

—Para ti todo es culpa de él ¿ no puedes aceptar que me hace feliz?, ¿tanto nos quieres separar?

Agito la cabeza, es imposible razonar con ella. Limpio mis lágrimas y levanto mi ropa que está en bolsas sucias, porque mi padre las boto afuera en medio de la nieve.

—¿Te iras?

—Si, ya no puedo vivir en el mismo techo que él, ya no quiero recibir sus golpes.

—¡Vete!, ¡nos libraras de tener que estar soportando tus quejas!

—No son quejas, son verdades. ¿Cuándo te libraras de sus golpes y sus infidelidades?

—¡No vuelvas a decir eso! tu padre se esfuerza por ti y por mí. Ya me dijo que te expulsaron ¿ahora quién nos ayudara a pagar estos electrodomésticos nuevos?, no podrás entra a una gran universidad, no lograras sacarnos de aquí, no podremos volver a nuestra vida de antes, Debiste esforzarte más por subsistir ahí. Si yo estuviese ahí lo hubiese hecho fácil.

—¡No, madre! —exploto en sollozos—. No nací para complacerte, nací para cumplir con mis sueños, nací para hacerme feliz y si eso significa que tengo que alejarme de ustedes lo voy a hacer.

—¡Entonces vete ahora! —dice y se sienta frente al televisor a ver nuevamente su película—. Cierras bien la puerta cuando te vayas.

Muerdo mi labio, termino de empacar y salgo de la casa.

Desempolvo el auto viejo, que yo compre y subo mis cosas ahí y me voy.

Conduzco, las lágrimas explotan de mis ojos, recuerdo a Holder enseñándome a manejar. Veo de reojo a la motocicleta de Holder pasar junto a mí.

Oigo como frena detrás de mí, yo acelero para alejarme de él.

—¡Anwen! ¡Anwen! —grita Holder.

No me giro.

No me detengo.

Tengo que ser más fuerte que lo que siento por él.

—Te amo, pero nunca podremos estar juntos —susurro y me alejo más rápido.

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¡Hola, soñadores!

Espero que el capítulo les haya gustado.

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Nos leemos en el siguiente capitulo.

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