Princesa Juliana: El despertar de la heredera

Prefacio

 

La puerta de la limosina es abierta por el chofer y sale una pequeña de cabello negro. La niña camina unos cuantos pasos y no cambia su seriedad ni siquiera al ver a la familia que la espera. No obstante, los ojos de los progenitores se llenan de ilusión.

―Hija… ―pronuncia con voz quebrada su madre.

―Buenos días, señores Byington. ―Interrumpe una mujer que ha salido después de la menor―. Tal y como fue acordado, les he traído a la doceava princesa Juliana.

―Muchas gracias, doctora ―dice el padre mientras se acerca a la niña―. Mi amor, nos alegra mucho tenerte de nuevo en casa. ―Acerca un infante que sostiene en sus brazos―. Este es tu…

―Estoy cansada ―expresa mientras da media vuelta para observar a la mujer, ignorando a su padre―. Doctora Serkin, necesito descansar.

Ambos padres se impresionan por aquel acto de su pequeña. Grayson sigue sosteniendo al bebé mientras Caroline sujeta con fuerza la mano de Anne.

―Estos son los fármacos de la princesa ―explica la doctora mientras interrumpe el momento incómodo, señalando una caja que coloca en las manos de Caroline―. Dentro está una explicación detallada del horario de la medicación y de la utilización de cada medicina. Si tienen una pregunta, hágansela a la princesa o esperen su cita de la próxima semana con el psicólogo que se le ha asignado.

Con esas palabras la mujer se despide y sube de nuevo a la limosina para marcharse del lugar. La joven pareja trata de salir del asombro pues no desean perder más tiempo; después de todo, es la primera vez que están a solas con su hija, sin la mediación de ningún especialista.

―Ahora que la doctora se ha ido, ¿qué te parece si celebramos tu regreso? ―indica la madre sonriente volteando hacia atrás, tratando de cambiar la atmósfera.

Su sorpresa es grande cuando se percata que la niña ya no está en el patio. Tanto ella como su esposo intercambian miradas de pánico.

―Mami, mi hermanita ya entró ―comenta Anne mientras sujeta la blusa de su madre y señala la puerta.

De inmediato, los papás sujetan a sus niños y en cuanto entran, observan que la niña camina hacia las escaleras. Ésta, avanza con paso firme ignorando por completo la decoración de la sala: los globos, la comida, los dulces, los juegos y el enorme cartel de bienvenida. Su actitud sólo provoca ansiedad en sus progenitores, quienes la siguen silenciosamente.

Al llegar al segundo piso, la menor camina por el pasillo y se detiene frente a la puerta que tiene su nombre, la abre y vislumbra su habitación arreglada tal y como la última vez. Todo está en el mismo lugar inclusive, los muebles son los mismos.

―Julia ―habla su padre―, tu madre y yo deseábamos que al volver, no te sintieras como una extraña por eso, no cambiamos nada.

―Estos dos años, no sólo han sido difíciles para ti, sino también para nosotros. ―Los ojos de Caroline empiezan a llenarse de lágrimas―. Por fin, volveremos a ser una familia.

La niña se gira a verlos, respira profundo y voltea, dándoles la espalda de nuevo. Por un instante, los ojos negros de Julia se posan en su cama y una pequeña figura captura su atención, da un par de pasos y lo sostiene entre sus manos; ahí, es cuando lo identifica.

Una conejita blanca con largas orejas cafés, una redonda nariz rosa, un vestido amarillo que cubre su afelpado cuerpo y un lazo rosáceo con naranja en su cuello. Sin lugar a dudas, es el obsequio de Nicole.

―¿Lo recuerdas? ―Señala su madre con nostalgia―. Es el regalo de tu tía Nicole.

―Esa mujer no es mi tía ―pronuncia enfadada mientras aprieta el peluche.

―Pero hija ―interviene Grayson―, ella era tu tía. Debes recordar que gracias a…

―¡Cállate! ¡Ella no era mi tía! ―Arroja el peluche contra la pared―. No quiero volver a escuchar su nombre… ¡Nunca! Desháganse de todo en esta habitación y aún más, de ese peluche. ―Lleva su mano a su collar, con sus dedos acaricia el dije en forma de rosa y la gota purpúrea―. Iré a descansar al jardín.

Camina hacia la puerta dejando aturdidos a sus progenitores con miles de preguntas en su cabeza pero, todas girando en una misma directriz: ¿Qué le han hecho a su niña?




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