Princesa Juliana: El despertar de la heredera

Capítulo 5

―¿Hablas en serio? ―pregunta la doncella de rubios cabellos a su maestro.

―Por supuesto. ¿Te parezco del tipo de personas que efectúa bromas? ―indica Erich a lo que la joven niega―. Apresúrate a decidir, este arbitraje es fácil a la par de los que debes tomar todos los días como la doceava princesa Juliana.

La heredera de la corona del mundo, se levanta del sillón y observa llena de ansiedad a sus compañeros que esperan por su respuesta. Ella está contra la espada y la pared por culpa de Kirchner. En sus años de vida dentro de la organización, nadie le ha pedido que realice un fallo. El consejo siempre ha tomado todas las decisiones respecto a la estructura a la que pertenece sin pedirle su opinión, al considerarla mentalmente inestable. Por lo tanto, esto es difícil para ella.

En este instante, frente a Julia hay demasiadas variables en las cuales debe meditar. Por un lado, tiene la opción de darse media vuelta e irse (si es que el instructor la deja hacerlo), pero eso le traería repercusiones graves en su relación con Erich ya que tiraría a la basura su disculpa anterior y su intento por hacer las paces, pues él vería su proceder como otra falta de respeto. Igualmente, esa elección llegaría a oídos de Keith y… No quiere ni pensar en ello.

Descartando lo anterior por traer problemas y no soluciones, considera el negarse a aprobar la batalla. Desde su punto de vista, es lo ideal. Aprobarla significaría colocar a Miu en una situación de desventaja tanto en número como en fuerza. Y aunque no conoce a la joven asiática, pero sí tiene razones de sobra para situarla en un escenario tan negro como el que ella ha dibujado con sus palabras, no puede pues no es una mujer vengativa y sus valores no la dejan efectuar un acto injusto. Así que, no le queda más que desautorizar la lucha y soportar a Yerik con sus asentimientos a los reclamos constantes de Josiah que durarán como mínimo una semana, por ambos llegar a la conclusión de que el dictamen de ella se deberá a que duda de sus habilidades.

―Mi decisión es reprobar su contienda ―expone finalmente tratando de aparentar una confianza que apenas tiene en cuanto a su arbitraje y que luego, se cae al ver los rostros de sus amigos, de Miu y de Erich. Por lo que agrega nerviosa―: Considero que no sería equitativo una pelea entre dos hombres y una mujer. El hombre por naturaleza es fuerte y…

La princesa cierra su boca al ver que la mano de Miu es colocada en forma de puño y liberada del agarre de Yerik, con el objetivo de estamparse en su cara.

Erich reacciona con rapidez y cuando el puño se haya a tan sólo centímetros de golpear la nariz de Julia, él lo sujeta con fuerza y obliga a Uchida a bajar su mano. Ésta lo obedece sin oponerse y también baja su cabeza, sabiendo que se saltó los límites. Si la hubiese golpeado, sin tener una batalla autorizada de por medio, tal vez hubieran pedido su cabeza como castigo ante su desfachatez.

Por su parte, la princesa, Josiah y Yerik quedan petrificados. Julia por no entender la respuesta violenta de Miu. Sus compañeros, porque sencillamente, las palabras no les alcanzan para describir su tensión, enfado e impotencia.

En esta escena tan catastrófica para todos, Kirchner se limita a ver con furia a Julia. Cuando le señaló a la joven que se encargara de solucionar el conflicto, no lo hizo porque en verdad creyese que fuera la decisión más salomónica y porque tampoco, las cosas se le estuvieran saliendo de las manos. En realidad, él planeó darle la oportunidad de que confirmara su autoridad luego de que la pusiera a pender de un hilo ante la revelación de sus poderes y tras el altercado con Miu (que cree que también conoce su falta de entrenamiento por la forma en la que se expresó ante la princesa), pero lo único que hizo ella fue arruinar todo, pues quebró al equipo por completo. Además de que lo decepcionó, al no poder especular una salida que para Erich era bastante simple por requerir un mínimo nivel de inferencia.

«¿Cómo puede ser tan estúpida y machista?» Se pregunta una y otra vez en su mente.

No obstante, deja de meditar en lo que le parece incomprensible, pues le toca dar una solución que deje tranquilas a ambas partes y que no haga que el volcán de personalidades que le han puesto delante, exploten.

―Tienen prohibido hablar de lo que ha sucedido. Esto no puede salir de la sala por ningún motivo ―comienza por declarar con voz fría.

Nadie habla ante la orden. Todos quedan en silencio. Esto, Erich lo aplaude internamente, ya que indica que sus estudiantes entienden el contexto. Ellos comprenden que la actitud de buscar pelea con la que llegó Miu no fue perfecta, pero que la princesa también tuvo la culpa al exponer algo tan ofensivo para una mujer miembro de la organización Juliana. Aunque parece que eso no lo entiende la princesa, porque aún lo mira con cara de desconcierto. Lo que lo lleva a preguntarse: ¿Cómo es que Josiah, Yerik y él siendo hombres comprenden los sentimientos de Uchida y ella no? ¿No puede ser capaz de representar aunque sea un poco su papel de emperatriz orgullosa de su poder y género?

―Miu, Yerik y Josiah, les autorizo su batalla. Sin embargo, las reglas cambiarán ―informa el maestro y agrega sus reglas―: Si Uchida pierde, no estará obligada a disculparse por obvias razones y, cuando acaben, no quiero que otra pelea se repita. Sólo volverán a enfrentarse en situaciones controladas por mí. Lejos de eso, informaré de su comportamiento al consejo y de cualquier otra falta de respeto que haya entre ustedes. ―Fija su mirada en los varones―. Pueden ir y luchar por el orgullo de su soberana. ―Quita sus ojos de ellos para prestar atención a Miu―. Ve y enséñale a la princesa, lo que significa ser una mujer en la organización y en cualquier otro lado.




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