Princesa Juliana: El despertar de la heredera

Capítulo 21

Todo está total y completamente listo. Cada asunto ha sido revisado en el mínimo detalle para evitar otro error tan colosal como el sucedido hace un par de días. Pese a ello, Erich continúa cerciorándose de la perfección de su plan, de que nadie aproveche una pequeña brecha para irrumpir su tarea tal y como lo hicieron la vez anterior, cuando la Insurrección aprovechó su fútil ausencia por motivo de finalizar sus trámites de traslado universitario y la falla en los sistemas de comunicación de su equipo.

―Teniente coronel Kirchner, el capitán Thatcher avisa que su majestad y los padres de ésta lo esperan en la sala.

―Gracias Hill, vuelve a tu posición. Iré en un segundo.

La mujer da media vuelta y desaparece. Erich continúa dentro de su automóvil, en las afueras de la residencia Byington y tras meditarlo por otro rato, decide ir al sitio donde había acordado tener una audiencia para presentarse por primera ocasión ante los padres de la persona a quien está sirviendo. De esta forma, no tarda en aparecer en el salón donde observa al matrimonio Byington sentados en un cómodo sofá.

Erich quien no desea alterar su agenda, se coloca frente a la pareja y planea abrir su boca, pero no lo hace cuando vislumbra a Julia acercarse en compañía de la señorita Hill. Ahí enmudece por un segundo debido a la incomodidad; una que no ha dejado de reaparecer desde el instante en que fue encontrado por la doctora Serkin y un grupo de médicos en la habitación de hospital de Julia, con ella aún en brazos y dormida sobre su pecho. ¿Cómo podía ser tan estúpido?

―Buenos días, joven.

En su mente, al escuchar al padre de Julia, Erich maldice pues ha quedado como un idiota. ¿Cuánto más seguirá con el efecto de retardo?

―Su majestad, buenos días. ―Saluda él dirigiéndose a ella, apenas viéndola y sin hacer la tan acostumbrada reverencia y eso, por el motivo de que aquí en adelante, Erich empezará a mentir y al menos, no quiero hacerle respecto a su posición con la princesa―. Es un placer conocerlos, señor y señora Byington.

―Supongo que el placer es nuestro ―profiere Grayson y al instante, agrega―: ¿Tú eres el maestro de Julia? ¿No eres demasiado joven? Pensé que…

―No, no soy su asistente, su secretario o algo parecido ―termina Erich de mala gana, recordando su primer encuentro con Julia el cual fue bastante similar. Y pese a que parece enfadado por ello, una parte de él está acostumbrado a esos señalamientos―. Soy joven, pero le aseguro que sé hacer perfectamente bien el trabajo que me han asignado.

―Claro, mi esposa y yo, no lo dudamos.

―Lamento la presentación tardía, el no haberme presentado antes ―anuncia Erich, encausando la conversación y repitiendo la falacia por segunda ocasión―, pero he estado ocupado encargándome de la seguridad de la princesa, el entrenamiento de su equipo así como mi traslado para radicar en este país.

Dicen que una falsedad pintada con un toque de verdad suele ser más creíble y por ello, el joven Kirchner está usando esa técnica. Después de todo, él no tenía intención de presentarse con los padres de la princesa, pero sí es cierto que su vida ha estado demasiada atareada. Al fin y al cabo, sus alumnos le han dado demasiado trabajo, Julia mucho más y si suma a todo el hecho de que ha tenido que encargarse personalmente de asuntos de migración, mudanza y papeleo estudiantil, cualquiera entiende que esté sobrecargado. Y pensar que cuando tomó el puesto tuvo la idea de que al menos, su traslado sería sencillo. ¡Qué iluso fue! Pero, ¿quién diría que lo único que haría el consejo sería amueblar su apartamento y pagarle un buen salario? Los ancianos sí que lo estafaron. Si su padre no hubiera tenido un enlace para conseguirle donde habitar…

―El consejo no nos comunicó nada acerca de a quién le habían dado el puesto de maestro titular de Julia, pero viéndote puedo deducirlo. Tu nombre es Erich Kirchner, ¿verdad? ―habla Caroline mirándolo con ferocidad, luego de que ha pasado su sorpresa―. Eres el hermano menor de…

―Sí, está en lo correcto señora ―interrumpe él con rapidez, tal y como Caroline lo hizo con sus pensamientos, pero por la razón de que no quiere escuchar aquello―. Soy yo, es un honor servir a su hija.

Un profundo silencio se extiende en la habitación.

Grayson busca la mirada de Caroline para encontrar una respuesta a su comportamiento tan poco usual, pero ésta lo ignora y continúa con sus ojos azules clavados en Erich, tratando de entender si él es un enemigo o un aliado.

En este punto, cabe señalar que la madre de Julia al igual que el padre de ésta, probablemente han sido negligentes en algunos aspectos con su hija. Sin embargo, al ser posible que la integridad de la princesa esté en peligro con la compañía de Erich por aquello que únicamente Caroline conoce, ella tiene todos sus sentidos alerta como nunca antes. Y es que, aunque no se había mostrado tan preocupada cuando hace un tiempo Nicole le planteó la candidatura de Kirchner como maestro de Julia, eso era porque él estaría vigilado de cerca por la señorita Carroll, más ahora que ella no está y el consejo ha abandonado a su retoño, la señora Byington siente el temor invadir todo su cuerpo.

Por su parte, el joven teniente coronel, la estudia con detenimiento. Él no cree equivocarse al percibir cierto repudio de su parte, más no da crédito en que se deba a su “problema” ya que no debería saber de ello. Por lo cual, trata de ver qué es eso que a la madre de la princesa, parece molestarle de él.




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