Princesa Juliana: El despertar de la heredera

Capítulo 32

Su corazón está errático. Aún no ha dado inicio y la presión mental es tanta, que cree que su cabeza explotará en mil pedazos.

―Coeficiente intelectual de trecientos, ¿cierto? ―Suelta de repente Miu, pudiéndose quitar por fin, la bola de papel de la boca―. Con ese nivel, debiste suponer que lo mejor era quedarte en casa. ¿Por qué no le inventaste algo al idiota de Erich? ¿Qué te costaba decir que tenías estreñimiento o algo así? Eso nos hubiera ahorrado el tener que cargar con un lastre.

Un disparo se oye a lo lejos, dando aviso de que la sesión de práctica queda inaugurada.

―¿Sigues con eso? ¿Cuál es tu afán de fastidiar, japonesa estúpida?

Los caracteres hacen acto de presencia y en un arrebato, el chico que ha salido a la defensa, sujeta a Uchida del cuello de la camisa en tanto ella le regresa una mirada de odio.

―¿Se pueden calmar un rato? ―Interviene Yerik tratando de separarlos―. Sean sensatos, no estamos para pelear entre nosotros. Vamos, esto lo podemos hacer después.

El conciliador del grupo no es escuchado. Josiah y Miu siguen con un forcejeo que no dista de ser parecido al de unos niños de primaria.

―¿Y esos son nuestros próximos líderes? ―Pregunta Madhur, el chico de piel morena.

―¿Dejamos que se asesinen entre su grupo o…?

―No hables idioteces, Yelena ―amonesta Risa a través de un comunicador y se dirige a otro de sus compañeros para preguntar―: ¿Cuáles son las órdenes?

Una voz baja y femenina se escucha a través de los aparatos que están localizados en las orejas de los alumnos de Kira. Por lo cual, en tres segundos, éstos se ponen en acción. Así, los discípulos de Erich que siguen en lo suyo, ni siquiera notan el cambio en el ambiente.

―Diablos, Josiah. Al menos tú, hazme caso ―regaña Sóbolev colocando se mano sobre el hombro de su amigo―. ¿Quieres que la princesa vea lo infantil que eres?

―Te has salvado ―pronuncia Grimaldi, apartándose de Miu al escuchar aquello.

―Como si te tuviera miedo, idiota ―reniega la asiática y con la molestia que ha cargado durante días, luego de haber sido obligada a guardar silencio por la llave aplicada por la princesa, sitúa su mano en el hombro de ésta para apartarla con brusquedad―. Si quieres que alguien te proteja, sírvete de esos ineptos. Conmigo no cuentes. No te interpongas en mi camino. No me estorbes porque…

El tiempo se detiene para Uchida, de lo único que es consciente es de las manos de la princesa que la arrojan hacia la grama. Y antes de que proteste, abre sus ojos por la impresión de entrever el paso de una ráfaga de balas por el sitio en el que estaba.

―Por eso les decía que pararan ―amonesta Yerik elevando un escudo de poder psíquico para proteger a Josiah y a sus compañeras que yacen en el suelo―. Tienen la delantera.

―¿Y eso qué? Son de tercera rama, les ganaremos fácilmente ―responde Grimaldi con demasiada frescura―. Cúbreme, le daré una paliza al hindú.

―No seas idiota, necesitamos agruparnos, no separarnos y… ¡maldita sea, Josiah!

De nuevo, el rubio no escucha el consejo y sale corriendo hacia su objetivo al creer que cuenta con una ventaja. Así pues, se vuelve a escuchar otro par de disparos en el estadio en que se da la práctica, pero ésta vez dirigidos al italiano que con una sonrisa de superioridad se detiene, levanta sus manos y se dispone a parar las balas con su magnetoquinesis.

―Pisó el anzuelo ―dice una voz femenina por el auricular―. Ya saben qué hacer.

La tercera ola de disparos inicia y tal como la vez anterior, Josiah planea parar los balines e incluso, regresarlos hacia el muchacho de piel morena que se haya en medio de las gradas laterales. Con todo, la situación se le voltea cuando su contrincante hace uso de su poder para manipular el sonido y aprovechándose de la resonancia efectuada por el disparo, hace crecer ésta con el objetivo de crear una onda sonora capaz de arrojar a Grimaldi por los cielos. Sin embargo, no sólo eso es lo que logra el joven sino que también, separar al resto del equipo de Erich al tirarlos con la misma potencia, en diferentes direcciones.

El único que logra mantenerse en pie es Yerik, quien se las ingenia de alguna forma para no rodar por el suelo. Por consiguiente, es el primero de su equipo en entender el peligro. Por lo cual, sin pensarlo dos veces, al notar que Yelena (una muchacha algo baja que pertenece a su estirpe) se aproxima de prisa a su amigo con un arma entre sus manos que se asemeja a las garras de un oso por poseer cuatro clavos de hierro unidas a una anillo de metal, con su poder psíquico forja una especie de arco y flecha que arroja en dirección a ella.

En ese punto, tal parece que el ataque surtirá efecto, al menos en lo que concierne a alejar a la mujer de Josiah. Con todo, el rostro de Yerik palidece cuando su sentido de la vista le muestra algo sorprendente. Y es que, en el espacio se abren dos especies de portales. Uno, se traga por completo su flecha el cual contenía una enorme cantidad de fluido psíquico y el otro, hace desaparecer a la atacante de su amigo. Pero lo peor no es lo que ha sucedido. No, lo preocupante y que deja en peores condiciones al equipo de la princesa, es que otro par de portales aparecen en el campo para expulsar lo que atraparon. De este modo, la saeta de Sóbolev se embiste contra Miu y la doceava dejándolas bastante malheridas y, al muchacho percatarse de ello, voltea con el objetivo de sanarlas, más esto se vuelve un acto erróneo.




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