Princesa Juliana: El poder de la soberana

Capítulo 19

―¡Princesa! ―La exclamación se escucha por todo el pasillo, aunque lo peor, es la muestra de afecto en forma de abrazo, que la mencionada recibe por parte del muchacho―. Aún vives. Tú y yo, todavía vivimos. Pensé que no te volvería a ver.

―Josiah ―llama el chico de cabello plateado con cansancio―, suéltala.

―El idiota número dos tiene razón, no fastidies ―añade Miu malhumorada―. Además, ¿no se supone que hace tres días fue la última vez que te viste con ella? Por lo visto, aparte de estúpido e inepto, eres un exagerado.

―Eso lo dices tú porque tu maestra auxiliar es un ángel, pero la princesa y yo… ―Suelta a Julia, la toma de la mano y la obliga a levantarla de la misma forma desesperada que lo hace él―. Estamos unidos por algo en común, por la maldición de tener a unos sádicos enfermos como guías, puesto que, por si no lo recuerdan, Mijaíl es un déspota. ¿Alguno de ustedes tienen idea de cuántas veces me he sentido a punto de morir en sus entrenamientos? Y, por otro lado, ¿acaso no saben que Erich es un tirano? ―El abrazo vuelve a brindarse, de la forma que a Julia no le agrada―. Pobre mi linda doceava. De seguro has sufrido mucho a manos de Kirchner, ¿cierto? Pero, espero que no se le haya ocurrido acercarte a las puertas de la muerte como lo ha hecho conmigo el…

―Todos nos miran ―interrumpe la princesa, con una mirada que denota algo de enfado ya que, aunque comprende el punto del rubio debido a que su madre le mencionó la forma de enseñanza del coronel Mijaíl, no le agrada que lo compare con su tutor y guía―. Si llega a oídos de Erich que hicimos un escándalo en medio de tantas personas, como mínimo nos romperá un par de huesos y será a todos, sin excepción.

Los muchachos ensombrecen sus miradas. Reconocen que aquello es una probabilidad. Por lo cual, guardan silencio de inmediato y hasta Josiah, que en otro momento se mantendría aún apegado a ella, cede a Yerik que con un solo tirón, lo aleja de la princesa.

El silencio llega. El mutismo que debería reinar tras lo que ha sido una explosión de ansiedad de Grimaldi por lo sobrevenido, vuelve a estar en su lugar, manteniéndose en una gran cantidad de jóvenes que se encuentran dispersados en el jardín central de la academia, en espera de ser llamados para su entrevista con algún agente de alto rango de la organización.

¿La ansiedad de lo porvenir está presente en el equipo de la doceava princesa? Por supuesto. Este se ve reflejado en la postura de los muchachos, en la forma en que algunos mueven sus pies o inician a caminar de un lugar a otro. No obstante, esto no es tanto por la valoración a la que serán sometidos sino por aquel misterio que cierto joven maestro ha mantenido en torno a esta evaluación.

―¿Erich no vendrá? ―Cuestiona Yerik, al observar a su alrededor a un par de agentes que brindan las últimas recomendaciones a sus alumnos; unos, que al parecer, sí están preparados para lo que se avecina―. ¿Ni siquiera nos dará una palabra?

La doceava niega.

―Cito lo que me dijo anoche: Yo no soy su padre o algo por el estilo para estar ahí. Tengo muchas cosas qué hacer. Así que, si tienen nervios, vayan a los baños a vomitar, pero no me molesten. Mi recomendación, ya se les he dado. No mientan ni siquiera para salvar a otra persona, tampoco pierdan la atención y no tendrán problemas. Es una simple entrevista.

Dicho esto, la muchacha se encoge de hombros porque la verdad absoluta, es que no puede decir más. ¿Por qué? ¿Acaso Erich se limitó también con ella? En efecto. Con Julia, Kirchner también cerró su boca y no soltó ni una sola palabra, aun cuando ella le puso sus ojitos llorosos y su rostro de niña lastimada.

―¿Qué demonios está pensando? ―Reclama Miu, dando una patada a un objeto imaginario―. Siempre ha sido extraño, pero ahora se ha sobrepasado. Esto no es normal. Todos los que están aquí saben quién los entrevistará menos nosotros y…

―Si Erich no cree que sea importante o necesario que sepamos el nombre de esa persona, es porque es así ―rebate ella con una seguridad que obliga a todos a mirarla con asombro―. Mejor respiremos profundo y busquemos la calma, ¿les parece?

La estupefacción no se marcha. Con todo, cuando la doceava se dispone a agregar algo, la presencia de un par de mujeres vestidas con trajes elegantes que se acercan a su grupo, rompe con cualquier sentido en los muchachos.

―Su majestad ―menciona una de las damas, haciendo junta a su compañera una reverencia profunda hacia Julia, antes de repetir ésta con el resto de muchachos―, señoritos. ―Otro par de saludos―. Por favor, ¿podrían acompañarnos? El mayor general los espera para su evaluación.

El pánico se apodera de los rostros jóvenes, quienes no se preocupan en disimular su temor. Y es que, en una rápida pesquisa realizada a un par de conocidos minutos antes, encontraron que el agente de mayor rango en el puesto de entrevistador, era alguien con el rango de capitán. Por lo cual, hallarse con el hecho de la posibilidad de estar al frente de una persona la cual parece situarse en uno de los escalafones más altos de la jerarquía militar, es una sorpresa aterradora.

―¿Mayor general? ―Interroga Josiah antes de tragar grueso de forma visible―. ¿En serio es un mayor general? ¿De los de verdad?

―No, de los de mentira ―gruñe Miu, dirigiéndole una mirada de enfado―. Idiota.

Nadie dice nada. Grimaldi cierra su boca porque por primera vez, tiene que darle el punto a Miu y castigarse a sí mismo por su tontería. Por otro lado, Yerik y Julia se mantienen en afonía y como se ha demandado, siguen a las mujeres misteriosas quienes no han respondido a la pregunta de Josiah. ¿Porque ha sido estúpida? No se sabe. ¿Porque tienen órdenes específicas de no proferir más palabras? Es una posibilidad, pero nadie puede estar seguro. Por lo cual, todos se limitan a caminar por los largos pasillos del edificio de catedráticos de la academia y no es hasta que la doceava determina a donde se dirigen, que decide intervenir.




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