Princesa Juliana: El poder de la soberana

Capítulo 28

―Hay dos grupos de cuatro reclutas cada uno, a unos setecientos metros, si subimos la ladera un poco y bordemos la zona, nos alejaremos de ellos. Sin embargo, si seguimos la ruta que he mencionado, será inevitable un enfrentamiento con otro equipo. Lo bueno, es que es un trío y podremos manejarlo bien. Así que, ¿lo hacemos? A mi parecer es lo ideal. A donde nos dirigimos, según el mapa que recibimos por el último objetivo ganado, podría ser un sitio donde recoger hongos y plantas comestibles y, en el mejor de los casos, tal vez encontremos algún conejo para la cena.

―Sí, por favor. ¡Estoy harto de serpientes!

La queja es de Josiah y, aunque nadie diga otra palabra, los chicos restantes están de acuerdo por completo, con que necesitan algo más en sus estómagos. Por lo cual, caminan despacio para su próximo encuentro. Uno que, por fortuna, al igual que los anteriores, es fácil de ganar. Así pues, cada joven se encarga de lo suyo. Miu y Josiah se mueven adelante en la ofensiva, con ataques coordinados, fuertes, pero a la vez con cierto grado de contención para que, en palabras de la princesa, logren ahorrar energía ante cualquier evento inesperado. Por su parte, Yerik se encarga de la defensa, de formar escudos de poder psíquico, barreras enérgicas que eviten un golpe a sus compañeros y, sobre todo, a la líder que se encarga de dar órdenes perfectas, controladas y majestuosas que colocan a sus subordinados por encima de cualquiera. Así, con una combinación avasallante de fuerzas, de nuevo el equipo añade otra victoria a su lista.

―¿Alguien sufrió alguna herida? ―Pregunta Julia, acercándose a los muchachos.

―Yo, pero… Es una tontería ―señala el italiano, llevando su mano a un pequeño rasguño en su cuello, realizado por una espada―. Dejaré que se cure solo. No hay necesidad de que Yerik se moleste en gastar sus poderes por una nimiedad.

Los ojos verdes de la princesa se centran en Sóbolev y, cómo si éste comprendiera lo que está en los pensamientos de ella, aparta la mirada con vergüenza.

―De acuerdo. Yerik, por favor, presta mayor atención a los detalles. Si hubieras mantenido el escudo un segundo más, Josiah no hubiera salido lastimado y… Sé que no es una gran herida, pero tú me comprendes. Pero bien, Miu, sabes qué hacer.

Por supuesto, la japonesa lo sabe. Por lo cual, quizás un poco agradecida por no seguir escuchando lo que es una especie de llamado de atención extraño viniendo de la princesa, procura hacer su trabajo. De modo que, pronto se encuentra entrando a la mente de uno de los miembros del equipo perdedor y tomando control de su psiquis para obligarlo a manipular su reloj y revelarles a sus compañeros, el historial de batallas, premios y la forma de oscilación de sus puntos hasta el momento. Todo, porque en las averiguaciones que ha tenido el grupo de la princesa, ha sido evidente que alguien que no sea el dueño del aparato, no puede acceder a él. ¿Cómo logró esto el consejo? Según la teoría de Julia, por alguna forma de tomar parte de la huella digital, que fue realizado en el instante donde todos los reclutas, colocaron por primera vez, la pantalla de sus relojes. Pero, esto ya no importa, sino la nueva información que esta nueva confrontación deja en los muchachos.

―Tenía razón. Los premios de las misiones extra son elegidos al azar ―enuncia la doceava con cierta molestia―. Este equipo recibió una deliciosa cena como recompensa, tras haber ganado su primer combate a totalidad. El anterior al que abatimos, un set de seis armas blancas y, al anterior a éste, un mapa del territorio sacro santo de la organización que es donde estamos. De manera que, es casi como un juego de la ruleta porque nosotros recibimos algo diferente por la misma misión y, el mismo mapa, fue un premio por cumplir un objetivo diferente.

―Eso hace las cosas peores, ¿verdad?

―No tanto ―responde la muchacha al rubio, con también, algo de optimismo en medio―. Pero no lo voy a negar. Sería excelente tener una lista completa de objetivos y premios. Eso haría algo sencillo mi tarea. Lo único que tendría que hacer, es buscar la manera de cumplir las metas y así, iría anulando posibilidades de recompensas. Con todo, está bien, es como un juego de ajedrez contra Erich. Estoy acostumbrada, puedo manejarlo. Al fin y al cabo, no juego contra él y eso, es una ventaja para mí.

La conversación mental enmudece. Miu observa de forma extraña a la princesa, de la misma forma en que sus compañeros lo hacen. No obstante, ella cambia el rumbo de todo, al hacer un señalamiento excelente.

―Ellos tienen comida en un bolso que la chica con el cabello pintado lleva escondido debajo de su blusa. Me introduje en los pensamientos de él y por ello lo sé.

El trío fija su mirada en la doceava. Ellos lo saben, que llevan dos días en el bosque y que ella no les ha dejado robar comida ni ninguna otra cosa. Pero, ¿acaso no necesitan algo qué llevar a su boca y un par de cosas como agua y un aseo?

―Venían del sitio a donde nos dirigimos, ¿cierto? ―Uchida afirma―. Saben cuál es mi política. Nada de asesinatos, robos o… ―Los ojos de desesperación ahí están. Es obvio que deben hacerse presentes en un trío, que no sabe lo que es aguantar hambre o frío, porque todo, lo obtienen con un chasqueo de dedos―. Yerik, busca el bolso del que habla Miu y mira lo que hay dentro, pero… ―Observa a todos con frialdad―. No tomaremos nada. Solo analizaremos qué tipo de cosas podríamos encontrar, qué nos puede servir y qué no.




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