Princesa Juliana: El poder de la soberana

Capítulo 38

―¿Se escapó? ―Cuestiona Julia, moviendo su cabeza de un lado a otro―. Erich, el tal Denes Bülow no pudo esfumarse frente a nuestros ojos. Tú estabas ahí, también el consejo, y otras grandes figuras. No es posible que huyera sin que nadie siquiera pestañara y que su poder psíquico no sea rastreable. ¿Dónde está Luke? Él debería hacer algo.

―Luke está inconsciente ―anuncia, con la molestia que le resulta comunicar algo fuera de serie―. Se cree que alguien colocó algo en su comida para dormirlo. No es veneno, por fortuna. Así que, Kira y Baran dicen que estará bien. El punto, es que, si nadie se mostró extrañado de su ausencia en la ceremonia de grados, es porque él avisó con antelación que se abstendría de asistir para encargarse de algunos asuntos de la séptima familia. Así que, Denes y compañía (puesto que debió de necesitar ayuda), aprovecharon bastante bien este dato.

―¿Algún daño en nuestros hombres? ¿Hay alguna baja?

―No, ninguna. Ni una sola. Denes no asesinó a nadie. A diferencia del examen donde les quitó la vida a sus propios compañeros de equipo y a una docena de reclutas, en esta ocasión se limitó a huir. Y, aunque esto parezca extraño, creo que puedo darle algo de sentido a la situación. Después de todo, si analizamos que lo superábamos en número, lo ideal era que no llamara la atención más de lo que lo hizo y se fugara. ―Toma una pausa, como Nixie no habla, él prosigue―: Seguiremos buscando. Es cierto que tuvo ayuda, pero no debería estar lejos. Le pediré a los equipos dirigidos por Mijaíl, Devdan y mi padre, que continúen en lo suyo. Por otro lado, redoblaré la defensa del castillo por si sucede otro inconveniente.

―De acuerdo y recuérdales al resto… ―Ella no lo sabe, Erich tampoco. Hay alguien más que, en algún lado, profiere la misma orden―. Necesito a Denes vivo. ―Una pausa. Julia cruza sus piernas sobre el asiento y prosigue con lo siguiente―: Hablaste con el consejo. ¿Qué decisión tomaron?

―Hubo ciertas protestas. Sin embargo, acordaron darte tus derechos completos como gobernante. A partir de ahora, tienes cierta libertad para hacer cumplir tus órdenes.

―Cierta… ―pronuncia meditabunda―. Supongo que es mejor que la mitad. Así que, está bien, es una buena noticia en medio de todo esto. Además, en cierta forma es conveniente. ―Sujeta una taza de té y la bebe con cierto aire extraño, que a Erich no le agrada―. Reúnete con el representante que la sexta familia envió, dile que quiero explicaciones acerca de la deserción y traición de uno de sus miembros. Además, por favor, que nadie de la sexta estirpe se mueva, a menos que tú lo autorices. Si se sienten sospechosos y empiezan a quejarse, ignóralos. Después de todo, los que menos deben de sentirse irrespetados, son ellos. Al fin y al cabo, a quién intentaron asesinar en dos ocasiones fue a mí y a nadie más. ¿Hay alguna otra cosa?

―¿Pedirás audiencia con el líder de la sexta?

―Sí, después de que la tensión aumente otro tanto. Una vez esté por reventar, su Padre no me la negará. No puede. En este punto, puedo acusarlos a él o la familia entera de traición a la corona si no responde mis preguntas. Así que, llama a Hill y sus auditores, le pediré al líder de la sexta los datos de todos sus agentes, sus movimientos monetarios y cualquier otra cosa que me sirva.

―Está bien y, ¿sigues con malestar en la cabeza?

―Así es. No se me quita ―anuncia mientras lleva una de sus manos a su sien―. Siento como si mi cerebro fuera un globo y alguien lo estuviera inflando con todas sus fuerzas para llevarlo hasta el punto de explosión. ―Cierra los ojos y cuando los abre de nuevo, observa a Erich frente a ella, acercando su mano. Por lo cual, Nixie retrocede con cierto rubor en sus mejillas―. Estoy bien. No hay necesidad que entres en mi mente. Se quitará pronto. Quizás, solo necesito aire fresco. Así que, sí, iré a ver a mis padres. Ellos deben estar preocupados, apenas me han visto desde que terminé el examen.

Con un bochorno que no sabe de dónde sale, Julia se levanta rápido, pero Erich sostiene su mano y ahí, el aire deja sus pulmones. En definitiva, observarlo con ese traje de gala que aumenta más ese atractivo que él tiene y que ahora, ella nota y alaba, no le hace bien. Con todo, cuando está formulando un plan de escape, una puerta que se abre, rompe la escena.

―Buenas tardes, princesa. ¿Cómo está? Soy Ella Relish, la jefa de la rama de estrategia. ¿Me puede permitir una audiencia, su majestad? Estoy ansiosa de hablar con usted.

Las pestañas largas de Julia se baten. A la teniente general Relish, ella solo la ha visto en fotografías, por lo que, al verla de frente, la emoción crece en su interior. ¿Y cómo no? Esa mujer morena, de grandes ojos oscuros y preciosa cabellera castaña ondulada, comparte su pasión, pero además es una de las mejores en el campo de la estrategia. ¿No dice eso acaso su puesto? Entonces, sí, quiere charlar con ella.

―De ninguna manera ―habla Erich interponiéndose, tomando a la mujer del brazo―. Teniente general Relish, le dije que su majestad está indispuesta y tiene mejores asuntos de los cuales encargarse. Así que, acompáñeme, saldremos de sus aposentos.

―Pero quiero hablar con ella. ―Se queja como una adolescente―. No la monopolices, ¿crees que es bueno que andes debajo de su falda todo el día?

―¡Afuera! ―Exclama más encolerizado―. ¿Quieres que te arrastre?

―Quiero ver que lo intentes, alumno desagradecido.




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