Princesa Juliana: La maldición de la corona

Capítulo 1

La habitación está oscura, llena de dolor y desesperación. Dos padres, poco a poco se hunden en un secreto tenebroso; un secreto que han llevado a cuestas y que con el tiempo se ha tornado cada vez más imposible de soportar.

―Grayson, ya no puedo tolerar más esto. Tengo miedo de que el estado de Julia empeore.

―Tranquila Caroline, debemos ser fuertes ―pide mientras acaricia el cabello castaño de ella y la abraza―. Estoy seguro que mejorará. Julia es un poco enfermiza, con el tratamiento adecuado estará bien.

―No podemos mentirnos, no es normal que se enferme con tanta frecuencia. Además, su vista está mal. Durante los últimos meses, hemos cambiado varias veces sus lentes porque su vista sigue empeorando y…

―Sabes que no es necesario tener una edad avanzada para presentar problemas de visión. Nuestra hija…

―¡Esos no son simples problemas de visión! ―Grita desesperada mientras se suelta de los brazos de su esposo.

El silencio se hace presente entre la pareja.

El joven padre sabe que su esposa está en lo correcto. Él está consciente de la situación que rodea a su hija, pero aun así, trata de disminuir el dolor de su cónyuge y el suyo propio, intelectualizando los hechos.

―Eso no es normal ―pronuncia Caroline con lágrimas en sus ojos―. Julia está conteniendo su poder. A su edad, debería usar ciertas habilidades. Estoy segura que eso debe estar afectando su salud y visión. ―Aprieta sus puños con fuerza debido a la impotencia―. ¡Maldita Juliana! ¿Por qué tenía que escoger a mi pequeña?

―Cariño, cálmate…

―Mami, papi ―llama alegremente una niña al entrar en la diminuta sala, pero cambia su expresión cuando observa la intranquilidad de su progenitora―. ¿Qué sucede?

Al escuchar el tono de voz temeroso de su hija y al observar cómo ésta sostiene su falda roja a cuadros con fuerza, sus padres intercambian miradas de preocupación mientras piensan qué explicación darle a su pequeña. Así, Caroline se gira prontamente hacia uno de los sofás y cambia de lugar las viejas almohadas de fundas desgastadas, para ganar algo de tiempo para encubrir su estado emocional y limpiar las lágrimas que ruedan por sus mejillas.

―No es nada, hija. ―Niega el progenitor de la niña, tratando de sonar convincente y para cambiar el tema añade―: ¿Estás lista? ¿Te despediste de tu hermana?

―Sí. ―Su expresión vuelve a cambiar y una hermosa sonrisa se dibuja en su rostro―. Terminé de desayunar, cepillé mis dientes y le di un beso de despedida a mi hermanita.

―¿Tu mochila? ¿Tienes todos tus útiles en ella?

―Aquí está. ―Ella se gira tiernamente y señala una pequeña mochila amarilla con puntos rojos que tiene en su espalda―. Todo está adentro.

―Eres una hermosa niña obediente. ―El padre de familia la abraza mientas besa su mejilla―. Tu mamá te llevará a esperar el autobús escolar. Diviértete, cariño. ―Se acerca a su esposa y antes de besar su sien, susurra en su oído―: Mientras vuelves, le daré de comer a Anne. Todo estará bien, ambos cuidaremos de ella.

La madre, habiéndose serenado un poco en apariencia, asiente a las palabras de su esposo, Grayson, y sujeta la mano de su hija mayor.

―Adiós, te quiero mucho, papá ―expresa la menor despidiéndose con un alegre movimiento de ambas manos.

Al salir de la vista de su esposo, una vez que ha cerrado la puerta de la vivienda, Caroline empuja el portón de hierro oxidado que parece a punto de derrumbarse y junto a su hija, avanza por un par de calles a paso lento hasta que llegan al lugar donde suele pasar el recorrido escolar.

Allí, pasan los minutos y la mujer no pronuncia palabra. Su boca está tan sellada, que ella ni siquiera regresa los saludos que un par de vecinos le dirigen y esto, a causa de que en sus pensamientos rondan las imágenes de un camino que se ha hecho eterno a sus ojos; un sendero que cada día se ha vuelto más espinoso debido a las preocupaciones que se acrecientan dentro de su interior desde el momento en que descubrió lo que vivía en su hija. A ella le es difícil entender, que algo que en otro tiempo pudo haberla llenado de orgullo, lo único que ahora le provoca es una enorme aversión. ¿Acaso es su recompensa por convertirse en una desertora? o, ¿es producto de su decisión de aquel entonces y que produjo el deceso de…?

Caroline mueve su cabeza de un lado a otro para que esos pensamientos no la sigan perturbando.

Ante este último hecho y tras haber estado observando detenidamente a su madre por un tiempo producto el extraño silencio que ha reinado, la pequeña abre su boca.

―Mami, ¿qué te sucede? ¿Te sientes mal? ¿Te duele algo? ―pregunta Julia sin comprender el comportamiento de Caroline.

―Hija, todo está bien. ―Miente la joven entre tanto trata de sonreír―. Estoy feliz y agradecida de tener una hermosa familia.

―¡Qué bien! ―Expresa la niña, dejándose convencer por las palabras de Caroline―. Mami, hoy tengo examen de Matemáticas.

La joven sonríe y es que esto ha surgido como el tema perfecto para cambiar sus ánimos y pensar en cosas positivas. De esta forma, puede ver a su hija tal lo desea: como una niña normal que algún día se convertirá en una gran mujer.




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