Dos mantas de color blanco se encuentran debajo de un gran árbol en el jardín de la familia Byington. Alrededor del sitio, se encuentran muchas flores de distintos colores que pintan el paisaje.
La pequeña Julia camina detrás de su maestra hasta el lugar donde están las mantas. Nicole es la primera en sentarse y luego, con un movimiento en la mano, le pide a la niña que haga lo mismo en la otra manta.
―¿Qué estamos haciendo aquí, señorita Carroll? ―Pregunta la niña mientras acaricia una flor roja.
―Hemos terminado todo lo referente a tu educación de los manuscritos sacrosantos y, como aceptaste luchar contra la princesa para conseguir tu libertad, pensé que era momento para que entrenaras tu ergoquinesis.
Asustada por las palabras de Nicole, Julia se levanta súbitamente.
―Usted me dijo que me olvidara de que debía aprender a mentir, robar y asesinar. ―Señala con enojo―. ¡Me mintió!
―¡Por supuesto que no! ―Contradice enfadada por haber sido señalada como mentirosa―. Déjame terminar de hablar antes de empezar a dar falsos señalamientos. Siéntate de nuevo y escúchame. ―Poco convencida, Julia decide acatar las órdenes de Nicole y vuelve a sentarse―. No te voy a enseñar esas cosas. Lo que te enseñaré es el poder que utilizamos los miembros de la séptima familia el cual, en un futuro, servirá para protegerte.
―¿Protegerme? ―Dice al no comprender de qué, pero de inmediato, una idea viene a su mente―. De la Insurrección, ¿cierto?
―Sí, ellos son nuestros enemigos y quienes han atentado contra todos los contenedores de la princesa Juliana.
Julia guarda silencio. A su memoria viene la historia que leyó en el manuscrito donde según éste, en un principio, los agentes de la Insurrección eran parte de las familias protectoras y que éstos se separaron del sexto linaje, porque no estaban de acuerdo en servir a la princesa.
Al recordar aquel detalle, un escalofrío recorre el cuerpo de la niña. Este espasmo no es más que el temor de saber que alguien intentará matarla sin un aparente motivo porque, ¿qué ha hecho ella para ganarse el odio de gente que ni siquiera la conoce?
En un momento, percatándose del temblor en el cuerpo de la niña, Nicole se acerca a ella y acaricia con suavidad su cabeza.
―Julia, no pienso mentirte. En tu posición como la doceava princesa, muchas personas intentarán hacerte daño debido al poder que tienes y, no me refiero solo a los miembros de la Insurrección. Sin embargo, todos los miembros en la organización Juliana tenemos el deber de protegerte. Leonti, John y yo, te protegeremos, aunque nos cueste la vida.
―Yo no quiero que ni usted ni ellos mueran por mi culpa ―menciona con los ojos llorosos, sintiendo una gran opresión en su pecho.
La conversación ha tomado un rumbo no muy bueno para Julia. Nicole la observa con algo de pesar. Ha llegado el momento de explicarle a la niña el incidente ocurrido a su arribo a la ciudad de los Ángeles. Al fin y al cabo, es su derecho saberlo, pese a que quizás esto, sea demasiado doloroso para ella.
―Hace un par de semanas, George, murió ―anuncia Nicole sin esperar más―. En ese entonces, viajábamos rumbo a esta casa por primera vez y nos atacaron dos miembros de la Insurrección. Ellos tenían por misión capturarte y posiblemente, asesinarte. George murió en el ataque. Tus padres no te dijeron nada porque les prohibí hacerlo, les prometí que yo me encargaría de darte la noticia.
―¿Murió por mi culpa?
Al pronunciar esas palabras, las lágrimas de Julia empiezan a brotar. A la verdad, solo conoció a George en una ocasión, pero el hecho de que haya muerto por su culpa, la hace sentir mal. Por su parte, Nicole la observa y decide responderle:
―Eso no importa, lo trascendente y lo que debes tener en cuenta es que muchas personas podrían morir por tu causa. No obstante, habrá una menor probabilidad de que mueran si aprendes a defenderte y a no depender de los demás. ―Saca un pañuelo de su bolsillo y limpia las lágrimas de Julia―. Por eso, es necesario que aprendas la ergoquinesis.
―¿Con la ergoquinesis también puedo protegerlos?
―Por supuesto ―afirma la maestra y le sonríe―. En estos momentos debería dejarte llorar todo lo que quieras, más necesito que aprendas cuanto antes la ergoquinesis. Así que, por favor, tranquilízate.
Con la duda aún presente en sus ojos, Julia hace un esfuerzo por no seguir llorando. No quiere aprender algo que provoque un daño a otras personas y tampoco quiere que hieran a sus papás y su hermanita. No sabe cómo hacer para protegerlos sin dañar a alguien, pero está segura que la señorita Carroll le ayudará a encontrar una respuesta.
Mientras tanto la niña trata de persuadirse a sí misma, Nicole observa a Julia sorprendida. La pequeña aún no parece convencida, pero el que hecho de que ha parado de sollozar, a su parecer, es un buen indicio.
―¿Quieres que empiece con la lección? ―Su alumna asiente y antes de que se arrepienta, Nicole continúa―: Debes saber que utilizamos la ergoquinesis para realizar ataques o bien, abastecernos de energía que hemos perdido en batalla. Los miembros de la séptima familia tenemos muchas fuentes de absorción entre las que cuentan los elementos de la naturaleza y los seres vivos.
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Editado: 22.09.2022