Princesa Juliana: La maldición de la corona

Capítulo 16

Lo que Nicole pronuncia, provoca temor en Julia quien dirige su mirada hacia arriba para contemplar el rostro de su maestra. La niña nunca había visto a la señorita Carroll tan enfurecida, ni siquiera cuando tuvo su primer encuentro con ella. Por ello, el observarla con una espada en sus manos, casi la hace temblar.

―No deberías decir tonterías. En lugar de eso, convendría curar tus heridas ―espeta Dan con adrede al observar a la niña.

―¿Heridas? ―Indaga Julia más temerosa―. ¿Qué le pasó, señorita?

Nicole maldice al hombre internamente, pues reconoce que su comentario ha tenido el único propósito de molestarla y causar daño a Julia. Así, trata de remediar la situación tratando de dar contestación a las preguntas de su pupilar, pero antes de que ella trate de incluso abrir su boca, se presentan en escena John y Leonti, quienes se manifiestan preocupados por la forma en que encuentran a los dos agentes.

―¿Qué estás haciendo, Nicole? ―Declara Góluveb angustiado en gran medida.

―¡Cállate! ―Responde furiosa―. Entra con la princesa a la casa y llévala a la habitación principal con su padre. Encárgate de revisar su estado de salud. Si no regreso en quince minutos, ¡huye con ellos!

Leonti se llena de consternación ante la orden escuchada. Sin embargo, sujeta a Julia de la mano para llevársela, más ella se niega.

―¡Yo no quiero ir con usted! ―Grita la pequeña mientras forcejea.

―Julia ―llama Nicole sin mirarla, enfocándose únicamente en Dan―, obedéceme y ve con Leonti. Él es de mi entera confianza, te protegerá.

Con los ojos llorosos, la niña decide sujetarse al mandato e irse con el joven.

Una vez que Nicole se cerciora de que Julia y Leonti han ingresado a la casa mediante el rastreo de sus poderes psíquicos, respira tranquila porque puede empezar a buscar las respuestas a sus indagaciones con ayuda de John que se ha quedado a su par. No obstante, su plan se quiebra cuando de pronto, un fuerte sonido la sorprende.

―¿Qué le hiciste? ―Interroga al observar a su compañero inconsciente en el suelo.

―Lo hice a un lado. Era demasiado desventajoso para mí. Una batalla de dos contra uno no es justa. ―Suspira y añade―: Para ser sincero, no entiendo el porqué de tu actitud. Me dijeron que eras una mujer con mal carácter, pero no pensé que pondrías una espada en mi cuello.

Los motivos para que la joven agente se enfurezca, crecen a cada momento. Después de todo, ahora, por el ataque emitido hacia John, ha perdido la ventaja. De modo que, si quiere seguir adelante debe tener mucho más cuidado pues es muy probable que Dan pueda utilizar control mental y termine dejándola inconsciente como a su compañero o, peor aún… Quizás la condición de sus manos la traicione. Para evitar lo primero, lo único de lo que puede tener algo de control, decide absorber energía y colocarla en forma de una capa imperceptible alrededor de su cuerpo.

Por su parte, el hombre de cabellos rojos y ojos enigmáticos, ignora la espada que tiene a escasos centímetros y que amenaza su humanidad. Él trata de introducir su mano en su saco, pero Nicole no deja la posición en la que se encuentra. Al contrario, ella fija su arma y toca con la punta de la espada el cuello de Dan, haciendo que emerjan unas cuantas gotas de sangre.

―No te muevas ni un centímetro. No bromeo, te mataré si lo haces.

―Planeaba sacar una medicina para curarte. Te he visto en un par de ocasiones y creo que eres una mujer inteligente. ¿Por qué no me dejas sacarla? ―Nota que el semblante de la mujer no cambia y sonríe―. Si quieres pelear no me opongo, pero sería mejor que te recuperaras.

―¿Qué le hiciste a la doceava princesa? ―Pregunta haciendo caso omiso a las palabras del sujeto.

―No sé a qué te refieres. Aunque, si es respecto a mi ataque hacia su majestad, creí haberte explicado que estaba protegiéndonos.

―No juegues conmigo. La princesa estaba tranquila hasta que tú te presentaste, luego de eso, perdió la cordura.

―¡Que alegato tan poco sustentable! Me pregunto, ¿qué le has estado enseñando a esa niña?

Dan no recibe una refutación, pues el dolor en las manos de Nicole ya no es soportable. La espada que sostiene cae al suelo, no puede empuñarla más.

Aprovechando la circunstancia, Gasser camina frente a ella colocándose a su derecha, sitúa su mano en su hombro y con mucha fuerza, patea la parte de atrás de sus rodillas haciendo que la señorita Carroll caiga al suelo postrada. A continuación, se coloca detrás de la mujer y sujeta su largo cabello rubio y liso jalándolo hacia sus espaldas.

La señorita Carroll no puede defenderse; las quemaduras que ella posee son lo suficientemente serias como para no permitirle realizar ningún ataque manual.

―Tu mayor error ha sido hacerme frente. En este instante, puedo asesinarte y alegar que te atreviste a faltar el respeto a un agente de alto rango. ―Saca otra daga, la coloca en el delicado cuello de Nicole, pero luego, vuelve a guardar el arma―. Pensándolo bien, debería llevarte ante el consejo para que ellos mismos te maten. No perdonarán otra falta de tu parte, aunque seas la favorita de Keith. ―Las amenazas de Dan no hacen ningún efecto. Nicole no quita su mirada retadora―. Al menos deberías fingir temor. Te pareces tanto a… ―Corta la frase y se ríe mientras tira con más fuerza del cabello de la agente―. En realidad, estoy bromeando. No te asesinaré ni diré nada acerca de esto ya que estamos a mano.




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