Princesa Juliana: La maldición de la corona

Capítulo 17

 

Por primera vez durante la pelea, Nicole demuestra dolor al gritar con todas sus fuerzas y esto, es entendible. Dan Gasser la ha agredido, haciéndole una profunda estocada en su pierna izquierda, con su propia espada.

La sangre empieza a fluir de la herida de la joven agente y súbitamente, esta siente que se está asfixiando, por lo que tose y se lleva las manos hacia la boca. Es ahí, donde se percata que la piel de sus manos se está regenerando y en seguida, al observar su pierna, vislumbra que la sangre ya no brota de la contusión.

La restauración de las heridas de la señorita Carroll se debe a que Dan, al provocarle la herida, aprovechó su grito desesperado para hacerle tomar un frasco curativo creado por la tercera familia.

―Jamás dejo de sorprenderme de estas cosas. ―Muestra el pequeño frasco cambiando la directriz de la conversación―. Una medicina normal mezclada con el poder psíquico de un miembro de la tercera familia y del paciente, puede hacer grandes cambios. Supongo que el mundo sería diferente si los civiles pudieran utilizarlas. Es una lástima que solo funcione para miembros de la organización. ¿O estoy equivocado? ―Dan dirige su mirada a su reloj mientras juega con la espada de Nicole que sostiene con su mano izquierda―. Trece minutos, medí el tiempo a la perfección. ―Clava el arma frente a Nicole y se da media vuelta―. Mañana vendré a primera hora para empezar mi trabajo como maestro titular de su majestad y espero, que te comportes de forma correcta delante de tu superior.

―Voy a matarte ―pronuncia Nicole con un tono de voz bajo, apenas audible.

―¿Disculpa? ―Le pregunta impresionado, girándose para observarla.

―¡Voy a matarte! ―Grita con un brillo indescriptible en su mirada―. Buscaré las pruebas necesarias para darte una recompensa por lo que le hiciste a la princesa y por haberme humillado.

―Buena suerte con eso ―expresa a la vez que se despide con un movimiento de mano y con lo que parece que es su característica sonrisa burlona de superioridad.

Mientras tanto, Nicole se levanta despacio, apoyándose en la empuñadura de su arma. Su cuerpo le duele de manera considerable por el último ataque emitido; este la comprometió demasiado. Si talvez solo hubiese utilizado una técnica, no se sentiría tan mal, pero no tenía más opción que arriesgarse a ejecutar la segunda.

Así pues, la forma en la que la joven se consuela del dolor es pensando en que debe sentirse afortunada por lograr emplear una técnica imposible para su estirpe. Después de todo, para alguien como ella, miembro de la séptima familia, el expulsar energía de su cuerpo y mantenerla durante un largo período de tiempo, es impensable. Como le mencionó a Julia en su momento, ella es una excepción; sus antecedentes familiares la han ayudado a tener este honor, puesto que su bisabuelo materno pertenecía a la tercera familia y por esto, ella ha conseguido, aunque de forma escasa, expulsar poder psíquico. Sin embargo, para el infortunio de la maestra, el ser una agente normal (no como su alumna quien posee un noble título, pero que es también una excepción por tampoco estar limitada al principio de su estirpe) hace que su técnica sea ilícita y, por ende, prohibida.

Nicole con cansancio, deja su espada y empieza a caminar con lentitud hacia la casa de los Byington con el objetivo de primero, buscar a Julia y cerciorarse de su bienestar y segundo, encontrar a Leonti para que éste, pueda encargarse de John que aún está en el suelo inconsciente.

Al entrar a la morada, con sumo cuidado sube las escaleras hasta llegar a la habitación principal, pero ahí, hace un rápido ejercicio de relajación respiratoria para tranquilizarse. Esto, porque el enfado por la humillación física y psicológica sufrida, está por completo arraigada en ella y no quiere que sea obvio ante la vista de todos en la habitación.

En cuanto disimula su estado, la señorita Carroll abre la puerta, observando la atmósfera de tensión que invade el sitio: Leonti se encuentra en una esquina con una pistola entre manos, introduciendo las municiones; Grayson se haya sentado en la cama abrazando con fuerza a sus dos hijas contra su pecho; Julia por su parte, formula múltiples preguntas a su padre, el cual ignora cada una de ellas debido a sus nervios.

La primera persona en darse cuenta de la llegada de la agente es Julia quien, con una enorme sonrisa, se aparta de los brazos de su progenitor y corre para abrazar a su mentora.

―¡Señorita Carroll! ―Hace un puchero―. Estaba asustada. ¿Por qué tardó tanto? ―No recibe respuesta. La mencionada se limita a acariciar su cabello negro con una sonrisa al saber que se encuentra bien―. ¿Qué le pasó a su pantalón? ―Pregunta curiosa atrayendo la atención de Nicole―. Está muy mojado. ¿Por qué está así?

Antes de que acerque más su mano y se percate de la sangre que conserva el pantalón negro de Nicole, la agente aparta la mano de Julia y con disimulo, la carga entre sus brazos mientras en lo interno, da gracias de que su alumna la haya abrazado de un punto contrario, casi ciego, para así no percibir ese líquido carmesí que de seguro la aterrorizaría.

Por otro lado, los hombres observan a la mujer preocupados ante el señalamiento de la niña y sacan sus propias conclusiones.




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