Princesa Juliana: La maldición de la corona

Epílogo

 

―¿Dónde está mi hija? ―Interroga agitada―. ¿Dónde está Nicole y su equipo?

―Señorita, somos los padres de Julia Byington ―dice Grayson para identificarse―. Por favor, díganos donde está ella y sus guardaespaldas.

―Lo lamento, pero no tengo autorización de dar información de su majestad ni tampoco de los agentes.

―¿Cómo? ―Expresa Caroline airada―. Llegamos a casa y encontramos un grupo de agentes que nos dicen que secuestraron a nuestra hija, luego nos avisan que la han encontrado y que está en este hospital y… ¿Usted no nos da información? ¿Acaso sabe cómo me siento?

Grayson se acerca a ella y la recuesta en su pecho. Caroline abraza con fuerza tanto a su esposo como a su pequeña Anne quien duerme en el pecho de su padre.

―Caroline ―pronuncia su nombre una voz suave―, lamento el encontrarnos en estas circunstancias.

Ambos progenitores dejan de abrazarse y dan media vuelta. La joven madre reconoce a los siete líderes de la organización Juliana, entre ellos, a la dirigente de la cuarta familia: una mujer morena de estatura media con algunas arrugas en su rostro y un punto rojo en su frente, que lleva un vestido rojo hasta sus pies y unas sandalias.

―Madre ―dice quebrantada―, necesito saber de mi hija, de Nicole y de su equipo.

El silencio se hace presente en la mujer; ella suspira buscando una forma de responder. Mientras tanto, Caroline observa a los demás líderes buscando una respuesta de su parte. Finalmente, las miradas de Caroline y Keith Dalley se cruzan; los ojos del gobernante de la séptima familia están enrojecidos, desvía su mirada, gira y se marcha del lugar.

―Es difícil para mí decirlo, pero… ―La voz de la cuarta líder se escucha de nuevo―. Debes de ser fuerte. La verdad es que…

―Nicole Carroll y su equipo están muertos ―expone sin sensibilidad la líder del primer linaje―. Respecto a la princesa Juliana, aún no sabemos nada porque los médicos no se han pronunciado.

Caroline queda impactada. Ahora comprende el que Keith tuviera los ojos rojos. Él está sufriendo la muerte de Nicole. Por otro lado, Grayson igual de atónito, observa como su esposa tiembla por la noticia y sus ojos se llenan de lágrimas. Aprieta sus manos en forma de puño, es tan horrible la impotencia que siente al no poder hacer nada.

―No tengo derecho de reclamarles porque no pertenezco a la organización, pero, ¡no nos engañen de esta forma! No podemos creerlo. Nicole es la mejor amiga de mi esposa y…

La mano del dirigente de la segunda familia se posa en el hombro de Grayson y niega rotundo.

―Lo siento mucho ―pronuncia con tristeza y fija la mirada en ambos―. Lamentamos el fallecimiento de la señorita Carroll y su equipo y aún más, la forma en la que se ha anunciado su muerte. ―Observa con recriminación a la líder―. Les aseguro que recibirá todos los honores correspondientes por morir en el cumplimiento de su deber.

―¿Cómo murió? ―Interviene Caroline en voz baja, espera y al no recibir respuesta, exclama exasperada―: ¡Quiero saber cómo murió!

―Creemos que la doceava princesa fue secuestrada por la Insurrección, quienes asesinaron a Dan Gasser y John Lauper ―explica la líder de la cuarta estirpe―. Nicole fue a rescatarla junto a Leonti Góluveb y ambos fueron asesinados mientras rescataban a la princesa.

―Quiero verla ―dice sollozando―. ¿Dónde está su cuerpo?

―No hay cuerpo ―explica el segundo líder derrumbando aún más a Caroline―. El lugar donde mantenían a la princesa fue consumido por el fuego. Encontraron muchos cadáveres incinerados. La señorita Carroll no tiene más familiares, por lo que no podemos hacer un examen de ADN. No hay forma de reconocer su cuerpo.

La joven madre no soporta más, se aproxima a Grayson y se hunde en su pecho a llorar. Él la sostiene con fuerza, sintiendo lo frágil que está. ¿Y cómo no estarlo? Su pobre esposa no tiene un cuerpo al cual llorar.

Un joven de ojos mieles observa la escena en el pasillo, sus ojos denotan enojo.

―Estúpidas princesas ―apunta con rencor―. Solo sirven para causar dolor.

Sin decir una palabra más, se marcha del sitio y segundos después, aparece por el mismo pasillo, una mujer con una bata blanca que hace una reverencia ante el consejo.

―Miembros del consejo, por favor, síganme. Yo los llevaré con la princesa.

―Nosotros somos sus padres ―interviene con rapidez Grayson para no ser dejados a un lado.

Tanto el dirigente de la segunda como la de la cuarta casta asienten. Por ello, los progenitores son aceptados, pero antes de partir, una enfermera se lleva en brazos a Anne porque la niña no puede ingresar al lugar. A continuación, el grupo camina por largos pasillos hasta llegar a una habitación en el cual se encuentra Julia, vestida con la típica bata azul marino de hospital. Ella se encuentra en una esquina llorando en posición fetal. Sin embargo, lo más alarmante de la escena es la energía que la niña expulsa de su cuerpo y que inunda la habitación.

―¿Qué le sucede? ―Pregunta su padre con voz temblorosa―. ¿Está herida?




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