Amo los domingos ¿quién no amas los domingos, en realidad? Son los días en que más disfruto durmiendo, comiendo tarde y por supuesto, en entretenerme en alguna actividad de algún tiempo del día. No es que mayormente tuviese que hacer gran cosa pero me divertía ir al jardín y sentarme debajo de un árbol mientras leía las cartas de mi familia, ahora con el poco tiempo que a veces tengo de escribirle cartas a todos, me toca que resumir varias historias como también dividir los días en que les enviaré las cartas, lo bueno de todo es que siempre les llegan y me responden ellos contándome alguna que otra buena noticia.
Acaricié mi cabello mientras observaba la copa de los árboles moverse de un lado hacía el otro, mordía el borrador del lápiz que tengo en mi mano mientras me concentraba en las palabras que le diría a mi madre sobre lo que ha pasado últimamente, aún no le había mencionado acerca del envenenamiento, no quería causarle más problemas o por lo menos unas aflicciones que pueden ocasionarle alguna enfermedad; sus cartas mayormente ahora son ocupadas por pensamientos motivadores y confiados de los cuales explica que no debo de esconderle nada, que le cuente sobre lo que me sucede o que por lo menos le explique porque no le escribí dos semanas, pero siempre termino dándole una excusa o solo ignoró la misma pregunta de siempre que sé que si estuviera conmigo haría lo posible para que le dijera la verdad.
No me gustaba mentir y más si es a mi madre quien me conoce mejor que nadie y sabe cuándo me siento bien o mal; pero contarle que su hija estuvo a punto de morir seria para que mi madre sacara las garras como un tigre y defendiera a su cría con todo su ser sin importar lo que sucediera. No quería que ella sufriera y se preocupara más por mí, ya tenía suficiente conmigo todos estos años para que ahora le manifieste un problema del cual ella no podrá estar conmigo, cuidándome de esa persona que quiso cometer un homicidio conmigo.
—Kiara—eleve mi rostro.
—¡Ah! Hola Neil—cerré el cuaderno.
—Vamos, levántate—me tendió su mano para ayudarme.
— ¿A dónde vamos?—le pregunte al caminar a su lado.
— ¿No te acuerdas?—abrí los ojos más de lo normal mientras él se daba cuenta de que no sabía sobre qué hablaba—Tienes cita con el doctor.
—Vaya, eso sí es una sorpresa—dije sin emoción.
—Solo ven y ya. —Asentí.
Camine detrás de él y a pesar que estaba nerviosa en escuchar los resultados del último examen que me hicieron solo esperaba que todo saliera bien para no hacer que me preocupara más por mi salud así también como la de los demás. En total, no tenía mucho que decir sobre mi salud porque para empezar desde que llegué a la competencia solo se han declarado en darme vitaminas como si fuera la manera más fácil que subiera unos kilos de más como también una manera de protegerme de cualquier enfermedad pero aunque no crea tanto en eso, no negaré que cada día me siento mejor, después de todo, las necesidades que recibo ahora en el castillo no son como las que recibía en casa y ahora con la posibilidad de seguir en la competencia sé que tanto mis padres como mis hermanos y mi primo se fortalecen cada día más con la pensión que reciben de parte de la familia real.
Cuando llegué a la enfermería, el doctor me saludo para después hacer que me sentara en una de las sillas que está al frente de su escritorio, antes de poder explicarme sobre mis análisis, empezó a buscarlos entre algunos papeles que tiene en unas gavetas del escritorio y al encontrarlos, abrió el folio y empezó a pasar un lapicero de arriba hacia abajo como leyendo todo lo que había escrito hasta darme una mirada neutra. Mis manos sudaban y mi corazón latía a cada segundo cada vez más rápido.
Esto de ir al doctor es más agotador que recibir los resultados de mis exámenes y es cuando me doy cuenta que quiero salir huyendo y esconderme para no querer escuchar sobre mi estado de salud.
Esta vez debe de importarme demasiado, aún no se me quita de la cabeza como es que pude sobrevivir de uno de los venenos más letales de todo el mundo y eso que con los medicamentos nada más son un respaldó para que mi cuerpo eliminé toda la toxina que pudo haber quedado en mi sangre o en algún órgano de mi cuerpo. Quisiera arrancarle esa sonrisita a Avery pero tengo que ser paciente, ya que Stephene no me ha comentado algo nuevo acerca de los planes que tiene para descubrir a Lucas y a la vez detener a Avery, pero lo que a mí me interesa de anticipo es encontrar a la persona que asesino a la reina Valentina.
Es difícil que yo pueda mantenerme en contacto con Holliday y más si tengo que hacerlo sola, porque la mayor parte de personas del castillo creen que ella fue la que me envenenó en vez de pensar si fue otra persona que le pudo haber tendido una trampa a ella y que su resultado fue la traición de una de sus mejores amigas; no hubiese necesidad de tener que buscar por internet o en algún directorio del castillo el número de ella, y aunque se escuche muy particular como si se tratase de llamar a la casa de una persona, se puede decir que el rey Arturo mantiene esos contactos por medio de una agenda que solo él sabe dónde la tiene guardada. La parte de pedirle ayuda a Neil o a Xavier esta eliminada de mi cabeza por el hecho que me harán las millones de preguntas del año y por supuesto, que se negaran en que yo me comunique o que por lo menos consiga una comunicación con mi “asesina” lo cual parece muy tonto y ellos lo tengan que ver como una locura más de mi cabeza.