Intente desempacar las maletas cuando Ashley educadamente me aparto de la cama para llevarme hasta la ventana mientras que ella volvía a su trabajo de sacar mis pertenencias personales y dejarlas en un bonito tocador de madera.
Sin querer protestar y decirle que yo podía hacer ese trabajo sola, me di la vuelta para abrir la ventana de la habitación del Hotel Ciudad Real.
Un pequeño vientecito abarroto por toda la habitación haciendo que mi cabello rozara mi rostro y yo cerrara los ojos para disfrutar de la fresca brisa que transmitía la bonita ciudad del Norte, Bennington.
El viaje no había sido tan largo como lo esperado, en tres horas y media ya nos habíamos instalado en aquella ciudad para ver como varias personas se quedaban en la orilla de la acera mientras saludaban y sonreían al ver que la familia real se quedaría dos días en aquella gran ciudad que estaba abarrotada de edificios enormes, personas bien elegantes y casas hechas unas mansiones. Es de esperarse que la ciudad de Bennington fuera reconocida muy bien por sus largas calles y una naturaleza sin igual.
Se suele decir que también es uno de los lugares más visitados en toda Nueva Erlanwood tanto nacional como internacional. El único problema que se encuentra es que su lugar estaba en segundo puesto después de que se encontrara un manglar en Ocean Paradise, al Este de Bennington.
Como es patrimonio cultural; mayormente muchas personas llegan a visitar aquel sitio por sus brillosas, profundas y frescas aguas donde al hacer un pequeño viaje de buceo se observaran todos los corales que han crecido durante los años, agregando la fauna que vive debajo del océano.
Bennington es considerado más por tener bosques y pequeños riachuelos, en los cuales muchas personas pueden llegar a hacer campamentos aunque en épocas de vientos y lluvias es prohibido para no enfrentarse a un incendio forestal por una fogata como también prevenir un accidente cuando hay una lluvia fuerte.
Por supuesto, solo en libros he podido apreciar aquellas majestuosas imágenes pero quizás en algún momento pueda hacer un recorrido para conocer todos aquellos lugares de los cuales he querido visitar con mi familia.
— ¿Cómoda?
Di un salto de susto al ver que Neil se acercaba a mí y sonreía de oreja a oreja.
Al ver su rostro, me imagine que sabía algo del reto de esta ciudad, como también ya debe de tener la idea de lo que sucederá en la noche.
—Es una bonita ciudad—asintió.
—Pero prefiero Silver Island. —Rodé los ojos.
Y cómo no va a preferir su ciudad antes que Bennington. Silver Island también es una ciudad hermosa, aunque en comparación con Bennington, la mayoría de las casas está cerca de un lago de agua dulce.
— ¿Alguna novedad?—pregunte.
—Habrá una cena a las seis en punto en la casa de Christian Cox; un multimillonario empresario de varias fábricas alimenticias. —Comento. —El rey no ha dicho mucho como Xavier pero ambos mencionaron que podías salir a dar un paseo para conocer la ciudad—aplaudí animada— pero con supervisión de alguien. —Mi sonrisa se cortó y tuve que mirarlo serio.
— ¿Esto es en serio?—Encogió los hombros.
—No me culpes, solo obedezco ordenes de mis superiores—hice una mueca de disgusto.
—Está bien. —Me rendí.
—Nos vemos dentro de unas horas.
Salió de mi habitación y de nuevo me quedé sola con Ashley; no tenía mucho que hacer en las cuatro horas que me quedaban así que nada más me senté en la cama mientras sacaba una pluma, tinta y papel para escribirles a mis padres, cual sería mi primera experiencia en ser la finalista de la competencia.
(...)
Cuando entramos a la mansión de Christian Cox, no tardamos mucho en dirigirnos a la mesa de invitados en donde se serviría la cena; la admiración que aquella casa proporcionaba en mí, era increíble, parecía ser un segundo palacio pero más pequeño, las paredes tapizadas con color rojo mientras la alfombra cobraba un brillo azul, me hacía sentir como si de nuevo estuviera a punto de cruzar un escenario o un teatro. La mayoría de adornos decorativos consistían en rostros humanos hechos de mármol y varias pinturas de diversas épocas.
Me sentía muy nueva en ver todo aquello, pero que me podía esperar, sí es la casa de un multimillonario que capaz ha plantado hasta su propio árbol de dinero o en vez de salirle agua en la ducha, salen monedas de oro.
El olor a naranja llego pronto a mi nariz, es como si estuvieran cortando la cascara de la naranja y ésta desprendiera su aroma al ser cortada por la mitad. Me parecía un dulce aroma pero por mi cabeza razoné que en vez de ser un aroma natural era artificial, porque lo primero que supuse era que no estábamos cerca de la cocina y lo segundo es que en algunas esquinas de los corredores, en la parte del techo se encontraba una máquina que desprende olor así que eso era más que decir que aquel aroma a pesar de ser delicioso solo era una fantasía engañosa.