Tengo tanta hambre que no sé a quién esperamos tanto, la mesa se mantiene en silencio por órdenes de un guardia que sigue escoltando la puerta, tuve que dejar de ver la comida para que la saliva no se salga de mi boca, mi estómago empieza a rugir haciendo que haya una guerra entre todos mis órganos para poder llenar ese vacío que no ha sido completado por comida desde hace varios minutos. Todas nos damos una mirada esperando que alguien responda si sabe a quién seguimos esperando pero nadie dice ni una palabra y no solo eso, el momento se ve cada vez más incómodo al no ver dentro de nuestra mesa al rey Arturo, a la reina Valentina y al príncipe Xavier.
Suspiré abrumada al saber que faltan seis días para verlo y no solo eso, el tiempo se vuelve eterno al solo recibir clases, hacer tareas y tener que entretenerme en algo. Saque un paquete de chicles del bolsillo de mi pantalón y con cautela se los fui pasando a cada una de las chicas aunque solo Holliday me lo acepto. Puedo ver como Wayberly sigue molesta conmigo pero no voy a discutir con ella ahora mismo, tengo que darle su tiempo, solo espero que ese tiempo sirva para que ella reflexione y se dé cuenta que solo se está haciendo un daño en quedarse más tiempo en la competencia.
—De pie.
El mismo guardia nos dio otra orden y como si todas fuéramos unos robots, nos levantamos mientras hago una rostro de extrañes al ver lo que estamos haciendo.
—La reina Afrodeth —canturreó el guardia —y el príncipe Lucas.
Intenté esconder mi rostro de sorpresa pero al ver a la reina y a Lucas entrar como si ambos se conocieran ni siquiera me quedó tiempo en analizar todo cuando ella con una voz mandona y repugnante comenzó a hablar.
—Todas ustedes necesitan modales, no es necesario que les digan lo que deben de hacer.
Fue un minuto tan incómodo, que desvié mi rostro para no mostrarle mi enfurecimiento por decirnos tal cosa sin alguna justificación. Me mordí la lengua para no sacar alguna de mis perlas así que solo la miré mientras observo como ella nos da a cada una, una mirada de arriba hacia abajo pero de pronto se detuvo en mí y miré como sus ojos se abrieron mucho más de lo normal hasta alzar sus cejas y curvar sus labios. Estoy preparada para una excelente crítica de parte de esa reina que no sé de dónde es pero me di cuenta que Lucas permanece a su lado como si ambos fueran más que conocidos; él con una mirada sobria y llena de malicia, me sonrió hasta decirle algo al oído a la reina Afrodeth quien levantó de nuevo sus cejas y dejó de ver a Lucas solo para asentir y luego darnos una señal para que todas nos sentáramos.
El sonido de un cuchillo o un tenedor al chocar con el plato de vidrio hizo que la reina levantara la vista y rápido la transformará en una mirada oscura que hasta el niño más pequeño pudo haber temido que lo miraran así.
— ¡¿Qué no puede haber silencio en esta mesa?! —Gruñó.
Rodé los ojos mientras me digo en la cabeza que quizás ella tiene los oídos tan sensibles para no soportar un ruido tan pequeño; Holliday pareció palidecer cuando la reina le llamó la atención y no solo eso miré como sus mejillas se tornaron rosas ante la vergüenza que está pasando, intenté comunicarme con Wayberly con la mirada pero ella sigue manteniendo la cabeza cabizbaja sin ni siquiera levantarla para ver la comida.
— ¿No debería estar usando vestido, señorita Leaky? —la miré molesta de reojo.
—No tenía ganas de usar vestido, su majestad —le dije con indiferencia.
—Una dama se debe de vestir formalmente no como una campesina —mi sangre empezó a hervir.
— ¿En serio? ¡Oh disculpe! No sabía que me encontraba en una academia de modales —le dije con ironía.
—El príncipe debe haber estado muy ciego para elegirla como candidata para esta competencia —mencionó con burla.
—Y el rey debe haber estado también muy ciego para elegirla como su esposa y reina al trono —ella se quedó perpleja ante mi contestación —y si me disculpa… —me levanté —Me iré de aquí, se me quito el apetito. —Lancé la servilleta a la mesa dejando mi plato repleto de comida.
Escuché como unos pasos llegaron hasta a mí y pronto me tomaron del brazo haciendo que girara y llegará a tener la cara de la reina a unos centímetros de la mía. Puedo ver como ella, cada vez clava sus uñas en mi brazo pero intento no quejarme del dolor, así como sus ojos verdes me desafían, en ellos hay una llama de rabia que está a punto de encenderse más si vuelvo a abrir la boca y le digo algo que no sea de su agradó.
— ¿Qué fue lo que dijiste? —Masculló.
—No hubiera querido volver a repetírselo pero si quiere escucharlo… El rey estuvo muy equivocado al elegirla como esposa y reina —se lo repetí lento.
— ¡Maldita!
Una bofetada en la mejilla me hizo caer al suelo donde pronto en esa parte de mi cuerpo empezó a brotar un dolor y un ardor que hizo darme cuenta del terreno en que me estoy adentrando.
Con dignidad, me levanté mientras la miro con odio, he recibido tantos golpes en la vida por desobedecer o siempre soltar aquellas palabras que se quedan atrancadas en mi garganta pero hasta ahora nadie me había dado una bofetada por decir la verdad; no es mi culpa que ella se muestre agresiva y antipática con nosotras desde el momento que dio un paso en el castillo. No entiendo cuál es su odio ante nosotras y más porque le duele que le diga tales palabras si ella fue la primera en provocar la guerra, como otra reina, se hubiera controlado y no hubiera permitido tal barbarie solo por educación.