XIV. Magia en la Ciudad.

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Jone estaba devastado.

Fue la primera cámara que papá me regaló - dijo el chico mientras suspiraba con nostalgia - era su favorita, pero se estropeó cuando cayó al agua.

La reparó - contesto su madre - él pensaba dártela como regalo, ya sabes cómo era tu padre prefería darte un regalo significativo a un regalo costoso - la señora Adams emitió un largo suspiro antes de soltar un sollozo - disculpa - dijo conteniendo el llanto mientras se retiraba de la habitación, Jone tomo la cámara en las manos y la miro con nostalgia antes de tomar la decisión de salir a darle algo de uso. Fue a aquellos lugares que fotografió por primera vez cuando su padre le enseñó a utilizar la cámara.

Debes entender que en la fotografía debes enfocar la magia, Jone - había dicho su padre hace ya mucho tiempo.

La magia no existe - replicó el pequeño Jone.

Claro que existe, solo debes aprender a observarla - Respondió su padre con una sonrisa.

Perdido entre sus recuerdos, Jone tomó unas cuantas fotografías hasta que cayó la noche.

Horas más tarde mientras revisaba las fotografías noto algo sumamente raro en una de ellas, a simple vista solo era una foto del centro de la ciudad tan concurrida como se esperaba un viernes por la noche pero en medio de todo el caos habitual había una chica, ella estaba de espaldas por lo que Jone no podía ver su rostro, llevaba un largo vestido morado sumamente elegante y pomposo, su cabello era rubio y sobre su cabeza reposaba lo que parecía ser una corona la cual desprendía una especie de luz violeta como si fueran rayos, Jone juraría que no vio a aquella chica mientras tomaba la fotografía, pero había algo en ella que lo intrigaba bastante "¿Porque de todas las personas solo ella parecía diferente?". Fue en ese momento en el que el joven fotógrafo encontró su ancla, aquella que lo alejaría de la nostalgia y depresión provocada por la pérdida de su padre y concentro todas sus fuerzas en descubrir quién era aquella chica a la que apodo "Misteriosa Princesa".

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Valentina estaba cansada, cansada de que las personas a las que quería se fueran, la abandonarán sin poder hacer algo para evitarlo.

Lucas le dijo un par de días atrás que él junto con toda su familia se mudarían al otro lado del país debido al empleo de su padre. Valentina quería alegrarse por el nuevo trabajo del padre de su novio, pero lo cierto era que no le sentó para nada bien aquella noticia y el hecho de que ninguna de sus amigas estuviera disponible para escucharla hizo que los pensamientos usualmente tranquilos de la princesa se volvieran azotadores, su mente era un rompe vientos de emociones.

Yo siempre estoy para ellas, sin importar nada ¿Cómo es que me lo pagan? Desapareciendo o dejándome en su correo de voz - se quejaba Valentina entre dientes, había tratado de mantener la compostura los días después de la noticia poniendo la sonrisa de siempre en su cara, pero ese día en particular no pudo continuar con la farsa porque ese día Lucas se fue sin decir adiós, solo recibió un mensaje mientras hacía sus deberes. 

"Adiós mi Lady" tres simples palabras que destruyeron a la soñadora Princesa justo en medio de la multitud de personas que compraban en el centro de la ciudad, arrojó el celular antes de salir corriendo del lugar, terminó en los acantilados del bosque con las lágrimas escurriendo por sus mejillas, en algún punto empezó a entonar una vieja canción que su madre le cantaba cuando era una niña.

La princesa cabello caramelo

Danza con el viento 

Esperando ir a su reino 

Sus pestañas son largas 

Y también bailan con el viento 

Su risa es un sonido hermoso 

Y su llanto horroroso 

Es la princesa de largas pestañas 

La niña que baila con el viento 

Esperando ir a su reino 

Mientras tanto escucha al viento 

Que le susurra al oído 

Palabras de aliento 

Para no extrañar su reino 

En el que pronto estará 

Solo cierra los ojos y a casa volverás.

Se quedó dormida cerca del acantilado, pero como era de esperarse nunca cayó, el viento siempre lo evitaba ya que sus verdaderos padres estaban ahí cuidándola, ellos jamás abandonarían del todo a su princesa de largas pestañas.

La noche llegó sin que Valentina lo notará junto con un nuevo problema ya que ella nunca había estado tan tarde en aquel lugar. Todo era diferente en la oscuridad, los árboles no parecían danzar con el viento más bien parecían monstruos de largas garras esperando atacar, los relajantes sonidos de los animales ahora solamente ponían sus nervios de punta. La inocente princesa se encontraba en un dilema y como si eso no fuera poco una tormenta se desató, los truenos la hacían saltar, los relámpagos temblar y la lluvia la empapaban sin piedad.

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En el reino de Tormenta se desataba una ardua batalla y los cadetes en entrenamiento fueron llamados a ayudar, un ataque del reino de Calor junto con soldados del reino Arcoíris se infiltraron en el castillo específicamente en el ala sur en dónde una joven princesa de rubios cabellos tocaba tranquilamente el piano intentando no pensar demasiado en la tristeza que llenaba su vida.

Desde la muerte de su madre y hermano, su antes mejor amiga y hermana, Malory, solo le importaba ella misma y su padre se había obsesionado con encontrar la forma de traer de vuelta a su amada reina e hijo que ya no les prestaba nada de atención, al principio Susan lo apoyaba en eso, pero con el peso del tiempo perdió la fe en que ellos volvieran, eran estatuas de hielo y se quedarían así por siempre. La princesa Susan se concentró en sus estudios y en clases extracurriculares como danza, música, sabía todo acerca de las tormentas, de política y de cómo manejar el reino, pero eso no servía de mucho ya que ella no heredaría el trono, también le encantaba leer desde la historia de todos los reinos hasta mitos y leyendas sobre ellos pero sin duda su pasatiempo favorito era observar por la nube gris, desde ahí podía ver todo lo que pasaba en el mundo humano, como era su vida, sus costumbres, era un tema que a la joven princesa le parecía particularmente interesante.