Princesas no tan princesas

Anny

Que complicado se ha vuelto quedarme en casa ahora, desde que mi padre no está mi madre se ha vuelto loca, no me deje descansar ni un poco, mi única manera de estar tranquila en venir aquí y sentarme bajo un árbol para leer un libro y disfrutar el aire fresco, hay tanta paz aquí que no quiero irme nunca. Por alguna razón siempre me ha atraído esté lugar, no sé si es por la tranquilidad o por los recuerdos agradables que tengo aquí, nunca encajé en mi familia, al menos eso he pensado siempre, y cada que hay algún problema en casa o no me siento bien vengo aquí bajo este hermoso arbol de roble para tranquilizarme, después de todo, tengo que comportarme como princesa que soy y no mostrar emociones negativas ¡ufff! Que complicado y pensar que toda mi vida ha sido así, llena de reglas, limitaciones y responsabilidades. 

Por la posición del sol puedo darme cuenta que ya son las 4:40 p.m, debo regresar pronto para la hora del té a las 5:20 p.m, llegaré en unos 3 minutos y me tomará 25 minutos estar completamente lista, debo llegar a la mesa 5 minutos antes, eso significa que tengo 2 minutos extra, cualquier otra persona diría que dos minutos no son nada, pero en mi lo son todo, puedo descansar un poco más y prepararme para bajar. 

Me pongo en marcha mientras pienso en que vestir está tarde, es un poco complicado elegir algo cuando ni siquiera me gustan los vestidos y zapatilla, es incómodo y no me veo bien pero como princesa, debo seguir las reglas y vestir como tal. 

Cuando llego a la puerta de la casa el mayordomo Esiel me saluda con una reverencia y yo inclino la cabeza siguiendole el gesto después de eso, cuando estoy a punto de preguntarle por mi madre me dice:

-Su Alteza se encuentra ahora en su habitación descansando princesa, pase por favor y preparece para la hora del té. 

-Gracias Esiel, como siempre eres muy amable. 

Inclino la cabeza y me retiro a mi habitación, Esiel es el típico mayordomo, ha estado siempre conmigo y podría decir que somos buenos amigos, al fin y al cabo, siempre anda cubriendome y evitando que me meta en problemas, es una buena persona, lo sé. 

¡Vaya vaya! Que complicado es entrar en estos vestidos tan apretados, los detesto, ojalá pudiera usar ropa mas cómoda, mientras bajo las escaleras veo en el reloj de la pared que son las 5:14 p.m, ¡bien, estoy a tiempo! Esiel me espera al final de las escaleras para acompañarme hasta en patio donde beberemos el té, mientras nos dirigimos Esiel me dice que me veo radiante como siempre, es muy bueno conmigo, es como un segundo padre para mi.

-Buenas tardes su Alteza, hemos llegado, princesa. 

-Buenas tardes, Alteza. —digo miestras tomo asiento y veo la hora disimuladamente en el reloj de Esiel— son las 5:15 p.m, llegué a tiempo, mis hermanas llegan simultáneamente y toman sus asientos, ya estamos listos para la hora del té; cada uno de nuestros mayordomos se mantiene a nuestro lado para atendernos si lo necesitamos, y, a las 5:20 p.m exactas, tres cocineros se dirigen hacía nosotros con un carrito donde traen las cosas,  Fernán sirve los tés, Carlos las galletas y demás y el otro aparentemente nuevo se mantiene al lado del carrito, es un chico lindo a simple vista, tiene ojos cafe claro, con el cabello castaño y un poco largo, tiene unos rizos no muy definidos pero igual de lindos, su piel es blanca pero no mucho, puedo ver que es tímido y que es una persona especial. Terminan de dejar las cosas y se retiran sin decir una palabra, mis hermanas y yo esperamos que nuestra madre empiece primero y le seguimos, lo que más detesto de está hora del día es que, mi madre empezará a hablar con nosotras, no parece tan malo, pero cuando empieza ha hablar no le importa si hiere los sentimientos de alguien. 

-¿En que piensas, hija? 

Levanto la mirada y me doy cuenta que me está hablando a mi. 

-No haz tomado ni una galleta, son tus favoritas ¿no?

Vaya, me sorprende que lo recuerde, tomando en cuenta que muy pocas veces hablo con ella, pero claro, sé que no le interesa en lo absoluto lo que piensa su querida hija "rara" solo es para parecer interesada en mi. 

-Ahh... Disculpa madr... Digo, Alteza —no puedo llamarla madre frente a nadie que no sea de la familia, es difícil— estaba pensando en la clase de mañana creo que será interesante —definitivamente no pensaba en eso— disculpeme. 

-Vaya, vaya, te parece interesante tener un nuevo profesor de gramática ¿o te interesa casarte ya? —se ríe delicadamente—

Vaya broma, me molesta que sea así, no me interesa nadie y tampoco quiero casarme, además hasta donde recuerdo tengo que casarme con un principe o alguien con mucho dinero, ¡aahhh! Detesto esta vida. 

-Claro que no Alteza, sabe perfectamente que no me interesa nadie —intento seguirle el juego— además si me caso será con un príncipe muy apuesto.

En el momento que termino de hablar me doy cuenta que los tres cocineros están al lado, listos para servir el postre. Al verlos no puedo evitar ruburizarme de la vergüenza, y al notar que el chico nuevo me está mirando con pena y un poco sorprendido me ruborizo aún más, sé que parezco una chica rebelde a simple vista, pero soy tímida y me pongo muy nerviosa por todo, bajo la mirada y agradezco por el postre que me han traído, luego miro discretamente como se van los cocineros, me siento muy avergonzada y siento ganas de disculparme por mi forma de actuar con el chico nuevo, los cocineros ya son hombres mayores y me conocen desde niña, saben que yo no diría algo así, supondría que ellos le dijeron al chico nuevo que soy una buena persona, y eso que dije le dio la impresión contaría, ¡que vergüenza!. 

Al volver de mis pensamientos paranoicos me doy cuenta que sigo muy ruborizada, no es algo muy bueno, podría causar un mal entendido con mi madre y definitivamente no quiero eso, me tranquilizo y empiezo a comer mi gelatina de café con chocolate, es una combinación un poco loca pero disfruto mucho de este postre. Son las 5:45 p.m por fin puedo retirarme a mi habitación, ha sido un día complicado, como siempre. 



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En el texto hay: tristeza, amor, valentia

Editado: 02.12.2020

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