Príncipe arrogante

◦✧◦❀ Capítulo 5 ❀◦✧◦

Las brujas de las tierras altas son de los seres más temidos y despreciados que existen. Ellas no dudan en conseguir lo que quieren, sin importarle a quienes lastiman en el proceso. Son ambiciosas, y por más que la gente las aborrezca, fueron muchos a los que vi solicitando sus servicios para maldecir a alguien.

Como puedo mentir, crecí con una bruja que utilizaba mi capacidad para su beneficio. Ella solía obligarme a hacer tratos con otros feéricos de su parte, y a intercambiar información errada para no revelar sus intenciones. También, me enseñó a realizar pociones y me instruyó acerca del mundo en que vivía.

Pude haberla considerado mi madre, pero Griselda siempre me dejó claro que no lo era cuando no me alimentaba o lastimaba por no hacer lo que quería. Creo que nunca le hubiese importado si terminaba siendo devorada por alguna criatura. Solo era una herramienta que le fue entregada a unos pocos días de su nacimiento.

Me daba lo suficiente para sobrevivir, y me negaba lo demás. Me pregunto cuál habrá sido su reacción cuando se dio cuenta de que me fui, empleando un hechizo que nunca me enseñó por temor a que lo hiciera.

—Hmp… —gimoteo con una mueca.

Mi cuerpo reposa en un colchón agradable. A mi nariz llega un suave aroma a flores que me recuerda cuando vivía en el bosque. ¿Dónde estoy? La última vez que estuve despierta recuerdo que había sido drogada por Zyran.

Tomo asiento poco a poco. Me encuentro en una lujosa habitación adornada con cuadros y muebles caros. Aguantando las ganas de gritar, me levanto despacio y me asomo por la ventana:

El cielo posee una amplia gama de colores fusionados que van entre el celeste, magenta y naranja. El edificio donde estoy, está rodeado de árboles gigantes a los que no soy capaz de verles la copa. A la distancia se distingue un enorme castillo a lo lejos.

Definitivamente estoy de regreso.

Me acerco a la puerta e intento abrirla, pero está cerrada con llave. No conforme con secuestrarme, ¡me ha encerrado! ¿Qué planea conmigo? ¿Quiere mantenerme cautiva para cumplir todos sus caprichos? ¡Es un infeliz! Debí suponerlo desde la primera vez que me drogó, pero ahí estaba yo de estúpida sintiendo pena por él.

¡Es un feérico! Esto es lo que ellos hacen. Secuestran a los humanos que les genera la más mínima atracción y los usan como juguetes.

—¡Zyran! —golpeo la superficie con todas mis fuerzas. Espero que algún sirviente me escuche y le comunique que desperté—. ¡Sácame de aquí!

Grito su nombre sin cesar por horas, sin recibir respuesta de nadie. He tenido que dejarlo porque ya me duele la garganta. Lo peor de mi situación es que lo único que tengo en manos es el pequeño frasco de veneno que guardo en mi guante.

No creo que sirva. Si ataco a Zyran con él, seré la más buscada y ahí si nunca podré salir de aquí. Por lo menos no con vida.

Rendida, y sentada en el suelo —con la espalda apoyada en el borde de la cama—, alzo la mirada tras escuchar el sonido de la puerta. De inmediato me levanto, viendo a Zyran atravesándola con una caja en manos.

Él luce distinto a cuando vestía con ropa mortal. Ahora usa un jubón negro con estampados de rosas, y su cabello lo tiene recogido en una cola baja. Antes no lo parecía, pero ahora aparenta ser todo un príncipe feérico.

—Tú —me abalanzo hacia él, propinándole varios golpes en el pecho—. ¡Eres un maldito!

—Escucha mis razones —deja la caja sobre la cama, para agarrarme de las muñecas—. Entiendo que estés enojada, pero lo hice por una buena razón.

—¡No me toques! —retrocedo.

—Jum, pensé que despertarías más «relajada».

–Sí, ¡tal vez se debe a que desperté hace horas!

—Lo siento. No pude venir antes —suspira con desgana—. Escucha, Faye. Si te traje lo hice porque es la única forma que tengo para asegurarme de que estés bien. El segundo príncipe te conoció, y él ama destruir todo lo que considera que me importa. No puedo garantizar tu bienestar si no te tengo cerca.

—¿Y creíste que la mejor manera era drogándome?

Le creo lo del príncipe tomando en cuenta que le rompió las gafas y la mirada que me hizo antes de irse. Como feérico debe indignarle que una «humana» se haya atrevido a golpearlo. Se ve que no lo esperaba, puesto que ni siquiera puso defensa cuando me le acerqué.

—Sé sincera conmigo y dime: ¿habrías aceptado si te lo hubiese pedido?

—Por supuesto que no.

—Gracias —se sienta en la cama. Es obvio que está siendo sarcástico. Por otra razón, no me estuviera agradeciendo textualmente cuando es un tabú para ellos—. No conozco la razón por la que no quieres estar aquí, pero te aseguro que no correrás peligro mientras estés conmigo. Voy a protegerte.

La bruja será poderosa, pero Zyran es un príncipe. Lo que tiene de ambiciosa, lo tiene de precavida.

—Ahora quiero que seas honesto conmigo —cruzo los brazos—. ¿No me hubieras traído si tu hermano no hubiese representado una amenaza, verdad?

—Jum —sonríe—. Lo importante es que ahora lo es —destapa la caja, revelando un hermoso vestido esmeralda—. Traje esto para ti. En una hora tendremos que asistir a una cena de la corte.

—¿Tendremos?

—¿No quieres? Es mejor a que te quedes aquí.

—¿Me encerrarás si te rechazo?

—Faye, linda Faye. ¿Por quién me tomas? La razón por la que cerré con llave, se debe a que supuse que te perderías si despertabas y no estaba contigo. Puedes salir cuando quieras.

—No me das buena espina —ah, deseo vengarme—. ¿Por qué quieres que te acompañe a la cena?

—Porque si soy envenenado sabrás qué hacer.

—Dejarte morir, claro que sí.

—Veo que ya no estás enojada conmigo si tienes humor para bromear —se recuesta bocarriba—. ¿Te gusta mi habitación? Es tuya a partir de ahora.

—Quiero volver.

—¿Por qué? Tienes un trabajo horrible, vives el día a día sin hacer nada interesante, y nada más tu sala es del tamaño de mi cuarto. Muchos desearían tener todo lo que te ofrezco. ¿Por qué no te cae el veinte? Has conseguido el favor de un príncipe.




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