Príncipe arrogante

◦✧◦❀ Capítulo 8 ❀◦✧◦

Temprano por la mañana. Porque a pesar de que me acosté tarde, mi reloj biológico dicta que tengo que trabajar. Tan solo espero tener un trabajo para cuando regrese.

No tengo idea de cuándo Zyran se fue. Él no estaba cuando abrí los ojos, y, en cambio, frente a mí se encontraban las dos empleadas de antes.

Quiero pensar que Zyran me las mandó antes de irse, pero de todos modos me perturba que me vieran durmiendo todo este tiempo.

—Auch —me quejo del peinado que me están haciendo. Ellas me tejen dos trenzas a los costados que piensan entrelazarme por detrás, dejándome el resto del cabello suelto—. Volveré a preguntarles y espero que no se miren entre ustedes. ¿Saben dónde está Zyran?

Miro el espejo para asegurarme de que acaten mi instrucción. Si tienen algo que decir, que lo compartan entre las tres. Necesito saber dónde está.

—El príncipe se reunió con el amo —contesta la feérica de orejas de gato—. Ha de estar en... —la mirada de su compañera la interrumpe.

—Pese a que el cuarto príncipe nos ordenó asistirla en lo que necesite, no estamos obligadas a responder sus preguntas —finaliza con mi cabello.

Zyran es el «príncipe», mientras que el segundo príncipe —cuyo nombre todavía desconozco—, es el «amo». Ya veo quién es el dueño de la hacienda.

—De ser así, ya no las necesito —me pongo de pie—. Pueden irse.

—¿Qué hay de su ropa? —prosigue. Una prenda transparente es lo único que cubre mi cuerpo. Al principio me dio algo de vergüenza, pero se me fue rápido. El comportamiento de ellas se asemeja al de un par de robots.

En un sillón reposa un nuevo vestido. Soy completamente capaz de ponérmelo sola sin requerir ayuda de nadie.

—Tengo mis dos manos —las agito con una pequeña sonrisa.

—El príncipe Zyran le manda esto —la orejas de gato me acerca una cajita alargada con un lazo de regalo. Ella la abre, dejando ver un collar hecho de frutos del bosque—. Dio instrucciones de que lo use todo el tiempo.

Ese tipo de collares se emplean para evitar los encantamientos feéricos. Los frutos del bosque son indispensables para todo humano que mantiene contacto con ellos. Como es obvio, yo no lo necesito y él lo sabe.

—Pero qué collar ni más bonito. Ay, el príncipe Zyran tan generoso como siempre —me lo pongo alrededor del cuello. Es conveniente que me vean como una humana torpe.

Zyran me dice con esto que no quiere que nadie conozca mis habilidades. Yo tampoco es que las revele con facilidad. —¿Les puedo hacer una pregunta que no tiene nada que ver con mi amado príncipe?

Jum, será mejor que me exprese de esa forma. Estoy segura de que ellas, junto con toda la hacienda, deben saber que dormimos juntos. Tal vez supongan que estoy hechizada y por eso estoy tan tranquila. No es el primer feérico que se roba a una humana para su propia diversión.

—Hágalo, mientras le ayudamos con el vestido.

Qué fastidio. Ya lo dije, parecen un par de robots a las que se les dio una orden que deben seguir.

—De acuerdo —levanto los brazos para que me lo entren—. Mi pregunta es la siguiente: ¿creen que mi amado príncipe me ame?

Humana torpe. Que no se me olvide el papel.

—Dijo que su pregunta no se trataba del príncipe —contesta la orejas de gato.

—Oh, ¿en serio? ¡Ay, mi error! —río—. Espero que el príncipe Zyran no se tarde. Me prometió que iríamos a comer algo rico. ¿Sus reuniones con el segundo príncipe suelen tardar mucho? Lo esperaré en la puerta.

—No se lo recomiendo. Cuando ellos se encierran en el cuarto de armería, permanecen horas allá dentro.

Conque horas, eh. Preocupante.

—Ooh, ya —miro a la otra feérica de reojo. No le parece que su compañera me responda—. El segundo príncipe es intimidante. Me encargaré de alegrarle el día desde que lo vea. ¡Se pondrá muy feliz!

Primero muerta antes de dirigirle la palabra a ese bastardo.

—No, no —la orejas de gato deja de abrocharme el vestido—. El amo estaba muy molesto, como se acerque...

—Mirim —reprocha la otra—. Es suficiente.

Zyran mencionó que sería castigado por su ataque al príncipe Erian II. Él no fue claro cuando le pregunté si fue castigado cuando volvimos, y ahora la feérica me dice que ambos se encierran por horas en un cuarto de armería.

¿En qué consisten sus castigos como para que permanezcan encerrados por tanto tiempo?

«El segundo príncipe expresó sentirse aburrido sin mí, y el día de hoy le he dado un buen motivo para divertirse».

¿Y si...?

Me alejo de las empleadas y salgo de la habitación como alma que lleva el diablo. No sé dónde queda el cuarto de armería y lo pienso averiguar en el proceso. Bajo corriendo por las escaleras, e intercepto a cada empleado que veo para que me oriente sobre dónde podría estar.

Sus castigos son físicos. Espero estar equivocada, pero lo dudo por la cara de Zyran cuando lo vio en mi apartamento. No por nada, él actuó distinto cuando lo tuvo cerca. No por nada le teme.

Le pregunto a varios empleados hasta dar con un humano hechizado. Como ellos tienen la orden de obedecer, no lo piensa mucho en direccionarme al lugar que busco.

El cuarto de armería queda en la planta baja de la mansión. Corro por los extensos pasillos, observando las pinturas y múltiples puertas que hay en mi camino. El piso está helado. Se me congelan los dedos de los pies por cada paso que doy. Me detengo frente a la puerta de donde sale una luz por debajo de la abertura cercana al suelo.

Han de estar dentro.

El chasquido de un sonido similar a un azote me detiene la respiración. ¿He escuchado mal? Sí, eso debe ser.

Pego la oreja en la puerta, y en menos de un par de segundos, vuelvo a escuchar un segundo sonido con la misma intensidad del anterior.

—¡Zyran! —golpeo la superficie con fuerza. No me iré de aquí hasta que salga—. ¡Oye!

No puedo aceptar que le hagan daño por mi culpa. Aun si no puedo hacer nada contra alguien así de poderoso, planeo insistir una y otra vez hasta que ya no pueda tolerarlo.




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