Príncipe arrogante

◦✧◦❀ Capítulo 17 ❀◦✧◦

«No te metas en problemas». «Mantente bajo perfil». «No llames la atención». Zyran me ha repetido esas frases un millón de veces desde que llegué. No sé cómo reaccionar ante el hecho de ser reprendida por el príncipe más inmaduro que conozco.

Sin embargo, lo hice para salvarnos a ambos. Sí, hubiese aceptado para quitarme la amenaza de Allister de encima, pero lo importante es que en este momento, la condición incluye salvar su lindo pellejo.

Ay, espero no arrepentirme. Al segundo príncipe le encantan los postres. Debería comenzar por ahí. Recuerdo que quería pastel de zanahoria. ¿Todavía tiene ganas de eso después de estar al borde de la muerte? Tal vez quiera algo más dulce. Yo lo querría si hubiera sido la flechada y envenenada.

Le pregunto a una sirvienta si Zyran llegó, a lo que ella responde mandándome al jardín. Con los chocolates en manos, me dirijo hacia allá, frenando de inmediato al ver a Alysia llorando en una mesa.

¿Y ahora qué?

—Oye... —me acerco. No veo a Zyran en ningún lado. Solo está ella a moco tendido. ¿Le habrá hecho algo?

—¿Eh? —me mira con los ojos llorosos—. Bueno, tú me sirves.

—¡Wouh!

Alysia me jala del brazo para que yo me siente a su lado. Sin dejarme tiempo para reaccionar, ella estampa la cara sobre mi hombro y comienza a llorar allí.

Sin importar su belleza, no llora nada lindo. Me está explotando los tímpanos. ¿Y por qué sus lágrimas se sienten heladas? Espera, ¡¿me está congelando el hombro?!

—Oye, me estás lastimando —intento quitármela de encima, pero me agarra fuerte.

Cierto, ella pertenece a la corte de los glaciares. Su magia es de hielo.

—¡¿Por qué son tan crueles?! —chilla entre lágrimas—. Y-Yo no entiendo por qué me tratan así.

—¿Pero quiénes?

—Ah, ya regresaste —por suerte Zyran ha llegado—. Lissy, vamos. Suelta a Faye —consigue que me deje. Él se sienta al lado de ella, para que la mujer use su hombro—. Ya, deja de llorar.

—Soy una fracasada —suena la nariz. Creo que poco a poco está formando picos de hielo en los agujeros de esta.

—No eres fracasada. Te intercambio esa estúpida palabra por otra con la letra «efe». Eres fabulosa —la abraza—. Eres linda, astuta, ¡tenaz! No te debe importar la opinión de unos idiotas.

Vaya, eso fue lindo.

—Esos idiotas tienen mi futuro en sus manos —su llanto incrementa—. ¡¿Por qué me tienen tan baja estima?! ¡No es justo! ¡Quiero regresar a casa!

—Ya verás cómo en el futuro vendrán a buscarte con el rabo metido entre las patas. Tendrán que llegar a ti de rodillas. Como lo que mereces —le seca las lágrimas más líquidas del rostro. El resto están cristalizadas—. Eres la princesa Alysia, no lo olvides.

—Quisiera olvidarlo —se levanta con una expresión melancólica—. De ese modo sería menos doloroso.

—¿Ya te vas? Si quieres te acompaño a tu palacio.

—No. Quiero estar sola —vuelve a sonar la nariz—. Nos vemos después.

—Mándame a llamar si necesitas algo. No lo pensaré dos veces en ir por ti. ¿De acuerdo? —se coloca frente a ella, tomándola de las mejillas—. Tú eres tú, y eso es lo que a ellos les molesta. No hay nada malo en ti.

—Hum.

Con un beso en la frente y un toque en la nariz, él la despide. Zyran baja las cejas desde que ella se marcha, y vuelve a sentarse en la mesa con una expresión desanimada. Su seguridad no era más que una fachada.

—Traje dulces —susurro mirando el cuenco—. Son chocolates en su mayoría. Creí que podríamos comerlos juntos.

El azúcar le levantará el ánimo.

—¿De dónde los sacaste? —suena crítico.

—Me los dio el rey Erian.

—Tsh.

Él toma un puñado de chocolates y se los lleva a la boca todos juntos, lo que me impresiona. Pensé que se negaría.

—Oye, te dará un subidón de azúcar —reprocho.

—Es horrible que te gusten —se queja masticando—. ¿Por qué te gustarían estas cosas? Yo te conseguiría mejores chocolates.

—Entonces hazlo —sonrío acercándome—. Y vamos a comerlos juntos.

—Trato hecho —recuesta la mitad del cuerpo en la mesa—. ¿Cómo te fue en tu reunión? Veo que bien por los chocolates que te dio.

—Fue raro —hago una mueca de tan solo recordarlo. Lo peor es que no fue lo más raro que sucedió—. No te preocupes. El rey Erian no tiene pretensiones pasadas de línea conmigo. Digamos que le recuerdo a su hija no nata.

—¿Qué? —se ríe extrañado—. De acuerdo. El rey está más loco de lo que pensé.

—¿Lo tienes como un rey loco?

—Cuando todavía era un príncipe, él fue en contra de su corte y se casó con una humana e iba a tener un hijo con ella, cuando lamentablemente fallecieron en un incendio. El cuerpo quedó irreconocible. Ni siquiera quiso verlo.

»Hasta donde sé, él estaba muy obsesionado con ella. Por lo que cuando murió, se encerró en sus aposentos por meses hasta que heredó el trono. Incluso ahora no es que salga mucho. Solo asiste a los eventos que cuentan con la presencia del emperador porque es casi obligatorio.

—¿Y qué hay del príncipe Erian II?

—Cuando el actual rey ascendió al trono, no tuvo de otra que contraer matrimonio. Lo inusual es que el proceso para encontrar a la reina consorte perfecta duró meses. Dicen que él buscaba una que se pareciera a su anterior esposa. Pero como nunca la conocí (ya que vamos, no había nacido), no puedo asegurarlo.

Muy interesante, y a la vez turbio. ¿Qué hay de mí que supuestamente me parezco tanto a su hija soñada como a su difunta esposa? Mejor no le menciono ese detalle, porque no sé cuál sería la reacción de Zyran de saberlo.

—Dime, ¿los dulces desparramaron tus hormonas de la felicidad? —si es que tiene hormonas de ese estilo, claro—. ¿Qué pasó con Alysia? ¿Por qué estaba llorando?

—Descuida. Estará mejor según vayan pasando los días —suelta un suspiro—. Ash, su corte siempre la hace sentir horrible cada vez que la visita. Como quisiera ir allá y prender fuego a todo lo que esté a mi alcance. Me conformo con la reina Tahita.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.