Príncipe arrogante

◦✧◦❀ Capítulo 20 ❀◦✧◦

El gran general y el hermano de la concubina Thrya, están del lado del segundo príncipe Allister Thornvale. Además de ellos dos, hay un tercer elemento en la ecuación que corresponde al amo del pariente de Thrya.

El segundo príncipe está preparando una armada que, asumo, usará en el día de la coronación. Él no mostró ningún indicio de inseguridad cuando le aseguró a Zyran que nadie lo asesinaría. Ahora, a dos días del evento, el panorama luce demasiado tranquilo.

Ojo, en el «demasiado».

—¿Tienes algo nuevo para mí? —me pregunta Florian. Nos hemos reunido en los pasadizos que hay debajo de la hacienda. No tenía idea de que estos estaban conectados al palacio imperial.

Es todo un laberinto aquí dentro. Y lo más curioso, es que la magia no funciona en este lugar.

—Quiero modificar nuestro acuerdo —demando con los brazos cruzados—. Me prometió impunidad para Zyran porque conocía las intenciones del emperador. Admita que jugó sucio.

—Si agregas algo al acuerdo, yo te quitaré otra cosa.

—¿Qué?

—No puedes cambiar un acuerdo así como así. Debes dar algo a cambio.

Nunca había escuchado esa regla.

—¿Qué propone?

—Evitaré la muerte de Zyran una vez ocurra mi coronación, pero a cambio de eso, no podré brindarte la protección que te prometí.

Quiere que elija entre Zyran o yo.

—De acuerdo —extiendo la mano. Ni modo, voy a traicionarlo—. Trato hecho.

—¿Lo has pensado bien?

—¿Qué le puedo decir? Quiero mucho a Zyran —sonrío. Y porque lo quiero es que me doy cuenta de su juego.

Planean asesinarlo antes de la coronación.

Ay, maldito bastardo.

Nos damos la mano para cerrar el trato. Él me mira dudoso. Parece que le sorprende que actúe de una manera tan altruista.

»En los últimos días, no me he separado del lado de Allister. Y cuando no estoy con él, me escabullo entre los pasillos para escuchar sus conversaciones y ojear sus documentos cuando no está presente. Por lo que sé, él tiene apenas mil hombres a su disposición. Creo que planea un atentado para el día de la coronación.

»El segundo príncipe no es del agrado de casi nadie, puesto que el único que lo ayuda es el gran general Riegael Mon Lucast. Nadie más.

—Es imposible... —frunce el ceño—. El gran general le debe lealtad a la corona.

Sí, pero no a él.

—Su nombre estaba en la mayoría de documentos. Créame o no, pero es así. No miento.

Decidí delatar al gran general para afectar de alguna manera a Rowan. Él me amenazó, y yo lo único que estoy haciendo es devolverle la jugada.

—¿No tienes algo más?

—¿Quiere que le describa todas las formas que tiene para torturarlo? —Florian no contesta—. Eso creí.

Una cosa que me llamó la atención de Allister, es que hubo un momento entre sus conversaciones en que mencionó que lo que estaba cometiendo no era traición, sino que reclamaba su derecho como legítimo primer príncipe. Por lo que parece, él nació primero que Florian por un par de minutos de diferencia, pero la actual reina consorte tenía más poder que su madre.

Según Allister, él es mayor que Florian.

Pasada nuestra breve conversación, regreso a la superficie. Es de noche, por lo que más que faltar dos días para la coronación, falta un día y algunas horas. Ya todo el mundo está enterado del evento, porque los guardias del emperador se encargaron de regar la noticia en cada rincón de las tierras altas, incluso las bajas y marinas.

Para la coronación, estarán invitados los reyes de las doce cortes principales, y los nobles más destacados. La seguridad estará incrementada, por lo que me intriga cómo hará Allister para ejercer un golpe de Estado con tan pocos hombres. No son mil, pero la cifra no pasa de los cinco mil. Al menos hasta donde pude averiguar.

Avanzo por el jardín. Últimamente, Zyran lo ha visitado todos los días y se queda horas contemplando las estrellas. En esta ocasión, él tiene sus gafas en mano. Cualquier feérico las hubiese botado al considerarlas inservibles, pero él las aprecia mucho.

—¿No tienes frío? —me siento a su lado.

He querido contarle sobre Florian, pero me arde la garganta cuando intento hacerlo.

—Necesito pensar —susurra con la vista en las gafas—. Faith, es momento de que me jures lealtad —me mira a los ojos.

—¿Por qué justo ahora?

—Es posible que en la coronación sea la última vez que me veas —me deposita las gafas en la palma de mi mano, y luego me la cierra—. Independientemente de que mi padre por fin cumpla su capricho de matarme, o que Allister cometa una locura y lo evite, tengo el presentimiento de que no volveremos a estar juntos.

—No digas tonterías —sentencio mirando las gafas—. Estarás bien. ¿Sabes qué? Escapemos ahora mismo. Abre un portal y vámonos al mundo humano. Te prometí volar en parapente, ¿lo recuerdas? —me pongo de pie. Lo tomo de las mejillas para que ni se le ocurra desviar la vista—. Si quieres que te jure lealtad, lo haré pasada la coronación. ¿De acuerdo?

—Confío en que me cuides las gafas —baja las cejas—. ¿Ves esa estrella de allá? —me señala el cielo. No sé mucho sobre astrología, pero imagino que se refiere a la que se ve más brillante de todas—. ¿De qué color la ves? ¿Blanca, verdad? Yo la veo roja. Esa es la estrella del príncipe maldito.

¿Qué? ¿Y por qué está en el cielo?

—¿Qué significa?

—Que estoy en problemas —suspira—. Tal vez el emperador me mate, quién sabe. No lo sé —se estruja el cabello—. ¿Y si tiene razón y Enora está dentro de mí? Yo la asesiné. Absorbí su energía vital en cuanto nací. Me parece justo morir para que descanse en paz.

—Es imposible que hayas absorbido su energía vital.

—Ya te lo he dicho. Manejo energía oscura.

—Claro que no. Hasta ahora tu magia nada más ha servido para reproducir música y apagar las luces. También para lo más importante: protegerme. ¿Quieres saber cómo luce la verdadera magia oscura? —me quito el guante, y alzo la mano frente a él para que me vea los dedos—. ¿En qué se parece tu magia a esto?




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